Capítulo Cinco

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Me desperté a la mañana siguiente y lo único en lo que pensé, fue en el día de la boda. No sé por qué motivo había pensado en ese día. Pero lo único que sabia, es que no me libraría de la noche de bodas que Adriel me daría. Algo que estaba deseando.
Me levanté de la cama y miré hacia atrás. Donde vi que Adriel estaba aún dormido. Así sería mejor. Tenía la posibilidad de darme una ducha y planear un sábado tranquilo.
Me fui hasta el cuarto de baño y me quité el pijama de seda cuando cerré la puerta.
Me di aquella ducha relajante y dejé de pensar en todo lo de los preparativos.
Salí del cuarto de baño y fui hasta el armario.
Cuando terminé de vestirme, salí de la habitación.
Caminé hasta la cocina y al llegar, vi al tío de Adriel con un café en la mano.
No le dije nada y fui a buscar mi zumo de naranja y mi tostada para tomármela en el comedor pequeño.
―Buenos días ―escuché.
―Buenos días ―le respondí a Adam.
―¿Y mi sobrino? ―preguntó.
―Aun duerme.
―Debería de estar levantado para atender los asuntos de los negocios de su padre.
―Lo hará cuando se levante.
Hicimos una breve pausa.
―¿De qué conoces a mi sobrino? ―me preguntó―. O, mejor dicho, ¿cómo os conocisteis?
―Él hizo publicidad con la empresa de mi padre. Nos contrató para publicitar el club de golf.
―Veo que el inútil de mi sobrino está cuidando de las empresas de mi hermano.
Eso me enfureció.
―Al menos ha encontrado a una mujer como él.
―¡Perdón! ―dije más enfurecida―. Usted no se meta conmigo señor Giuliani y no me conoce de nada. Pero yo sí. Y no me quiero imaginar por lo que pasó Adriel cuando sus padres y su mujer murieron.
Hice una pausa y vi entrar a Adriel un poco raro.
―Es usted un patán que maltrató a su sobrino por que echaba en falta a su mujer señor Giuliani.
―Mellie, ven por favor ―escuché de los labios de Adriel.
Fui ante él y a su lado, miré con odio a su tío. Algo que nunca me había pasado.
―Veo que te has echado a una mujer con un par de ovarios para decir las cosas a la cara Adriel ―dijo―. ¡Enhorabuena por ello!
Iba a responderle, pero Adriel me sacó de la cocina a rastras del brazo.
Él me llevó al jardín y ahí en segundos, comencé a sentir el aire fresco.
―¡Estás loca! ―exclamó Adriel furioso―. Podría haberte echo algo nena.
―No iba a permitir que nos insultase ―dije.
―Pero no debiste de desafiarle.
―No le tengo miedo ―le respondí―. Solo es un pobre hombre que busca tu miedo y el de los demás para poder satisfacerse de la pérdida de tu tía cielo. Jamás pienso permitir que te vuelva a faltar al respeto. Como también me ha faltado al respeto a mí.
―No tuvo que haber venido ―dijo―. Pero buscaré la forma de pasar el fin de semana a solas sin que él nos moleste.
―No te preocupes ahora por ello. Ya encontremos la forma de estar a solas.
Mi teléfono móvil sonó con el tono de mensajes.
Saqué mi teléfono del bolsillo y vi que era un mensaje de mi tío Pablo.
Lo abrí y lo leí: Mellie, me gustaría que comiéramos hoy juntos. Me encantaría ponerme al día contigo y tu tía quiere saber más de la boda. P.C.
―¿Ocurre algo nena?
―Mi tío me ha invitado a comer.
Entonces, le respondí el mensaje: De acuerdo tío. Voy a las dos de la tarde al restaurante de siempre. Mellie.
―Todo bien.
―Si. He quedado con él y con mi tía a las dos de la tarde para comer.
―Vale. En ese caso, ve a casa de tus padres después de comer y te recojo allí.
―Como quieras amor.
Él vino hasta a mí y me abrazó por detrás.
―No puedo creer que enfrentaras a mi tío ―me susurró.
―Me enfureció y tuve que defenderme.
―Tranquila. Se cómo eres y recuerdo las veces que te defendiste conmigo.
―Para algo sirvieron esas bofetadas.
―Y también me sirvieron para dominar tus sentidos cuando te toco. Como también enamorarnos el uno del otro.
―Cierto.
Después, me di la vuelta y besé a Adriel con tanta pasión que casi pude notar mi éxtasis.
Cuando le deje de besar, entramos de nuevo en la casa y cuando fuimos a desayunar, vimos que Adam ya no estaba en la cocina. Fue cuando pudimos desayunar en paz.

Antes de ir a la comida con mis tíos; estuve organizando unas cosas en la habitación de Adriel. Como también organizando su armario para tener mi ropa.
A la 13:16 pm salí de la casa de mi prometido.
Cuando llegué al restaurante que mis tíos y yo frecuentábamos, sentí un breve escalofrío. Pero se me quitó en el instante, cuando los vi sentados en la mesa.
Me acerqué a ellos y nos dimos un beso.
En breve, me senté y el camarero me dio la carta.
Estuve escogiendo algo de ella, mientras que me servían un poco de vino. Algo que no solía tomar mucho.
―¿Cómo van los preparativos de la boda? ―me preguntó mi tía.
―Va bien. Gracias a Dios.
Olvidaba que mi madre y mi tía era muy religiosas. Por eso decidimos casarnos por la iglesia al aire libre. Ya que Adriel tenía ciertos inconvenientes para entrar en algún lugar sagrado. La razón era la muerte de sus padres.
―Cada día estás más guapa Mellie ―dijo mi tío―. No me llego a imaginar cual sería el motivo por el cual se enamoró ese chico de ti.
―Adriel y yo nos conocimos en ciertas circunstancias. Pero no quiero hablar de ello.
―Vale.
―¿Por qué me habéis reunido aquí? ―les pregunté.
―Eso es algo que me gusta de ti ―dijo mi tío de nuevo―. Que eres muy lista y muy directa.
Hizo una breve pausa.
―Te hemos citado aquí por una razón. Tu tía quería darte algo para cuando te casaras y yo darte tu regalo de bodas.
Entonces, mi tío sacó un sobre y me lo entregó. Yo lo cogí y lo abrí extrañándome de que no fueran a ir a la boda.
Cuando vi que eran unos pasajes con destino a Nueva York y a Londres, me sonrojé un poco.
―Gracias tío. No debiste de haberte molestado.
―Es mi regalo como tío y padrino. Así que acéptalo.
―Vale.
Mi tía me entregó su regalo. Era una caja de terciopelo y cuando la abrí, vi que era un collar de perlas muy bonito y antiguo.
―Es algo viejo para que te de suerte el día en que te cases con ese chico ―dijo mi tía de nuevo.
―Gracias ―dije.
―No hay de que.
Después, pedimos lo que íbamos a comer y mientras que esperábamos a ello, estuvimos hablando.
Cuando terminamos de comer, me marché a la casa de mis padres.
Ahí, mientras que esperaba a Adriel; hablé con mi madre de las cosas de la boda. Algo que ya era inevitable.
Después, visité a mi padre en su despacho. El cual, estaba haciendo algunas llamadas de trabajo.
Ya oscurecido, sentí el timbre de la casa de mis padres.
El ama de llaves abrió la puerta y vi que Adriel entraba por ella con una sonrisa.
―Lista ―me dijo.
Asentí.
Después, cogí mis cosas y mi prometido y yo nos fuimos de la casa de mis padres.
Vi por unos instantes que conducía él y eso me hizo decir:
―¿No venia Tobías contigo?
―No ―respondió―. Esta noche y mañana tú y yo estaremos a solas.
―No sé cómo lo lograrás.
―Recuerda que hay algo que no vendiste. Tu departamento.
Me monté en el coche y nos marchamos en cuanto Adriel se montó y después lo arrancó.
De camino a mi departamento, vi por el retrovisor que alguien nos seguía.
Adriel se percató en segundos y le dio marcha al coche.
Este no paró por ningún segundo y sentí la adrenalina sobre mi cuerpo.
Tras varias manzanas recorridas con el coche, nos escondimos detrás de un árbol cuando le dimos esquinazo.
Al ver que el coche se iba, comencé a respirar entrecortadamente y un poco mal.
Fui hasta el volante y me puse encima de Adriel. Aquella adrenalina me había excitado.
Desabroché el cinturón de seguridad y en breve, el pantalón de Adriel. Donde excité el pene de mi prometido poco a poco.
Cuando la noté muy excitada, me metí su miembro en mi interior y comencé a moverme muy despacio.
Comencé a sentirle más excitado y le besé en el cuello. Tanto que él me agarró por los brazos y me moví un poco más.
Llegamos al clímax en cuestión de minutos y él se movió por mí. Ya que estaba cansada de tener mis rodillas sobre el asiento del coche.
Ambos nos corrimos en cuestión de otros segundos. En los cuales, me quedé exhausta encima de él.
―Ha sido brutal ―dije.
Después, salí de su interior y volví a sentarme. Donde me percaté en la cara que puso Adriel tras el orgasmo.
―Vayámonos ―dijo él.
Entonces, Adriel volvió a arrancar el coche y nos fuimos a mi departamento.
Ahí media hora después, cenamos un poco de bocado para poder calmar la ansiedad de la adrenalina.
En pocos minutos, nos fuimos a la habitación y ahí, quedándome desnuda, decidimos dormir. Dejándonos llevar nuevamente por un nuevo sueño.

Completamente Tuya (Pasos de Acero #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora