Narración en tercera persona
Yamato ya se lo había marcado en una oportunidad: él tendía a aferrarse pronto a las personas que demostraban una pizca de compasión o pena. Lo había demostrado en más de una ocasión. A pesar de ser consciente de ello, no podía evitarlo. Se había aferrado demasiado a Sasori y no se apartaba de él en ningún momento. Su corazón latía con fuerza cada vez que el pelirrojo lo miraba.
—¿Me pasas esas pinzas? —le preguntó Sasori con voz suave y Deidara tardó en reaccionar, porque estaba hipnotizado en el movimiento de las manos de su compañero de celda.
—¿Estas? —preguntó dudoso al señalar unas pinzas y Sasori asintió.
Estaban en el taller, como cada martes. También era el día de visitas, pero ninguno de los dos recibía visitas, excepto Deidara, que, últimamente, recibía visitas sólo de Itachi Uchiha, pero no sabía cuánto duraría aquello. Ni siquiera sabía por qué el joven Uchiha se tomaba las molestias de visitarlo. Todavía no podía adivinar sus intenciones. Tal vez sólo estaba jugando con él para después burlarse o llevarlo hacia una trampa. Sin embargo, cada vez que lo miraba a los ojos y escuchaba el suave: "deseo ayudarte", se derretía en la esperanza de que esas palabras fuesen ciertas.
—¿Qué es lo que te tiene tan pensativo? —preguntó Sasori curioso por saber lo que pasaba por la mente de su rubio amigo.
Deidara estaba cerca de Sasori, demasiado cerca. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Miraba por encima de su hombro las actividades manuales que el pelirrojo hacía mientras percibía el aroma de su cuerpo. Estaba completamente cautivado desde que se había dado cuenta de que Sasori le gustaba un poco. Aquella cualidad, quizá mala cualidad, de aferrarse demasiado pronto a las personas le había jugado una mala pasada con Hidan, pero Deidara no aprendía la lección.
—¿Crees que venga hoy también? —le preguntó Deidara y Sasori lo miró de reojo.
—¿Quién?
—Él...—observó a su alrededor y, aquel día, había más presos en el taller.
Pudo observar a otro chico pelirrojo y a un chico de cabellos naranjas. Ellos estaban con las muñecas que Sasori había construido y pudo ver que eran huecas. Tenían una pequeña puerta en la espalda y ellos les colocaban unas bolsas con algo blanco por dentro. No prestó mucha atención y pensó que era parte del proceso.
—¿Quién es él? —le preguntó con más seriedad sabiendo a quién se refería—. ¿Te refieres al Uchiha?
—Sí—le alcanzó la lija para dejar suave la madera.
Los movimientos de Sasori se volvieron más bruscos y toscos, como si estuviese molesto de sólo escuchar aquel apellido. Aunque, no sabía qué le molestaba más. Escuchar sobre los Uchihas le irritaba, pero saber que uno de ellos visitaba a su protegido lo enervaba mucho más por alguna razón. ¿Cuál era el propósito de aquellas visitas?
—Me gustaría saber para qué viene a visitarte—expresó su inquietud.
—Dice que quiere ayudarme. No sé si sea cierto—también expresó sus dudas Deidara, pero le daba un voto de confianza.
—Estás aquí por ellos. No veo en qué podría eso ayudarte—dijo con el ceño fruncido mientras no le quitaba la vista a su trabajo, el cual se volvía torpe cuando estaba enfadado.
—Dice... que quiere reunir pruebas o qué sé yo... Tampoco sé si eso ayuda a estas alturas—tomó al pequeño gato que tenía el tamaño de un peluche mediano y comenzó a darle los toques finales.
—¿Pruebas de qué? Todos saben que fue un accidente.
—Si supiesen que yo iba con otra persona que me estaba incitando a ir a máxima velocidad mientras consumía, entonces, compartiría la culpa con esa persona y mi condena se reduciría. Incluso, podría quedar en libertad. Tal vez me darían prisión domiciliaria o algo así—explicó lo que su abogado le había dicho en alguna oportunidad.
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Del asesino de mi hermano [ItaDei. Yaoi] [+18]
Romance-«Si mi vida tuviese que describirla como un sueño, entonces, sería una pesadilla, la cual se fue transformando en un sueño aceptable hasta llegar a convertirse en una fantasía inimaginable para pasarse a la realidad y golpearme a la cara. Despertar...