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"Tres años después"
Rhaegar y Elisa, ambos de 14 años, corrían tomados de las manos por el jardín de la fortaleza roja, riéndose mientras escapaban de sus guardias. El chico de cabello platinado y ojos lilas llevaba unos postres que habían robado de las cocinas, mientras que la chica rubia, Elisa Lannister, cargaba una botella de vino. A pesar de ser comprometidos desde pequeños, ambos eran dos adolescentes enamorados que disfrutaban de su complicidad y libertad en ese momento.
El hermano mayor de Rhaegar, Daemon, nunca estuvo de acuerdo con el matrimonio, pero a Rhaegar no parecía importarle la opinión de su hermano. Estaba profundamente enamorado de Elisa; para él, ella era la personificación de la belleza y la alegría.
En el castillo, todos podían ver la conexión especial entre Rhaegar y Elisa. Aunque su matrimonio era político, su amor era genuino y palpable para quienes los rodeaban.
Sin embargo, el sueño pronto se tornó en una pesadilla para Rhaegar. Se encontró de repente en una habitación sombría, con Elisa recostada en una cama, en su lecho de muerte. Las lágrimas inundaron sus ojos mientras la miraba con dolor y desesperación. Elisa, la chica que hacía poco tiempo lo hacía sonreír con solo mirarlo, ahora estaba ante él, consumida por la muerte.
El impacto de ese sueño lo hizo sobresaltarse en la realidad. Rhaegar despertó empapado en sudor y con lágrimas en los ojos. Sabía que era solo un sueño, pero el dolor y la tristeza que le dejó eran reales.
Se dice que el primer amor nunca se olvida, y para Rhaegar, Elisa Lannister sería una parte imborrable de su corazón.
(...)
Sus ojos vagaban por la sala repleta de gente, la mesa abarrotada de platillos apetitosos que no lograban despertar su apetito. Él se limitaba a beber vino, sumido en pensamientos sombríos.
Los últimos años de su vida se habían centrado en esa rutina: beber casi constantemente, frecuentar la calle de la seda por las noches, acompañado siempre por Mysaria, quien se había convertido en algo más que una simple amiga. Además, prefería pasar su tiempo surcando los cielos montado en su dragón que encerrado en la Fortaleza Roja.
Este día en particular, estaba irritable. Había vuelto a soñar con Elisa, como venía ocurriendo durante los últimos tres años, y el insomnio lo había atormentado.
—Posee su cabello, su majestad. Y también sus ojos.
—Con apenas dos años de vida, nuestro niño ya irradia una presencia digna de la realeza.
Rhaegar simplemente rodó los ojos mientras observaba cómo la gente en el salón elogiaba al príncipe Aegon y le deseaba lo mejor en el día de su nombre.
Habían pasado tres años desde que el Rey Viserys anunció su decisión de casarse con Alicent Hightower.
Tres años en los que tanto Rhaegar como Rhaenyra se habían dedicado a ignorar a Alicent y a alejarse de todos.
