Un Comienzo Extraño

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La noche caía finalmente en la extensa ciudad, el sol se ocultaba por el horizonte, dejando claros matices de escalas de púrpuras y azul cían en el inmenso cielo.

La ciudad comenzaba a transitarse cada vez más, por personas y autos yendo a sus destinos tras un largo día de trabajo en aquel milagroso fin de semana. Seguramente muchos querían llegar a sus casas para descansar y otros, anticiparse a un viaje de diversión para un caluroso sábado y domingo.

Izuna quería poder darse esos lujos, recorrer lugares que no conocía con su hermano mayor, reír a carcajadas mientras bebían algunas que otras copas, disfrutar del enojo del mayor por su trabajo o hasta incluso disfrutar de cortas charlas mientras permanecían abrazados, tal y como en el pasado.

Pero también estaba consciente de que el pasado no podía repetirse en el presente, simplemente estaba constanmenete ahí para recordarle el motivo de toda la lucha que ha tenido hasta ahora.

Madara aún seguían en coma, los doctores no sabían decirle si mejoraba o empeoraba, todo estaba tan neutro y "tranquilo" que Izuna lo consideraba aterrador, razón por la que evitaba ir en ocasiones a visitar a su hermano. Pero de todas formas termina yendo por el simple hecho, de tener el tortuoso miedo de perderlo.

Kanna estaba distraída preparándose para la noche en el elegante camerino que compartían, viéndose en el espejo blanco repleto de luces muy vibrantes que Lía por supuesto, fue la encargada de los inmuebles ostentosos como su presencia.

Izuna saludó a la pelirroja con un beso sonoro en su mejilla y se sentó a lado, mirándose en el hermoso espejo con bordes de madera que estaba bajo su posesión. Admitía que su jefa tenía buenos gustos en cuanto se trataba de él. Claro, que no se quejaba de los raros gustos que compartía con la otra femenina.

Soltó su largo cabello negro y comenzó a cepillarlo con paciencia. Kanna mientras se ponía una pestaña con sumo cuidado, habló — Deberías verte, tan tranquilo estás y eso me da miedo ¿Sabes?.

Izuna soltó una risa mientras asentía, admitía que en ocasiones podía ser muy silencioso y eso significaba, la mayoría de veces, estrés y un hilo consecuente de quejas que proseguían sin tener fin.

__Despreocúpate, Kanna. Estoy completamente bien —murmuró acomodando su cabello, en una coleta alta para comenzar a trenzar sus mechones negros con aparente tranquilidad.

__Seguro —Murmuró no convencida— ya deja de mentirme, algo te ha pasado ¿Bueno o malo?

Izuna quería sentirse ofendido porque la mujer no le creía, pero tampoco podía culparla, realmente la mentira en sus labios era increíble, nunca fue bueno para mentir con tanto cinismo como su hermano mayor. Se limitó a soltar una risita mientras sentía una vena de su frente resaltar. Kanna abrió mucho la boca sorprendida, acercándose a una distancia no prudente al menor, sus largas pestañas revolotearon en espera de una respuesta, rodando con su aliento el rostro ajeno—Mírate, estás enojado pero no conmigo, ¿Quién te hizo enojar? ¿Es guapo?

El azabache se carcajeó negando suavemente mientras terminaba de ajustar su trenza con ligas y hermosos adornos de flores. —No sabría decirte —Comenzó, Kanna exclamó emocionada con el brillo fogoso de sus verdes ojos— Eres bruja...

__¡Lo sabía! ¡Dios!, se nota en tu cara que tuviste un encuentro casual. ¿Cómo era?

Izuna rodó los ojos comenzando a untar humectante en su rostro con lentitud —Para empezar, debería dejar de ir distraído por la calle, casi muero hoy por mi descuido, ¿Madara me regañaría? Seguramente lo haría.

Comenzó autorregañandose, Kanna hizo un puchero metiendo sus dedos en la espesa crema blanca del menor, comenzando a ayudarle esparciendo la sustancia con calma en el rostro ajeno. —Vaya, este es el secreto de una piel porcelanada... —musitó fascinada — pero no cambies de tema cariño, ahora ¿Qué sucedió exactamente?

Pole Dance ~Sensitive~ [Tobiizu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora