"𝗣𝗿𝗲𝗳𝗶𝗲𝗿𝗼 𝗺𝗼𝗿𝗶𝗿 𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗽𝗮𝗱𝗿𝗲"
Regis Floyen ha encontrado el amor en un bella mujer. Su familia finalmente estuvo completa con el nacimiento de su primogénita, Jubelian.
***
Antes que ella hubo "alguien m...
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Bennet detuvo el corcel en medio camino para hechar un vistazo a la carroza que venía detrás de él. Cuando tuvo la ventana del vehículo cerca, corrió la cortina de tono turquesa para dar un vistazo al príncipe imperial.
—Su alteza real. —trató de llamar su atención y lo logró, vio aquellos ojos de tono gris mezclado con el hermoso tono claro del azul verlo con pereza absoluta. Debajo de aquella mirada las bolsas negras hacían de ella tan apesadumbrada—. ¿Se encuentra bien? Si lo desea, podemos descansar un poco.
—No ha pasado ni media hora desde que salimos del palacio, Sir. —oyó la voz tan suave y al tiempo que también era seria del hijo de la princesa fallecida—. El ducado no esta tan lejos, tan solo sigue con la marcha. No hay que hacer esperar al Duque.
—Como ordene. —agitó las riendas de su corcel y devolvió su puesta a la cabeza de la pequeña carabana real. Así como el Emperador lo había prometido, Bennet fue un instructor temporal y ahora todo recaía en manos del Duque Regis de Floyen. Adri por instante dudó. Tuvo en mente ir y pedirle a su tío dejar a Sir Bennet como su instructor de por vida, pero manteniendo al enemigo lejos ¿no sería más difícil su derrota?; leyó que a veces era mejor tener a tus enemigos cerca, estudiarlos a fondo y cuando muestren su total ser...dar el golpe definitivo.
Primero tendría que estudiar a Regis. Hallar aquello que es su punto débil. Él comprende que será una tarea difícil, no lo sabrá de un día para otro. Inexplicablemente se sentía ansioso. ¿Qué cara haría cuando lo tuviera delante de él?, ¿sería una buena extrategis fingir ser quien no es ahora, sino el de antes? Sonreír a cada palabra dicha por el Duque...solo espera que su madre, desde donde quiera que esté, comprenda que todo es es puro show.
—¡Su alteza real!, ¡Hemos llegados!
Preparó su mente. Preparó su corazón. Se preparó sus ideas y sus líneas del guión que hizo en cuestión de minutos en su cabeza. Saldría y al primer ser humano que vería del exterior después de haberse confinado en su palacio durante cinco meses, sería a él: su padre.
—Bienvenido su alteza real, Adri Regi Ashet. Príncipe Imperial de Kairos¹. —era tan difícil sonreír. Parecía costarle demasiado el esforzar aunque sea una simple sonrisa—. Es un honor grande que usted halla confiado en mí y en mis estrategias como maestro.
—De pie. —ordenó. Regis y todos los hombres que formaron una perfecta línea de bienvenida al ducado se pusieron de pie al instante. Adri bajó del carruaje y estiró su mano hasta él—. Dejó todo en manos de usted, Duque. —Regis aceptó la mano luego de haber permanecido minutos en completa rigidez—. Por favor, cuide de mí.
«Cuida de mí»
Regis apartó la mano al instante. Esta clase de conducta no pasó desapercibida por Bennet, el cual mostró disgusto total.
