"LAZO ROJO"
La plenitud de la entrada de la noche mantenía a la niña de ocho años camuflada al estar bajó el ala de su dragón negro. Toda la pradera estaba siendo bañada por la oscuridad siendo la única fuente de luz en el exterior la luna que brillaba con fuerza en el cielo.
Pero quien pasara cerca del paradero de Nevay y Crius no se percatarían de la presencia de estos dos, bien camuflados.
La joven princesa lloraba hecha un ovillo a un lado de su dragón que la cubría con su ala gruesa. Había salido corriendo ignorando los llamados de Heleane para escabullirse a los pisos de arriba donde pudo llegar a Crius volando de manera sigilosa para alejarse del palacio de Driftmark. Estaba en un monte cerca de la playa, las olas rompían en la orilla ahogando sus sollozos.
Nunca imagino una discusión con Aemond, nunca la quiso. En su pequeña cabeza que iba creciendo conforme a su paso de edad, pensaba que su amistad sería inquebrantable. Una unión que duraría para el resto de sus vidas, y si bien no contó con tener que irse a Dragonstone esperaba poder seguir con el vínculo de amistad con Aemond. Más su desilusión fue enorme al ver como el niño de cabellos plateados ni siquiera se despidió o respondió sus cartas. Ella lo había intentado, no es como si se hubiera quedado de brazos cruzados, incluso planeo ir a visitarlo. Pero su desconcierto ante la indiferencia de su joven tío fue un golpe bajó que la hacía desbordar sus emociones.
Limpió sus lágrimas tras unos largos minutos en que se calmó, se removió un poco saliendo de debajo del ala hasta apoyarse en su dragón. Con su mejilla izquierda pegada al costado de su pecho escamoso y su mano derecha dejando caricias en el comienzo de su cuello picudo.
-¿Por qué no se despidió, Crius?- susurró pensativa.
El dragón soltó un sonido gutural como si le respondiera a su pregunta. La bestia también estaba sintiendo la tristeza que su jinete estaba experimentado en ese momento.
El cuerpo de Crius se tensó de un momento a otro quien se puso más recto con sus ojos agudos mirando hacia el cielo. Nevay notó el como su dragón se había puesto alerta en cosa de un segundo.
-¿Qué sucede, chico? ¿Qué ves?
Sus ojos fueron hacia el cielo buscando por entre las nubes y todo lo que su campo de visión pudiera captar. Pero no divisó nada y le desconcertó el que Crius estuviera a alerta por nada, conocía a su dragón desde que había nacido, sabía perfectamente que había algo por los cielos que ella no veía.
Un tanto nerviosa se puso de pie mirando a todos lados girando sobre sus talones, el viento lograba pegarse a su rostro y tenía que apartarlo con sus manos. Entrecerró sus ojos viendo hacía un monte que estaba cerca del palacio de Driftmark.
Ahí esta.
El colosal tamaño de Vhagar era inconfundible aún a la enorme distancia que existía. Se extrañó el que un dragón saliera a volar a grandes distancias, no era propio ni para un dragón que acababa de perder a su dueño.
Se encogió de hombros, quizás Vhagar era una excepción. La dragona era demasiado vieja y quizás tendría sus mañas que habrá desarrollado con el pasar de los años.
Cuestionándose el que quizás su madre o sus hermanos se dieran cuenta de su desaparición, tomó la aparición de Vhagar como una señal de que tenía que ir a la cama. Subió en el lomo de Crius quien se mostraba más calmado, y sujeto las riendas con fuerza, sus labios temblaron. A esta hora y cerca del mar la brisa marina era potente, ni siquiera había sacado una capa para cubrirse.
Todo el trayecto de vuelta a la casa de los Velaryon se la paso maldiciendo a sus adentros. Tenía frío, incluso su nariz se había congelado al igual que sus mejillas. Ni hablar de sus manos que sujetaban las riendas de forma temblorosa.
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•THE CHAOS OF LOVE • § • Aemond Targaryen •
RandomEl 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗮𝗿 algo puede ser por codicia o curiosidad de cómo será tenerlo en nuestras manos, ¿pero cuándo comienza a ser un problema? Tal vez, cuando lo deseamos con demasiada fuerza casi como una obsesión, o cuando comenzamos a lastimar. Quizás...