Teo

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Recuerdo cuando lo conocí, a Teo. Él tenía 19 y yo recién había cumplido los 18, nos habían invitado a una fiesta en la piscina, mi hermana tenía 17 así que era mi fiel compañera, compartimos el mismo grupo de amigos, las mismas salidas, era mi mejor amiga. Recuerdo estar sentada y sentir la mirada de alguien, algo pesada. Al principio me molestaba, nunca fui de interesarme en nadie, me gusta la soledad y el tiempo libre lo ocupaba en mis amigos o familia. Mi hermana notaba que Teo no apartaba su mirada de mí, así que me obligaba a buscar batidos de fresa para ella, con la excusa de que le dolían los pies. Ilusa yo que iba. Sin embargo no era tonta, era capaz de dar la vuelta entera para evitar a ese chico que no dejaba de acosarme. Fui 3 veces, la última me vi obligada a ir por el otro lado ya que un grupo de chicos estaba tirando a cualquiera que pasara por ahí, ni modos, yo no iba a terminar en la piscina. Comencé a caminar y sentía que mis piernas temblaban, me sentía nerviosa de sentir su mirada sobre mí. Nunca entendí esa forma que tienen los hombres de querer atraparte con la mirada. Mi hermana me había hablado de el, su nombre era Mateo pero todos lo llamaban Teo, hijo de una familia muy tradicional, de hecho, su familia es heredera del castillo de Monells. Tiene un hermano mayor, Emilio el cuál le lleva solamente 3 años de edad. Nunca fui de interesarme tanto en las familias que hay en el pueblo, salvo en la gente que suele ir con frecuencia a la cafetería y me cuentan por horas sus historias de vida, sus viajes de cuando eran jóvenes, de cómo era el pueblo en aquel entonces. Ellos estaban encantados de oír de Argentina, así que intercambiamos historias a menudo.

Estábamos algo acaloradas, por lo tanto era muy buena opción refrescarse en la piscina, mi grupo de amigas se metió enérgicamente mientras yo decidí sentarme en la orilla y meter solo las piernas. Había mucha juventud, no sabría decir dónde se esconden todos ya que nunca los había visto por el centro. No es que recurra a muchos lados, pero tiendo ir a leer al parque que está cerca del centro del pueblo. Como sea, decidí sentarme en la orilla de la piscina mientras mi grupo de amigas se metía entre risas a la piscina.

Mientras tanto, después de mirarlas un rato, sentí la necesidad de revisar mi Instagram y ver a mis amigas de Argentina, algunas de ellas me enviaban mensajes preguntándome cómo era la vida acá en España, si me había acostumbrado al acento, si habían chicos lindos o puros viejos. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me percaté que al lado mío se había sentado alguien listo para hablarme, ya que me miraba fijamente con una sonrisa que lograría conquistar a cualquiera.

-¿Cómo es tu nombre? Nunca te había visto por aquí.

Y es verdad, sólo salía a fiestas del grupo de arte de la escuela. Todavía era algo extraño estar en una fiesta de un curso mayor.

Me reí.

-No solemos frecuentar con mucha gente, me llamo Clara, Clara Berot.

Le pregunté el suyo. Jonas me dijo, hablamos un rato largo. Me resultó agradable ya que teníamos muchas cosas en común, le resultaba muy fácil decir lo que pensaba y yo escuchaba como siempre hago, así que nos llevamos bien. Vio que estaba en Instagram y sugirió seguirnos mutuamente.

-Haremos una fiesta con fogata por la noche, es en la casa de Eric. El chico que está por allí.

Señala a un joven que se encontraba entre su grupo de amigos que al ver a Jonas señalarlo, comenzó a reír tímidamente.Quedaría en enviarme la dirección por mensaje. Nos despedimos y fue de regreso con su grupo de amigos.

Aparté mi mirada y vi como mi grupo de amigas se me abalanzaba pidiéndome detalles de nuestra conversación, al parecer creyeron que había flirteado con el pobre chico, intenté tranquilizarlas para contarles el chisme.

-Nos han invitado a una fiesta, hoy por la noche.

Ellas se alocaron, me causaba gracia ver sus reacciones. Para las chicas, ser parte de ese grupo era importante, amaban las reuniones sociales y ellos frecuentaban hacer fiestas cada fin de semana. Eran la única diversión que podían encontrar de vivir aquí.

Mi viaje de idaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora