Después de que Julián le abriera la puerta del auto a Refugio, ella subió dándole las gracias y acomodándose en el asiento para luego ponerse el cinturón. El hombre no hizo más que decirle un "de nada" acompañado de una sonrisa y rodó el coche para ubicarse en su lugar y después ponerlo en marcha.
— ¿Es muy lejos? - indagó ella curiosa.
— Un poco, bonita. - informó conduciendo y ella sólo asintió. — Tranquila, no te voy a hacer nada.
— Ya sé que no, Julián, pero me da mucha intriga saber a dónde me vas a llevar. - aclaró con serenidad.
— Descuida, dentro de un rato, lo sabrás. - concluyó sonriendo mientras giraba hacia la derecha y Refugio se atrevió a poner algo de música.
Una hora más tarde, llegaron a la playa, pero Julián le había pedido minutos antes de arribar, que se vendara los ojos, cosa que la morena de ojos verdes, no le agradó mucho pero igual aceptó.
— Hemos llegado. - notificó el juez una vez que aparcó el auto y bajó de éste para ayudarle a su amada.
— Esto me pone nerviosa... - comentó ella cuando Julián tomó su mano y la sacó con cuidado del vehículo.
— Tranquila, querida, no te haré nada. - esclareció nuevamente soltando una risita y la condujo hasta un lugar. — Cuando yo te diga, te quitas la venda. - Refugio sólo asintió y esperó a que él volviera a hablar. — Listo, ya puedes hacerlo. - autorizó mientras se acomodaba a su lado. Así que lentamente, la fémina sacó aquella tela que le estorbaba un poco la vista, abrió sus ojos y al ver todo lo que estaba frente a ella, éstos se humedecieron de inmediato.
— Julián, esto es... - fue lo único que atinó a decir, pues aún estaba asimilando todo aquello y no encontraba las palabras exactas para seguir hablando. El lugar estaba perfectamente decorado con rosas, velas, globos y un sinfín de detalles más que hacían que el corazón de Refugio se desbordara de alegría.
— No digas nada. - pidió y acarició su mejilla con amor. — En este lugar pensaba pedirte que fueras mi novia, sin embargo; no pude aguantarme las ganas y lo hice antes de tiempo, pero aún así, quiero pedírtelo formalmente. Refugio Hernández, ¿Quiere darle usted una oportunidad a este pobre hombre que se muere de amor por usted y que sólo quiere amarla, hacerla feliz y hacerle ver que nunca es tarde para amar? - inquirió con nerviosismo mientras esperaba una respuesta.
— Para este entonces, las mejillas de la mujer estaban siendo invadidas por las lágrimas en ese momento. Jamás se imaginó que Julián le pidiera ser su novia de esa manera. — Yo... acepto, por supuesto que quiero ser tu novia, Julián. - dijo sin titubear mientras lo miraba fijamente a los ojos. La reacción del magistrado no se hizo esperar y con júbilo la alzó en sus brazos para girarla un poco.
— Dios mío, no sabes lo feliz que me hace el saber que has aceptado a este pobre hombre que se muere por ti. - expresó con los ojos un poco llorosos y luego la dejó en el piso con delicadeza. — Pero no quiero que llores, mi amor, eres demasiado bonita para hacerlo. - comentó con sinceridad. — Yo sólo quiero hacerte feliz, Refugio y te quiero como jamás he querido a nadie. - manifestó secando sus mejillas y se acercó a sus labios para darle un beso lleno de amor. Acto que a la mujer no le dio tiempo a decir nada y terminó correspondiendo de la misma manera que él.
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>Julieta se encontraba esa noche en la panadería de su prometido, pues unos meses atrás, Apolinar le había pedido que trabajara con él y ella encantada aceptó.
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Renaciendo a tu amor.
FanfictionRefugio siempre sacrificó su felicidad por sus hijos, dejó de lado a la mujer y sólo vistió a la madre, ahora llegará Julián que hará que renazca a su amor.