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"CARÁCTER"

Si bien sus madres apenas se toleraban y los varones engendrados de ellas por igual, había una unión entre dos de ellos que era una clara excepción. El menor de los hijos de Alicent y la hija mayor de Rhaenyra.

Desde pequeños el plan de crianza fue que estuvieran juntos, algo que no fue tomado a mal por ambos. Iban con el mismo maestre a aprender, se sentaban juntos en los festines, hacían prácticamente todo juntos.

La personalidad de ambos era diferente, resaltaba a simple vista. El príncipe Aemond era silencioso pero ambicioso y altanero, la princesa Nevay era testaruda, ruidosa e inclinada a ocasionar revuelos si algo no le parecía correcto. Eran un dúo especial, el único que lograba sobrevivir a la rivalidad existente entre sus madres.

Aemond estaba en su cuarto tras haber limpiado las cenizas que habían ensuciado su piel pálida.

El rencor del recuerdo sobre el porqué había bajado a la fosa de dragones le daba una extraña amargura que lograba formar un nudo en su garganta. No iba a ocultar que sentía envidia por sus sobrino y hermanos que ya tenían dragones. Su huevo nunca llegó a romperse lo que formaba un sentimiento agrio en su interior.

Quería tener un dragón como los demás, poder ser un jinete como la mayoría de su familia y no ser un simple espectador en los entrenamientos.

El sonido de tres golpes suaves en su puerta lo trajeron de vuelta de sus pensamientos. Se preguntó si era alguna criada o su madre que venía a darle otra reprimenda.

—Adelante.

La puerta se abrió un poco para dejar asomar un rostro con dos ojos curiosos, una sonrisa amistosa adornaba sus labios.

—Nevay— se colocó de pie de su cama mirando con impresión que quien tocaba era la jóven hija de su media hermana mayor.

—Escuché que fuiste a buscar un dragón y por poco sales muerto— habló con un dije de diversión en sus palabras abriendo por completo la puerta y entrando unos dos pasos dejando a la vista la vestimenta de cuero negro que usaba. Era su capa típica de cuando montaba a Crius.

—¿Quién lo dijo?

—Las criadas susurran un poco fuerte. Pero no vine a hablar sobre eso, te quería hacer una invitación— se balanceo en la punta de sus pies.

—¿Invitación de qué?— se apoyó en su cama, sin ánimos de salir de su habitación.

—A un paseo. ¿Gustas poder honrarme con tu compañía, príncipe Aemond?

El jóven miró a la niña que acomodaba sus guantes de jinete en sus dedos con una sonrisa traviesa. Sabía que normalmente ese tipo de sonrisa tendia a ocasionar problemas y uno de los dos terminaba castigado, si es que no ambos, pero asintió al final siguiendo a Nevay fuera del castillo, caminaron en silencio hacia las colinas próximas. Una caminata bastante alejada según Aemond, pero cuando pudo oír un rujido de dragón supo que en realidad el paseo de su sobrina aún no había iniciado.

—¿Qué hacemos aquí?— preguntó el platinado mirando al dragón de escamas azules y negras durmiendo. Su tamaño era digno de admirar tratando de un dragón jóven, era el segundo más grande de entre los más pequeños de la familia, el primero era el de Aegon. Crius estaba un poco sobrepeso lo que lo hacía verse más fuerte a diferencia de los otros.

—Daremos un paseo con Crius.

Aemond se quedó en su lugar mirando como Nevay se acercaba a la gran bestia hablando para despertarlo. En cuanto los ojos amarillos de la criatura dieron con su jinete, rápidamente fueron a la segunda persona alzando más su cabeza mostrando sus dientes alerta.

•THE CHAOS OF LOVE • § • Aemond Targaryen •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora