Un rayo de luz se asomaba por la ventana, reflejando directamente en mi cara. Trato de buscar mi celular entre las sábanas, son las 11 del mediodía. Me asomo cuidadosamente para ver si Teo aún dormía. Me encontré con el piso despejado, las sábanas y la almohada ya no estaban. Me vestí rápido y eché una mirada rápida en el espejo para acomodarme el pelo. Decido bajar en busca de alguien. Recorro los pocos lugares que conozco de la casa y termino en la cocina, donde Teo se encontraba terminando de preparar el desayuno. No podía creer que se había tomado el tiempo de hacer todo esto. Había intentado hacer unos tipos de panqueques, cortó distintas frutas y las puso en un bowl. Estaba terminando de servir el café cuando se dió vuelta y se encontró con mi mirada curiosa.
-La última vez que me despertaron con un desayuno así, había cumplido 15 años.
Él sólo sonrío como cuándo un niño busca aprobación después de hacer algo lindo. Nos sentamos y comenzamos con el pequeño banquete que Teo había preparado. Realmente era sabroso, le agradecí una vez más por el gesto que tuvo.
-¿Y tu familia?
-Ellos regresarán hoy por la tarde. Yo y Emilio volvimos al pueblo solos. Los viajes familiares se tornan aburridos con el correr de los días.
Dijo mientras comía las frutas que había preparado.
Al terminar, lo ayudé a limpiar. Yo lavaba y él secaba, un excelente equipo. Fuimos al jardín trasero a seguir hablando, mi madre comenzó a llenar el móvil de mensajes preguntando por mí. No tuve opción de decirle que estaba bien y que regresaría en media hora. Nos sentamos en una hamaca que colgaba de un árbol.
-Eso que escribes... sobre el sentirte sola, sobre tu futuro... ¿realmente te sientes así?
Preguntó Teo mientras me observaba con determinación.
-Confieso que suelo exagerar en mis poemas, llevo tiempo sin pensar en cómo me siento.
Respondí, observando la cantidad de latas que yacían sobre la hierba.
Me gusta la soledad pero no la sé lidiar. Nunca fui de hablar con la gente acerca de mis sentimientos o sobre lo que pienso. Teo tenía algo que lograba que me abriera completamente, como sí pudiera ser transparente. No supe qué contestarle.
-Sólo de a ratos.
Le dije.
-Tendré que averiguarlo con el tiempo y soy muy bueno en eso. ¿Tienes poemas alegres o cursis sobre algún chico?
Me sonrojé completamente. Nunca me había enamorado, nunca había estado sentimentalmente con alguien.
-Nunca estuve atraída por un hombre a tal punto de escribir sobre él o dedicarle tiempo absoluto a otra persona. Siempre me enfoque en mí y en mis amistades. Además no creo no estar lista para estar con alguien y dudo que alguien lo este de mí.
Dije. Él me miraba atentamente.
-No dudes de eso, conozco a unos varios que tienen su mirada sobre tí. Pero primero deberán pasar sobre mí.
No sabía a que se refería. ¿Alguien se estaba interesando en mí? ¿Y por qué el se tendría que interponer? Decidí cuestionarlo, era su turno de responder.
-¿Y tú... te has enamorado?
Le pregunté tratando de salir del centro de la conversación.
-No realmente. Pero sería lindo ¿no? coincidir tanto con alguien que no puedas ni imaginar tu futuro sin ella.
Seguimos hablando por un rato más, me llevó hasta casa y nos despedimos. Era agradable pasar tiempo con Teo.
Entré por la puerta y estaba mi familia, desbordando de preguntas. Nunca suelo llegar a casa tarde y si lo hago, es con mi grupo de amigas. Pero estaban todos sorprendidos, comenzaron a cuestionar si estaba saliendo con alguien mientras sentía la mirada punzante de mi hermana, tenía una ligera sonrisa traviesa.
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Mi viaje de ida
Teen FictionLa historia de una joven Argentina, que con su familia se muda a Monells, un pueblo de España. Tras ir a eventos sociales juntos sus amigas logra involucrarse con Teo, un joven 2 años mayor que ella. Logran encontrar una amistad rápidamente pero con...