CHAPTER III: The Heirs of the Dragon

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La pérdida de la reina aún parecía irreal, como un cruel sueño del que todos anhelaban despertar

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La pérdida de la reina aún parecía irreal, como un cruel sueño del que todos anhelaban despertar. Aemma no solo era la reina o la esposa de su hermano, era la mujer que lo había criado desde que era un niño, su segunda madre. La noticia de su muerte había sumido a todos en un profundo dolor y desolación.

Ella había muerto, y con ella se había llevado también la vida de su hijo recién nacido. Rhaegar sintió el peso de la culpa sobre sus hombros, sabiendo que la obsesión de su hermano por un heredero había desencadenado esta tragedia. Los dioses parecían crueles al llevarse a ambos en un mismo día.

Rhaegar abrazaba a su sobrina Rhaenyra, quien estaba sumida en un profundo dolor y devastación. Su mirada reflejaba la tristeza y el vacío que ahora llenaba su corazón.

Después de la muerte de Aemma, Viserys se había encerrado en su propio dolor, ignorando a su hija y sin ofrecerle una palabra de consuelo.

— Te están esperando. — dijo Daemon, interrumpiendo el silencio y dirigiéndose directamente a Rhaenyra.

Rhaenyra, con voz quebrada, expresó su tristeza y la sensación de abandono que la envolvía. — Me pregunto si, con esas pocas horas de vida de mi hermano, mi padre finalmente encontró la felicidad. — Dijo en Valyrio.

Rhaegar, sintiendo el dolor de su sobrina, la abrazó más fuerte en un gesto de consuelo silencioso.

— Tu padre te necesita más de lo que jamás lo ha hecho. — insistió Daemon en el mismo idioma.

Yo nunca seré un varón. — sentenció Rhaenyra, aceptando la cruel realidad de su situación.

Rhaenyra se soltó del abrazo de Rhaegar y para dar la orden a su dragón Syrax para que quemara los cuerpos de su madre y hermano.

Draca... — El sonido de su voz se desvaneció en su garganta.

Rhaenyra volteó a mirar a su padre. Él estaba mirando al suelo, sin prestarle ni la más mínima atención a su hija, sumergido en su propio dolor como si fuera el único que estaba sufriendo.

Rhaegar, sintiendo la necesidad de estar ahí para su sobrina, la llamó suavemente. — Rhaenyra, puedes hacerlo. Sé que es difícil, pero siempre estaré a tu lado y tomaré tu mano cada vez que me necesites. No te dejaré sola.

Rhaenyra le dedicó una sonrisa triste a su tío antes de enfrentar la dolorosa tarea de dar la orden a Syrax.

¡Dracarys! — exclamó Rhaenyra con determinación, mientras Syrax descendía lentamente desde la colina, preparándose para liberar una llamada de fuego que consumiría los cuerpos de su madre y hermano.

Rhaegar abrazó a Rhaenyra una vez más, tratando de protegerla de la visión del fuego que se extendía sobre los cuerpos queridos que se habían ido para siempre.

PURE AND BLOOD¹| House Of The Dragon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora