Con paso digno y firme, Allen Edevane entró a la opulenta y fastuosa sala del trono, lugar donde alguna vez había corrido y andado a sus anchas, todo sucedido en su infancia, cuando era el único príncipe y su querida madre, la reina Vivian, había estado viva para protegerlo.
Ignoró a nobles y soldados presentes, para directamente rendirle respetos al rey. Se arrodilló frente a las escaleras que conducían al majestuoso trono. El rey, su padre, de mediana edad con abundante cabello rubio con mechones plata lo observó desde su posición elevada.
Permaneció sobre una rodilla porque sabía la razón por la que había sido llamado.
—Salgan todos —ordenó su padre, un tono de irritación. Consejeros, guardias y sirvientes se apresuraron a obedecer—. Tú no, querida —dijo suavizando su tono hacia la actual reina, Loretta Blanc, un segundo después su mirada volvió a Allen—. Levántate, Allen. Y dime, ¿dónde estuviste anoche?
Mantuvo su mirada baja. Evitando así ver los ojos verdes idénticos a los suyos. La única característica notoria que compartía con Magnus Edevane.
—Padre ya lo sabe.
—¡Por supuesto que lo sé! Un comportamiento tan libertino, no adecuado para un príncipe —dijo golpeando el trono con su puño en un estallido de enojo e indignación—, medio reino ya sabe sobre tus devaneos. Tú falta de cuidado es sorprendente —resopló.
Allen bajó la cabeza, aceptando el regaño.
Una parte de Allen estaba tentada a mencionar el comportamiento de su hermano menor, pero no lo hizo. Porque realmente, le complaciera escucharlo o no, su padre tenía razón. Su madre lo había educado mejor, Allen se había comportado de una forma indecorosa. Y alguien se había asegurado ese hecho se difundiera en cuestión de horas por todo el reino.
—Has mancillado al hijo menor de la casa Slorrance, Allen. De entre todos aquellos que pudiste llevar a tu cama… —reprochó su padre.
Allen sabía lo que se decía de Morgan Slorrance, hijo menor, grosero, sin vergüenza y atolondrado que al igual que muchos nobles tenía algún prejuicio contra Allen por una u otra razón, era un joven de mente simple.
—Dado qué lo hecho, hecho esta… Te casaras con el hijo menor del barón Slorrance —ordenó su padre.
Había estado esperando eso. Sabía debía hacerse responsable de sus actos, no estaba molesto, Allen mismo había pretendido acercarse a su padre para hablar y entonces ir al barón Slorrance para pedir la mano de su hijo menor.
No le causaba verdadero conflicto el desposar a Morgan Slorrance más allá de las habladurías y carácter inmaduro con el que no pretendía lidiar. Allen nunca había tenido un verdadero interés por casarse a pesar de la opinión de sus consejeros sobre los beneficios y apoyó que acarrearía unirse a otra familia de la nobleza, sin embargo, ahora lo haría dado lo sucedido, era un príncipe, su honor lo obligaba a cumplir con su deber hacia Morgan Slorrance.
Se encontró con la mirada de Magnus, un duelo de esmeraldas.
—Escucharé a padre.
El rey resopló, molesto por la respuesta de Allen, su fácil aceptación.
—Un príncipe casándose con alguien de la baja nobleza, el hijo de un caballero. Debiste tener más cuidado —masculló.
—Es lo correcto.
El rostro de su padre se crispo.
—Tú…
—Su majestad —interrumpió con suavidad la reina—, el príncipe esta dispuesto a responsabilizarse de su error. Además, la casa Slorrance siempre nos ha brindado caballeros talentosos y leales, no debemos ofenderlos… más. —En ese momento la bella mujer de cabello rubio alzó el delicado abanico que sostenía en mano, cubriendo así sus labios, claramente cubriendo una sonrisa burlona—. Así que debemos proceder desde aquí, la boda debe tener lugar cuanto antes, será lo más conveniente para ambas partes.
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Transmigré y me convertí en esposo del príncipe desfavorecido(BORRADOR)
FantasíaBORRADOR Morgan se convirtió en un atolondrado noble sin vergüenza que al igual que la mayoría de personajes masculinos se enamoraría de la protagonista femenina en una novela de romance con harén inverso, decidido a no tener el mismo final que el v...