── 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 › 0 1 2

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—¡Regis!

Volvió a sus sentidos cuando escuchó el llamado de su mejor amiga.
La infante princesa Lucyphella, siempre sabía en donde hallarlo dentro del laberinto del ducado Floyen. Era a veces molesto, pero se agradecía tantas veces mentalmente de haberle enseñado el camino correcto a su escondite secreto a esa niña de cuatro años porque en serio se lamentaría demasiado si se perdiera por ese lugar enorme.

—¡Hola! —lo saludó cuando lo tuvo delante suyo.
La infante princesa era menor que él. Sus cuatro años de edad la hacían parecer una adorable pequeña de cabellos negros y ojos magenta—. ¿Qué estas leyendo?, ¿puedo quedarme contigo y leer?

—Princesa Lucyphella... —habían sido tantas preguntas en tan poco tiempo. Regis jamás sonreía, pero para ella todo era distinto. A Lucy siempre le mostraba una sonrisa pequeña— claro, puede quedarse conmigo y leer.

Su amistad inició hace un año. Su madre y la emperatriz solían tener fiestas tan ostentosas de té en la enorme mansión del ducado Floyen, donde ellas y otras mujeres de la alta sociedad solían compartir unas pláticas relacionadas con el gran círculo social del imperio. Aquella vez, la soberana no tuvo elección más que llevar a su hija menor consigo a la fiesta y dejarla al cuidado del hijo del ducado.

—Juega con su alteza real, la princesa Lucyphella. —recuerda el pedido de aquella vez de su madre.
La Emperatriz trajo a la princesa en sus brazos y la dejó sobre el suelo—. Quiero que la distraigas y también quiero que te distraigas tú. Tal vez así puedas estar unos minutos fuera y juega como un niño normal.

—Lucyphella. —la emperatriz siempre tuvo un tono de voz aterrador. Su gran complejidad la hacían parecer una mujer tierna, pero era lo contrario de ello—. Juega con Regis mientras yo y otras mujeres platicamos unas horas en el jardín. ¿De acuerdo?

—Sí, mami. —respondió la menor y fue directo al niño de cabellera platinada.

—No vayan al laberinto del jardín a jugar, ¿sí?, pueden ir a cualquier otra parte, exceptuando el laberinto. —advirtió la Duquesa.
El laberinto había sido construido por el Duque Floyen, padre de Regis, con el único objetivo de ser una obra de arte de piedra y enredaderas, simula ser el laberinto del minotauro, de aquellas grandes historias mitológicas que tanto son del agrado del señor Floyen.

—De acuerdo madre. —tomó la manito de la más pequeña y la jaló directo al jardín.

El lugar estaba desolado. Ninguna sirviente o mayordomo se hallaba alrededor, todos ellos estaban al tanto de la fiesta de té de la Duquesa en la parte oeste de la mansión. Solo tenían a un guardia como vigilante, pero él mantenía la distancia, quería dejar que se sintieran cómodos, sin dejar de estar cuidado de la pequeña hija del emperador, claro esta.

—¡Juguemos a la escondidas! —propuso de repente la princesa. Estaba entrando en crisis al notar que él no pondría de su parte para jugar, antes de su propuesta, el joven niño del ducado Floyen había optado por tomar asiento debajo de la sombra de un árbol y seguir leyendo su libro aburrido de solo letras y no dibujos.

—¿Cómo se juega a las escondidas? —preguntó ladeando la cabeza.

—¿No sabes cómo se juega a las escondidas? —preguntó. Regis negó a la respuesta—. ¿Acaso nunca lo has jugado con alguno de tus otros amigos?

—No tengo otros amigos. —respondió mientras ocultaba su rostro entre las páginas del libro sintiéndose avergonzado de decir tal cosa.

—¡¿Qué?! —sí, era vergonzoso decirlo. Sus mejillas se habían pintado de rojizo, no deseaba que la princesa lo viera y por eso ocultaba su rostro con ayuda del libro—. ¡Entonces, seré yo tu primer amiga! —oírla decir algo así hizo que él bajara de repente el objeto de su cara y la observará con sorpresa, ¿hablaba en serio cuando decía que deseaba ser su primera amiga?—. Te enseñaré a jugar a las escondidas, también al balón, pero creo que mi hermano mayor es mejor en eso que yo.

—No importa. —su sonrisa era linda y era la primera vez que él sonría a otra persona que no fuera su madre o padre—. Yo quiero aprender de ti.

—¡Vamos entonces, deja ese libro y juguemos! —jaló de su mano eh hizo que tirara el libro a un lado.

Por primera vez Regis había olvidado la lectura y la soledad. Había experimentado lo que era divertirse como un niño cualquiera.

—¡Regis!

—Lucy.

El tiempo no había cambiado nada. Él con dieciocho y ella con catorce, seguían siendo los mejores amigos.

—Bienvenida. —y siempre era ella quien iba hacía él. Escasos eran los momentos en los que él iba hacía ella. Siempre eran en ocasiones especiales—. No creí que vendrías hoy.

—Quería mostrarte mi nuevo vestido. —era hermosa, ella destacaba de entre todas las jóvenes del imperio y se debía a aquellos ojos y a aquel esbelto cuerpo. Ese vestido solo hacía de ella aún más hermosa, pero no era la temporada para usar tal vestimenta—. ¿Te gusta?

—Es lindo. —él sabía que ella estaba sufriendo demasiado frío. Se quitó su propio saco y se colocó encima suyo—. Pero no hace un buen tiempo para usar un vestido así. Puedes enfermarte.

—Pero te gustó. Es lo que importa. —estornudó repentinamente.

—Vayamos a un lugar más cálido. —suplicó tomandola de la mano y jalandola dentro de la mansión. Nada cambió, de eso no había duda alguna. Siempre sería él quien la guiará por un camino.

Sin él, no habría salida del laberinto.

—Regis... Regis...

—Mamá. —¿por qué había despertado? El sueño era encantador. Ella y él se sentarían delante de la fogata. Sería ese el momento de su primer beso—. Mamá, ¿quieres que te traiga un poco de agua? Tus labios están muy secos.

—Regis...

—Soy Adri, mamá.

—Adri... —su hijo. El hijo de Regis Floyen. El príncipe del ducado Floyen y su más hermoso error en la vida—. Adri...

—Dime.

—Quiero venganza. —oír tal clase de pedido lo tomó tan sorpresivamente a él—. Quiero que lo hagas sufrir. Hazlo arrepentirse por no habernos elegido.

—Madre, no entiendo lo que dices. —él deseaba dejar de oírla—. Mejor descansa un poco. Traeré un vaso con agua-... —detuvo a su hijo del brazo.
Adri volteó y observó aquellos ojos magenta llenos de lágrimas.

—Él nos despreció. —sollozó la princesa—. Te abandonó, me abandonó... Quiero que lo destruyas. Adri... Destruye a tu maldito padre.

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐅𝐋𝐎𝐘𝐄𝐍 . ¡Father, I don't want to get married!✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora