Capítulo 10: "Tú no eres real"

111 14 72
                                    


Deidara

Tenía la ligera sensación de que lo que había sucedido había sido una pesadilla. La respiración pesada sobre mi piel, los susurros aterradores con una voz paralizante pero hermosa a la vez y el confuso sentimiento de desear que nunca terminase de susurrarme palabras hirientes, porque lo merecía y porque no quería dejar de escuchar esa voz. ¿Era una pesadilla? ¿Un simple sueño? ¿Una alucinación? ¿O Itachi Uchiha realmente había estado en mi habitación susurrándome que yo le pertenecía y haría conmigo lo que deseara? Era... espeluznante y excitante. Su perfume se había quedado conmigo, pero no podía afirmar que realmente había sucedido, porque yo había estado inconsciente.

Las semanas de recuperación habían pasado rápido. Todavía no podía moverme exactamente bien, pero mis costillas ya estaban mejor. Todo había sanado lo suficiente como para poder pararme y caminar un poco. Ya podía regresar a la prisión y terminar de recuperarme allí. Lo único nuevo que llevaría sería la escayola en mi brazo roto, al que le llevaría unas cuantas semanas más recuperarse del todo.

Me habían dicho que... alguien adinerado había pagado una internación en condiciones. Yo sabía que había sido el señor Bennett el que se había tomado la molestia nuevamente de pagar mis gastos médicos, pero... algo me decía que me estaba equivocando, porque, cuando había estado en aquella habitación, había escuchado algo un poco diferente, pero lo había adjudicado a una alucinación, porque... ese hombre Uchiha nunca podría hacerse cargo de salvarle la vida al asesino de su hermano.

Regresé a prisión... Mi mundo reducido a cuatro paredes otra vez y la esperanza de que lo que me había ocurrido no sucedería otra vez, pero ya me habían dicho que la prisión les pertenecía a los Uchiha y supuse que serían muy vengativos. ¿Qué sucedía cuando los que debían mantenerte seguro eran los que deseaban matarte? Si hubiera podido, se los habría hecho más fácil y me habría quitado la vida hacía rato, pero Sasori no me había dejado en paz un segundo. Sería peor al regresar.

Cuando volví, me enviaron directo a la consejería. El tipo a cargo había regresado y era hora de ponerme a hacer algo. Cuando llegué a su oficina, me recibió una cara amable y permitió que me sentase.

—Deidara, ¿verdad?

—Sí—respondí y miré cómo se le formaba una sonrisa.

—Hola, mi nombre es Iruka Umino. Es un placer conocerte—me extendió una mano y la tomé confundido.

—¿No se supone que no debes saludar de mano a un preso? Pueden lastimarte...—se rio un poco ante lo que dije.

—No me lastimarías. Además, me llevo bien con ellos. Son como niños—tomó una libreta donde tenía anotaciones—. Estuve ausente durante tu llegada y no pude asignarte una actividad, pero tu tutor me dijo que eras bueno en manualidades y las artes en general.

—¿Sí? —me miré el brazo, dándole a entender que no podría hacer nada en un buen tiempo.

—Entiendo tu situación. Lamento mucho lo que te ocurrió hace dos meses, pero, cuando te recuperes por completo, podrías ser parte del taller de tallado y arcilla. Tu compañero Sasori también está en ese taller—me mencionó y asentí.

—¿Qué hacen exactamente? ¿Platos y recipientes? —pregunté desinteresado, porque no me esperaba la gran cosa en una prisión.

—No exactamente, aunque, si quieres hacerlo, podrías. Sasori fabrica muñecos de ventriloquía y otro tipo de muñecas interesantes. Casi parecen de porcelana cuando las termina de pintar. Hay otros presos que hacen figuras con arcilla o jarrones. Lo que quieran hacer. Todo se vende fuera o se dona a los niños en caso de los muñecos. Las ganancias serían para tu mantenimiento en la prisión. Es tu paga por el trabajo—me explicó y me enderecé mejor en la silla.

Del asesino de mi hermano [ItaDei. Yaoi] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora