Capítulo 29

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Maratón 1/2.

Malakai.

Diciembre 11, 2024.

Mi ojos clavados al techo de mi habitación sin poder evitar los recuerdos que invaden mis pensamientos.

Recuerdos inventados por mi mente, recuerdos que no existen. Pero que hubiera deseado que sucedieran.

Ella embarazada, tocando su vientre abultado, enterarme de que no era un bebé si no tres. A lo mejor mi asombro hubiera sido mejor al que tuve en medio del dolor y la traición que sentí cuando la hayamos bailando con el imbécil de Cadmus.

Me incorporo presionando las sábanas en mi puño derecho.

—Maldito bastardo… — mascullo entre dientes — Siempre metido donde no debes…

Paso las manos por mi  cabello, mi torso desnudo se tensa y me levanto del todo yendo a mi sofá donde reposa mi pijama. Salgo de la habitación una vez puesto y camino donde necesito para calmar esta puta manera en la que me siento constantemente.

Frustrado, dolido y como una puta niña con ganas de llorar y matar a todo el que se me atraviese.

Me posó en la puerta del lugar y la abro caminando a ver lo que tanto me calma.

Siento un arma ser activada y sin siquiera voltear levantó la mano en señal de que soy un Lyall y no cualquier puto desconocido.

—Lo siento señor…

—Esta bien, para eso te pagó. Ahora largo — sigo mirando lo que tanto eleva mi pecho y lo que me hace bien cada que me sonríe.

—Con su permiso…

La puerta se cierra y me quedo viendo a mi pequeña loba rebelde. Paso la mirada por Maximus y también por Marrok quien duerme con el ceño fruncido y sus puños apretados.

Mi vista vuelve a Megh quien tiene toda mi atención y me roba un suspiro. Se que no hay que tener preferencias pero es inevitable ya que ella se a robado mi corazón por completo. En cambio los niños se llevan mi admiración por su inteligencia ella se roba la ternura que tengo en el fondo de mi ser.

Alcanzo su mejilla color carmín y la acaricio. Me apoyo en el barandal de su cuna observando atentamente su respirar, como su pecho se infla subiendo y bajando, como suspira de vez en cuando y mueve sus pequeños labios rosados en forma de pez.

—No creas que dejaré que tengas novio tan pronto — murmuro — No cualquiera tendrá el privilegio, si quiera de mirarte mi loba rebelde.

Sus cabellos castaños un poco más claros que los de su madre resaltan, también el verde de sus ojos que ambos compartimos. Unas pequeñas pecas adornan sus mejillas y nariz. Es perfecta como su madre, pero es audaz como los Lyall.

—Eres un bendito Karma nenita.

Su piel suave de bebé me hace sonreír. No me canso de verlos y admirar la hermosa creación que dos personas pueden hacer. No estoy ciento por ciento seguro que uno de ellos es mi hijo biológico. Pero en mi corazón los tres.

Revisando cuna por cuna a cada uno de ellos, y que estén bien, acobijándolos, revisando ventanas y asegurándome de que estén seguros me dispongo a salir cuando la puerta se abre y la silueta de Phebe en el umbral me hace alzar la vista.

—Ya es muy tarde. ¿No puedes dormir? — inquiere acercándose y detallando a los pequeños.

Poco puedo ver el azul de sus ojos, pero lo tensa que se pone con mi cercanía dice muchas cosas.

—Al parecer no soy el único… — observo su perfil y como se lame los labios. Paso saliva conteniendo mis locos instintos.

<<No es el lugar>>.

Observa a nuestros hijos, con cautela de no hacer ruido se acerca a mi alzando la cabeza para poder verme. Sus ojos brillosos iluminados por la luz de luna demuestran aflicción.

—¿Qué sucede nena? — alcanzo su mejilla ahuecándola y rozando con mi pulgar.

—Tengo un mal presentimiento — espeta tensándome — Uno que no me abandona hace días, e querido evitarlo haciéndome creer que solo son estupideces… pero. Estos no desaparecen y…

Intenta alejarse pero no se lo permito y la atraigo a mi pecho rodeándola con mis brazos y apoyando mi barbilla en su cabeza. Permite que la cubra y relaja su cuerpo abrazándome también.

—Creo que me estoy volviendo loca y… y tengo mucho miedo.

—Te entiendo cariño — aflojó tomando su rostro en mis manos — Entiendo ese sentimiento y prometo que haré lo posible porque te sientas segura…

—¿Y si no puedes hacerlo? — replica negando — ¿Y si quieren dañarlos, y si…?

—Shh, no lo permitiré, ninguno lo hará. Tranquila.

La atraigo a mis brazos depositando besos en su cabeza, inundándome de su aroma e inundándome de sus temores que ahora son míos. Que nuestra seguridad, sea una cualidad no quiere decir que el miedo no exista.

En estos momentos están más presentes que nunca, mi familia está en riesgo. Mis hijos, mis padres, mis hermanos, la mujer que amo… mi gente. Todos ellos son mi familia y el sopesar perderlos me abruma pero no me espanta.

Nada lo hace, y acabar con quienes atormentan a mi familia es la mejor opción. Muerto el enemigo podré conciliar el sueño. Mataré a quién sea que amenace mi paz y obtendré venganza si alguno de ellos la perturba.

—Ya es tarde — susurra mandando vibraciones a mi pecho.

Suspiro al no querer que se aparte. Pero la libero al notar que quiere imponer su estúpida distancia. Ya la conozco por completo y…

Confieso que cada que la veo la imagino desnuda. No puedo evitarlo soy un puto pervertido con ella.

—Ve a la cama, yo me quedaré un poco más — me volteo evitando su cercanía que tanto duele.

Siento la calidez de su mano y como entrelaza sus dedos con los míos y alza mi mano depositando un beso.

—Qué me arrojarás agua fue el peor día de mi vida, el cual terminó siendo…

—El mejor día de tu vida — completo su frase evocando El día en la gasolinera.

Sacude la cabeza y frunzo el ceño.

—No, ese sigue siendo el peor día de mi vida — suelto un bufido y ella medio sonríe — Pero, fue el día que te conocí por lo que en algún momento podría ser el mejor…

—Admite que estas vuelta loca por mi. No se lo diré a nadie…

—Ok, ahora si me voy a dormir — se suelta yéndose a la puerta.

Me toma dos segundos darme cuenta que no la quiero lejos y la persigo saliendo detrás de ella. La niñera que permanecía afuera entra de inmediato.

Su caminar es espléndido que ninguna modelo se le compara aún así este descalza <<Manía de ella que tiene>>.

Antes de que se adentre del todo a la habitación la jalo poniéndola de espalda y acorralo contra la pared logrando que me mire fijamente. Sus ojos en medio de la oscuridad recorren mi rostro y los míos no pierden detalle del suyo…

Me abalanzo a su boca como un poseso y ella responde abriendo su boca dándome el si que necesitaba. Degusto sus labios y el dulzor del labial con sabor a chocolate que siempre a llevado. Suaves y semi carnosos que tanto adornan su rostro y la debilidad de los Lyall.

Ella jamás a sido una mujer cualquiera, no pudimos olvidarla en dos años y menos lo haríamos ahora.

Nos separamos en busca de aire y me aparto dándole su espacio. Mismo que ella acorta acercándose y tirando de mi para entrar en su habitación donde a trompicones la tomó nuevamente alzándola desde su trasero, enrolla sus piernas en mis caderas y se aferra a mi cabello tirándolo.

—No te vayas — susurra en mi boca.

—¿No creerías que me iría o si? — inquiero logrando que sonría entre besos.

Me acerco a su cama dejándola en ella y quitando la bata de seda que la cubre encontrándome con más seda en su cuerpo. Se encoje de hombros y quito la camisola admirando sus montículos que adornan su cuerpo.

—Hermosa — la elogio acercándome a ellos sin poder evitar lamerlos.

—¿Me contestarías una pregunta? — jadea ofreciendo su cuerpo.

—Ajam…

Sigo lamiendo sus pechos, y enterrando mis dedos en su carne, me coló entre sus piernas y la llevo a la orilla del colchón cerniéndome sobre ella.

—¿Dónde está Cadmus?

Su maldita pregunta me descoloca deteniéndome en el acto. Observó su rostro y lo firme que está con la pregunta.

Me incorporo alejándome de ella con el dolor de huevos que cargo y sobando mi dureza. Aunque la ira que yace en mi interior ahora mismo haga su trabajo y mate toda necesidad biológica que había causado.

—No te vayas y respóndame con la verdad — sentencia.

Esbozo una sonrisa y niego. Es una maldita muy astuta al parecer.

—¡Llámalo! No te contesta acaso.

Se ríe irónica.

—Eso ya lo hice y envía mensajes diciendo que esta ocupado. Creen que soy estúpida, que no sabría que no es el quien me contesta.

—Si eres tan inteligente como presumes no le enviarías mensajes a alguien que no es el entonces — me encaminó a la puerta y se me atraviesa aún semi desnuda.

—Ustedes lo mataron ¿verdad? — asegura con temor y me tenso presionando mis puños — Por favor Kai, se que no debo preocuparme por el… solo quiero saber si esta vivo.

—No, no deberías. Ahora muévete que siempre arruinas todo.

Le gruñó molesto por hablar de ese maldito imbécil, ¿Qué tanta mierda le importa si vive o no?

—¿Yo, arruinar? Ustedes se inmiscuyeron en mi vida abruptamente y soy yo quien lo arruina — se aleja de mi buscando su camisola.

—No entiendo de que tanto te quejas cuando fuiste tu quien nos impidió ser padres — la enfrentó de frente viendo como se viste ya enojada — Te interesa otro más que nosotros. No aceptas de una puta vez que tu lado es aquí.

—Porque ustedes lo decidieron por mi — alza la voz — Jamás vieron por mi, solo buscaron su maldito bienestar y yo fui lo suficientemente estúpida para caer ante ustedes.

—No te hagas la mojigata que muy bien que lo  disfrutaste y sigues haciéndolo — replicó apuntándola ya cansado de que siempre saque en discusión el maldito pasado — Madura de una puta vez y date cuenta que no somos el puto enemigo por quien te preocupas.

—No, no lo son. Solo son la maldita espina que causa una herida en mi corazón y aturde mi cerebro.

Resoplo viendo como sus lágrimas inundan sus ojos y se voltea evitando que la mire.

—¡Puta mierda! — me molesta verla llorar por mi maldita culpa y me enoja que prefiera a otro.

Me acerco a ella asiendo acopio de mi cordura y cuando mis manos se posan en sus hombros ella se aleja.

—Puede que no seamos el puto príncipe azul que querías para tu vida, pero somos quienes realmente se preocupan por ti. Unos malditos animales que no hacen más que velar por tu sueños y el de nuestros hijos — espeto — Si tu deseo es, no estar con nosotros o a lo mejor es conmigo — paso saliva de solo pensar que solamente soy yo el problema y el dolor en mi pecho se hace presente — Como sea, no me interpondré en tus decisiones, pero el bastardo de mi primo ya no es tu problema.

Se voltea entendiendo lo que le digo y lo que al parecer es lo único que le importa <<Cadmus>>.

—Ya no tienes, ni tendrás ninguna puta misión suicida y lo que suceda con el, que ya no te importe — me acerco a ella y tomo su rostro — Escúchame bien lo que te dejaré muy claro. La maldita pelea no es tuya, y si quieres ayudarnos cuida de nuestros hijos y ya está.

—Eso es lo que estoy asiendo, como también de ustedes — replica molesta alejándome — No me creas idiota y mi maldita misión suicida te tiene con vida aún.

Suelto a reír mientras niego.

—Ok mujer maravilla, gracias por tu protección…

—Si, búrlate todo lo que quieras, pero el alemán los iba a matar en Halloween.

Se aleja de mí entrando a su cama y niego. Sin aportar más a la discusión salgo de la habitación.

Quisiera quedarme entre sus brazos y saborear su dulce boca, pero en este momento no merece la pena que me desgaste en demostrarle cuanto me importa.

Porque no lo quiere ver, nunca a querido ver… Muchas veces las palabras sobran cuando demuestras lo obvio. Pero su terquedad no la deja asimilar que nos a tenido desde el día uno, que nos volvió loco con su tierna mirada… pero eso no es suficiente para una maestra que necesita la ecuación y no sólo el resultado.

Vuelvo a la alcoba de la cual salí anteriormente y me voy directo a la cuna haciendo que la niñera se levante, se sienta de inmediato al notarme como me llevo a mi hija en los brazos. Se acomoda en mi pecho y la llevo a mi alcoba dejando su cabeza y mitad de su cuerpo en la almohada frente a mi rostro.

—Tu si me amaras sin importar lo bestia que sea ¿Eh? Mi pequeña nenita — Acaricio su mejilla quitando el mechón castaño de su pequeño rostro y su suspiro me indica que si — Te amo, a ti y tus hermanos revoltosos…

***

Melker.

Diciembre 25, 2024.

Siento que golpean mi rostro constantemente, una y otra vez con unas pequeñas manos…

Abro uno de mis ojos viendo como Maximus me golpea sin piedad y se le suma la pequeña Megh quien viene armada con un arma de juguete. Me levanto abruptamente haciendo que caigan por los costados de la cama.

Están dementes y ríen a carcajadas. Tomo en brazos a Maximus haciéndole cosquillas a su panza. Llevan pijama y apenas amaneció del todo.

—Papi, si seguimos despertándolos uno por uno se hará tarde para abrir mis regalos — Accalia se cruza de brazos en el umbral y observó a mis hermanos con rostros adormilados.

—Levántate que falta la bella durmiente — masculla Micah.

—Quítenlos — señaló a los mocosos que siguen en plan de ataque.

Los toman a la fuerza mis hermanos y me incorporo en short causado que me tenga que poner más ropa, mientras observó como Accalia hace muecas de asco mientras se voltea mirando hacia otro lugar.

<<Enana malcriada>>.

Caminamos todos a la habitación de Phebe quien últimamente se la vive distraída. Aún haciendo todo lo que una madre hace, pareciera que no viviera en la tierra y su humor es fatal, alejándonos a cada nada. Exceptuando a uno que la coge a cada nada.

Máximo.

Es el quien entra primero.

—Despierten a su madre — espeta logrando que los niños incluida Accalia salten a su cama.

—Mami, mami ya llegó Santa — los gritos de la enana no se hacen esperar.

Mientras que los trillizos balbucean y ella abre los ojos estirando sus brazos y abrasándolos a todos al mismo tiempo.

—Mis amores. ¡Ya es navidad! — los ataca a besos y se incorpora dejando ver su lencería transparente — Carajo.

Se mueve rápido tomando un albornoz y tapando su escultural silueta. Mis hermanos son de los que no se pierden detalle por más encabronados que estén.

—Vengan. ¿Bajamos?

—Buen día muñeca — escucho murmurar a Maxi mientras unos besos resuenan y ella se ríe.

—Maximus, detente — le grita al rubio y corre detrás de él antes que se suicide en las escaleras — Cariño, ya te he dicho que los escalones son peligrosos.

—Si, si, si — empieza a cantar.

Lo alza en sus brazos y baja con el mientras que los demás toman al resto. Cuando llegamos a bajo la Pelinegra chilla bajando de los brazos de su padre y corre al enorme pino de navidad de al menos 3 o 4 metros de altura adornado de plata…

—Mamá, mira todos los regalos que me trajo Santa…

—¿Santa? — cuestiona divertida hincándose junto a ella.

—Ya se que no existe. Pero mis hermanitos no lo saben — murmura queriendo hablar bajito pero la hoyemos y mis hermanos ríen — Seré la protectora de la verdad.

Sentencia parándose firme, y me toca sentarme en el sofá viendo como los pequeños se vuelven locos por la cantidad exuberante de obsequios que no usarán. Pero el derroche en porquerías es lo habitual y no encontrarán uno o dos regalos para ellos jamás.

Son muchos regalos los que le piden a su madre abrir y quien sonríe haciendo cara de asombro cada que abre uno. Juguete tras juguete, autos de juguetes de las mejores marcas y más caros, motos, camisetas de  fútbol y Basquetbol, al igual que pelotas de béisbol firmadas por los más grandes y famosos jugadores. Animales exóticos de los cuales son traídos por los empleados.

Una boa aparece en los brazos de uno de los empleados haciendo que Phebe salte de miedo, un jaguar bebé, insectos y más animales exóticos que están en sus terrarios y lugares de esta mansión. La cual está adaptada para ello.

—No era necesario… ¡Es demasiado! — observa con asombro como los niños juegan con todo.

—Nunca es demasiado cuando eres billonario muñeca — suelta Máximo y ella niega.

—Hay límites…

—No para nosotros — sentencia Maxhell — Ahora disfruta…

Por un segundo creo que va a replicar, más cuando abre sus carnosos labios para hablar pero no lo hace y esboza una sonrisa. Todos nos damos una mirada y a sentimos.

<<Nuestra primera celebración como familia>>.

Los niños enérgicos que prueban uno y otro juguete, y que lo disfruten porque esto no sucede a menudo cuando tus padres son unos mafiosos.

Mats habla por teléfono y minutos después entra el joyero que hace que Phebe se sorprenda al conocer al hombre quien sostiene una caja entre sus manos.

Ella se levanta del suelo ajustando sus ropas, yendo a recibir al hombre. Ya que ninguno lo hace. Kai, Micah y Máximo juegan con los pequeños y Maxhell ayuda a Accalia con una casa de muñecas sosteniendo el manual donde ella ensambla las piezas seriamente.

—¿No debería estar con su familia? Es navidad — inquiere después de estrechar su mano. Hasta le regala una sonrisa al viejo.

—No se preocupe señora Lyall, mi trabajo es mi vida — inquiere el joyero y ella tose cuando la nombra por nuestro apellido.

—No soy una L…

—Vaya al punto — le indica Mats, interrumpiendo la corrección de Phebe quien voltea a verlo de malas.

—Le he traído un obsequio de Santa Claus — inquiere logrando que ría entre dientes al igual que mis hermanos.

—¡Oh por dios! — su tono de voz de burla es palpable — ¡Pero que generoso es Santa!

—Solo para ricos es el privilegio, cariño — inquiere Kai y esta le hace una mueca.

—Bien, muéstreme — le indica al joyero quien abre la caja enseñando el collar de oro blanco con un lobo de dije quien sus ojos brillan por diamantes incrustados. — Carajo…

Se cubre la boca asombrada tomándolo con cuidado entre sus manos y dándonos una mirada que nos hace tensar cuando sus ojos brillan al querer llorar. De felicidad o de tristeza no lo sé bien desde mi punto de vista… solo se que no se lo esperaba.

—Collar de oro blanco, diamantes y detalles en oro rosa. Lobo esculpido a detalle y también consta con GPS a su nombre. Resistente que para arrancarlo deberían intentar al menos 10 veces…

El joyero le detalla todo el ejemplar único, ella voltea a cada a nada para vernos con cada cosa que suelta el viejo. Como la duración de tiempo, de donde es el oros y los diamantes. También como cada uno colaboró en el diseño de esa cosa. Llamado Lyall-Wolf.

—Una M y una L, son demasiado egocéntricos — observa los detalles del broche — Además de tóxicos ¿No es mucho, el localizador?

—No — espeto — Ahora ven aquí — le indico con el dedo que venga a mi sitio.

Se cruza de brazos y alza las cejas desafiándome. Pero es Accalia quien interfiere.

—Ve mami, quiero ver como te queda — la jala hasta a mi lugar y me levanto del sofá frente a ella quien me entrega el collar.

—¡Esto es demasiado! — murmura tomándose el cabello mientras se gira dándome una excelente vista a su cuello, sigo observando como su clavícula se marca y se tensa cuando me acerco más a ella.

Su aroma natural inconfundible que me hace respirar profundo queriendo que se impregne en mi. Rozó su cuello apropósito para sentir su cálida piel, sus vellos se erizan y pasa saliva.

—Ahora, eres aún más valiosa preciosa — susurro en su oreja para ambos. Relame sus labios y mueve sus pies inquieta, me acerco aún más a su oreja — ¿Tan pronto se te humedece, ahí abajo? — intenta voltearse, pero no la dejo y cierro el broche — Calmada, que tu noche buena aún no llega.

—Eres un cabron — masculla entre dientes y sonríe a Accalia.

—Te queda hermoso mami ¿cierto papi? — está niña…

Maxhell carraspea y asiente. Los niños se divierten mientras Phebe se despide del joyero agradeciendo que viniera hoy… que le paguemos millones retribuye cualquier cosa.

Los niños juegan hasta que se cansan y caen dormidos, las niñeras cuidan de ellos y Phebe se va a su habitación a vestir por que la promesa de nuestra noche inolvidable no a comenzado…

***



Continuará.



Más Pureza Más Maldad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora