Red no está a mi lado cuando me despierto la última mañana de domingo del mes. Las sábanas de su lado de la cama han sido apartadas desordenadamente como si acabara de levantarse, pero el espacio donde debería estar se ha enfriado. ¿Tenía que ir a un rodaje esta mañana? Mi cerebro, aturdido por el sueño, no lo recuerda.
Todo lo que sabe es que Red no está allí, y no está contento con ello.
Con la esperanza de cambiar mi estado de ánimo, busco a tientas hasta encontrar la almohada favorita de Red y la aprieto contra mi pecho. El olor de él persiste en su funda: champú caro y loción de afeitado con especias, y debajo, una esencia que es única para él.
Encuentro el lugar donde el olor a él es más fuerte y entierro mi cara en él, medio dura y cada vez más excitada, pero antes de que pueda reunir los medios para restregarme, el sueño viene a por mí. Cuando vuelvo a abrir los ojos, la habitación está inundada por la luz del sol de la tarde, y un Red completamente vestido está de pie frente a las ventanas, con los brazos extendidos a ambos lados como si acabara de abrir las cortinas.
—¿Qué hora es? —grazno, entrecerrando los ojos mientras me adapto a la luz del día.
Red se gira. Lleva una camiseta y unos vaqueros, nada demasiado elegante, y su pelo parece bonito, pero no tan arreglado como cuando va de camino a una sesión. No hay rodaje, entonces. Tal vez salió a hacer la compra. Por lo visto, cuando tu trabajo es tener buen aspecto, una nevera que sólo contiene cerveza y restos de pizza no es suficiente.
¿Quién lo diría?
—Es un poco más de la una —me dice Red, acercándose a la cama—. Acabo de volver de hacer la compra.
Lo he clavado.
Dios, soy bueno.
—Pero —continúa diciendo Red, hundiendo una rodilla en el colchón— eso no es todo lo que hice. De camino al apartamento, se me ocurrió comprobar el buzón. Ya sabes que he estado esperando que llegue mi licencia de Illinois.
—Mm, ¿sí?
—Bueno, todavía no estaba allí. —Red se sube encima de mí y saca dos sobres aparentemente de la nada, presentándolos ante mí—. Pero estos sí estaban. ¿Sabes qué es esto?
Los sobres son sencillos y la dirección del remitente no me dice nada.
Miro de los sobres a Red, que me observa expectante, y niego con la cabeza.
—Ni idea.
—Son los resultados de nuestras pruebas. —Red abanica los sobres como si fueran naipes. Uno de ellos está abierto por arriba, pero el otro, el dirigido a Yeonjun Cosgrove, está cerrado—. Muéstrame el tuyo y te mostraré el mío.
Mi estúpido cerebro adormecido tarda cinco segundos en comprender de qué está hablando, pero cuando lo hace, me invade una excitación total. Le arrebato la carta a Red y, con un golpe de pulgar, abro la solapa superior. Dentro hay una hoja de papel doblada, que saco y leo.
—¿Y?—pregunta Red—. ¿Cuál es el veredicto?
Le doy la vuelta a los resultados para que pueda verlos.
—Negativo en todos los casos.
El brillo en los ojos de Red me lo dice todo, pero de todos modos saca sus resultados y me los muestra. Son idénticos a los míos, con la excepción del nombre del paciente que aparece en la parte superior: BEOMGYU REDFORD, el odiado nombre legal de Red.
Me da tiempo a leer toda la lista de resultados de las pruebas, así que no me sorprende cuando sus labios se mueven y dice:
—Lo mismo.
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HellFire 《Yeongyu》
FanfictionHISTORIA CON CONTENIDO ADULTO, SI NO ES DE TU AGRADO ES MEJOR QUE NO LEAS Yeonjun sabe bien que le gustan las mujeres, pero por su mejor amigo de la infancia, Red, podría ser la excepción a su regla, después de todo, en la secundaria exploro el exqu...