INDEFENSA

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{ROXANNE}

Suena la alarma que indica el comienzo del día. Independientemente de si tenemos que trabajar o no, es la hora del desayuno y tenemos que levantarnos si no queremos perdérnoslo. Dejo que todo el mundo se levante y corra a los baños y vestidores a prepararse para la jornada mientras hago lo mismo que ellos a mi propio ritmo, malgastando tiempo para perderlos a todos de vista.

-Vamos, Roxy, que te pierdes el desayuno -me dice mi hermana, Rachel, con una sonrisa radiante, ya que después de su exitosa misión en Las Vegas la han nombrado cazadora de zombis y está encantada de comenzar con su primer día de entrenamiento.

Ojalá ser igual de valiente que ella, igual de impulsiva y determinada. Se ha ganado con derecho el mote de "Leyenda" y sus actos han recorrido todo el fuerte. Logró camuflarse entre miles de zombis y no es algo fácil de hacer, aunque parezca lo contrario. Ser uno de ellos requiere una habilidad sobrenatural. Es algo que muchos han intentado y no lograron salir vivos para contarlo. No solo basta con rociarse con tripas y sangre, hay que actuar realmente como un zombi, con movimientos precisos y exactos. Cualquier desajuste o atisbo de miedo rompe el hechizo y los zombis enseguida lo notan.

-Ve yendo, me preparo enseguida -le digo con una leve sonrisa fingida.

Me quedo observando cómo se marcha con Mary. No conozco mucho a la chica que se ha hecho muy amiga de mi hermana, pero parece igual de valerosa que ella. Se han unido dos personas que pueden llegar a ser indomables juntas.

Me dirijo a los baños de chicas cuando la última persona sale en dirección al comedor, dejando la sala para mí sola. Apoyo las manos en un lavabo y me miro al espejo. Mi cabello castaño y desordenado cae en bucles hasta los hombros. Unos ojos marrones me miran directamente. Soy yo. Sé que se soy yo, pero se siente como si fuera otra persona, muy lejos de aquí, adentrándose hasta lo más hondo de mi ser con la mirada. No me gusta lo que veo. No puedo evitarlo.

Todo el mundo ha seguido adelante con sus vidas, incluso tras las muertes de seres queridos. Yo sigo estancada, con Alex. Una lágrima resbala por mi mejilla mientras imagino a la chiquilla rubia a mi lado, sonriéndome inocente y optimista como solo ella sabía hacerlo. La echo mucho de menos. Era mi prima y estábamos muy unidas, desde pequeñas, correteando de un lado a otro entre risas y juegos. Ninguna de las dos nos imaginábamos lo que estaba a punto de pasar en todo el mundo, todo el caos, el peligro, el miedo y las muertes que vendrían. Tan solo éramos dos niñas inocentes que veían el mundo de color rosa. Ahora todo es gris, todo está apagado.

Ni siquiera sé cuánto tiempo ha pasado cuando un par de jóvenes interrumpen mis pensamientos al entrar en el baño. Sé que me he perdido el desayuno, pero no me importa. Nunca tengo hambre y no es la primera vez que me lo salto. Estoy perdiendo mucho peso por eso, pero no es algo que me preocupe de momento.

Tras peinarme, lavarme la cara y ponerme el uniforme celeste de bordes blancos que me identifica como limpiadora, me dirijo a mi habitación de nuevo, donde me recuesto en la cama hasta que llega la hora de trabajar.

Los días pasan y no consigo salir de la situación de estupor en la que me encuentro. Sé fingir que estoy bien ante los demás, pero no logro convencerme a mí misma. Ayer suspendieron a Jack y a Rachel de su puesto de trabajo y les han asignado la misma ocupación que tengo yo, ya que en la misión acabaron muriendo el suboficial y otro soldado y no consiguieron los objetivos establecidos. Por una parte, me tranquiliza saber que estarán a salvo. Por otra parte, el fuerte se siente como una prisión y se desperdicia el talento de dos jóvenes como mi primo y mi hermana. Ambos se ven profundamente afectados, pero lo superarán. Siempre lo hacen.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2022 ⏰

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Apocalipsis Zeta - Historias olvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora