LA CAÍDA DE SAN ANSELMO

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San Anselmo, ese pequeño pueblo de California rodeado de colinas en el que se respira paz y tranquilidad. El Departamento de Policía nunca ha tenido mucho trabajo, pues la comunidad es muy pacífica y pequeña, todos se conocen y están muy unidos. Si acaso algún que otro robo, peleas de institutos u otro percance nimio distraen al limitado cuerpo de seguridad de sus tareas burocráticas. Ninguno se imaginaba lo que, en un día soleado, cercano al verano, ocurriría en aquella localidad... y en el mundo entero.

Tim está ocupado mirando papeles en la mesa de su oficina cuando el policía de más alto rango convoca al personal a una reunión urgente con voz más autoritaria de lo normal. Lo primero que este piensa es en lo extraño de la petición, no se suelen convocar muchas reuniones y menos aún que sean urgentes. Tim observa las caras de sus compañeros, tan confusas como la suya. A la misma vez, una especie de emoción sube por la garganta del hombre, que espera algo de aventura en ese aburrido trabajo. No se había formado para estar todo el día sentado ojeando papeles.

La sala de reuniones no es tan grande, pero suficiente para sus quince compañeros y él. Joseph, el que los ha convocado, se sitúa de pie frente a ellos con unos papeles en la mano. Todos intentan adivinar qué es lo que ha pasado indagando en la expresión de su cara, pero su rostro pétreo solo muestra seriedad. ¿Un asesinato tal vez? ¿Algo peor, así como un genocidio? Todas las opciones pasan por sus mentes, pero cuando Joseph dirige su mirada hacia ellos y comienza a hablar con determinación todos se callan de una y los corazones comienzan a latir al unísono.

-Mirad, antes de decir nada, quiero que sepáis que yo tampoco lo entiendo. Son noticias muy precipitadas, así que no quiero preguntas, solo que asimiléis la información y acatéis las órdenes -dice con seriedad mirando a cada uno de ellos a los ojos para ver si ha quedado claro-. Bien. Este fax ha llegado hoy de la ciudad vecina, San Rafael -les informa mostrando los papeles que tiene en la mano-. Aquí hablan de un virus, un virus mortal que se está extendiendo como la pólvora, tan rápido que en cuanto acabe esta reunión saldremos enseguida a ejecutar el protocolo.

Los policías que están sentados quieren hacer mil preguntas, pero la dura mirada de Joseph los obliga a permanecer en silencio y este sigue hablando.

-Este virus provoca que la persona enloquezca y arremeta contra toda aquella persona que tenga delante, ejerciendo todo tipo de violencia, incluyendo el canibalismo.

-¿Zombis? -pregunta uno, casi riéndose, sin creerse nada de lo que Joseph dice.

-¡Shh! -lo manda a callar Joseph tajantemente-. No quiero oír de nuevo esa palabra. Esto es serio. Sé que no lo parece, que pueda que nos hayan gastado una broma, pero es oficial y...

Algo interrumpe al jefe. La puerta del departamento se abre. Entran dos policías informando que ha habido varios altercados y algunos heridos. Todos en la sala tragan saliva, cada vez tienen más seguro que esto no es ningún tipo de broma. A los pocos segundos llegan dos personas más, una mujer y una anciana.

-¡Mi padre se ha vuelto loco! -grita la mujer-. ¡Ayúdenos, por favor!

-¡Neil, mi dulce Neil! ¡Ha intentado matarnos! ¡Me ha mordido, mira! -solloza la anciana mostrando su muñeca ensangrentada a los policías.

Joseph abre los ojos, alarmado. Los demás están confusos, entre aterrados y escépticos. Tim cree por un momento que está en algún programa de cámara oculta.

-Señora, tiene que ir a un hospital urgentemente. Uno de nosotros la llevará, nosotros nos encargamos del resto -le dice a la anciana y le hace una seña a un policía para que vaya con ella, pero antes de marcharse lo detiene y le susurra algo, lejos de las dos mujeres-. Una vez que llegues al hospital pide que la confinen en una sala aparte, puede que se haya infectado con el virus este. Y luego lleva a la mujer a un lugar seguro. Ah, y date prisa. Antes de que sea tarde.

Apocalipsis Zeta - Historias olvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora