23.- Corazón confuso

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¡NUEVO CAPÍTULO!

YA ESTÁ AQUÍ SU DOSIS SEMANAL DE ESTA HISTORIA.

DISFRÚTENLO Y RECUERDEN DEJAR SUS OPINIONES Y VOTAR CON UNA ESTRELLA.
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Después de asistir a la gala benéfica del gobernador, "Leonel" regresó a la mansión Manrique y Alvarado con la clara intención de seducir a Gilberto, pero al encontrarlo en la habitación del pequeño Alberto, pidiéndole perdón por haberle arrebatad...

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Después de asistir a la gala benéfica del gobernador, "Leonel" regresó a la mansión Manrique y Alvarado con la clara intención de seducir a Gilberto, pero al encontrarlo en la habitación del pequeño Alberto, pidiéndole perdón por haberle arrebatado a su madre, la percepción de Ariel cambió.

Ahora Ariel sabía que el MONSTRUO tenía un corazón.

Sin despegar la mirada del varón, "Leonel" habló sintiendo que su pecho subía y bajaba por los fuertes latidos de su corazón: ¿y qué harías si en estos momentos tuvieras frente a ti a Ariel?

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Sin despegar la mirada del varón, "Leonel" habló sintiendo que su pecho subía y bajaba por los fuertes latidos de su corazón: ¿y qué harías si en estos momentos tuvieras frente a ti a Ariel?

Gilberto se sorprendió por la pregunta del doncel, pero más se sorprendió cuando el ojiverde relamió sus labios rojos en una evidente invitación.

"Leonel": dime, Conde... ¿qué harías en estos instantes si yo fuera Ariel?

Embelesado por la seducción, Gilberto rodeó con uno de sus brazos la estrecha cintura del bello doncel y lo atrajo a su cuerpo sintiendo la fuerte respiración del ojiverde.

Acercando su rostro al de "Leonel", el Conde dijo con voz ronca: si tú fueras Ariel...

Gilberto no dijo más y pegó sus labios a los del doncel, quien se estremeció ante el apasionado beso.

"Leonel" abrió su boca permitiendo que la lengua del varón penetrara su cavidad, pero además, sus delgados brazos se aferraron a la ancha espalda del barbado para profundizar aún más la caricia.

Gilberto besaba con gran pasión a "Leonel" sin sospechar que debajo de esa máscara estaba Ariel, quien por primera vez en toda su vida, se estremecía por el placer de un beso.

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