Una noche a tu lado [OS Maitake]

Único Capítulo

Aclaraciones.

- Total de palabras: 2319

- No hay viajes en el tiempo. (Fuera del mundo de Tokyo Revengers)

- No apto para personas sensibles.

- No hay una relación tóxica.

- Pareja única: Maitake.

· Takemichi Hanagaki.
- 21 años

· Manjiro Sano (Mikey).
- 17 años

- Au fantasía | - Leve mención de lemon BL | - Angst | - Mencionó de una muerte

- Sino es de tu agrado la relación de chico x chico o el contenido de esta historia, te sugiero que no lo leas, salgas del libro y que tengas un excelente día. (O dependiendo a que horas estés leyendo)

- Los personajes no me pertenecen, son de Ken Wakui.

- Historia 100% mía.

- No acepto ninguna adaptación o copia.

⚠️ No pago terapia ⚠️

Disfruten del OS 😸😸.

Después de un largo día, la noche hizo su aparición; las estrellas hacían presencia en el cielo oscuro, mientras todo ser vivo yacia durmiendo. Solo a excepción de una persona cuya anhelaba que fuera de noche; Takemichi Hanagaki, ese pelinegro de bellos ojos azules, estaba terminando de colocar comida en un altar.

Ya cuando estaba todo ordenado, se arrodilló, juntó ambas manos, cerró sus ojos y comenzó a rezar. Así estuvo un par de minutos.

Al terminar, abrir sus ojos, solo sonrió con dulzura a una foto que estaba en el centro de la mesa.

Se levantó del suelo y se dirigió hasta la entrada de su pequeño hogar. Salio.

Se acercó hasta la orilla de un río que pasa cerca de su casa, desde hace cuatro años que Takemichi ha vivido en el campo. Ama mucho la naturaleza, ese ambiente de tranquilidad y que lo llena de paz, lo mantiene feliz y libre con tan solo sentir el viento que choca de forma ligera en su piel y caricia suavemente su rostro.

Miraba por ambos lados, como si estuviera buscando algo o esperando a alguien.

— ¿Ya será la hora?. — susurrando preguntó

Takemichi miró hacia el cielo, quedándose observando a la luna llena de esa noche. Era muy bella.

Estaba tan centrado en sus pensamientos que no escuchó la llegada de alguien.

— Aquí estoy, Takemitchy. — una voz que ya conocía muy bien el ojiazul, llamó su atención. El ya nombrado volteó hacia atrás y pudo ver a la persona que esperaba con anhelo; un pelirrubio cenizo de ojos oscuros como la propia noche, de piel blanca, que le sonreía con dulzura mientras estaba parado algunos metros lejos de Hanagaki.