Capítulo Quince

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Comencé a sentirme exhausta y comencé a removerme mientras que pensaba en lo que había pasado. Hasta que pensé en lo ocurrido y supe que intenté de escapar. Como que también había sido por eso por lo que Milos me inyectó algo.
Me di la vuelta y me puse boca arriba. Continuaba exhausta y tenía que saber que había echó conmigo.
Al ubicarme por fin en el lugar en el que estaba, me percaté que tenía algo que me presionaba. Supe que era una camisa de fuerza, porque ya la tuve una vez puesta. Pero aquella era diferente. Era como la que usaban en los centros psiquiátricos. Estaba muerta de miedo.
Comencé a forcejear, mientras que notaba una mordaza diferente en mi boca. Una de cuero con una almohada.
Forcejeé más porque me sentía muy presionada con aquella. Pues no me gustaba nada sentirme como algo que no era.
―Ahora mismo me gustaría follarte tal y como estas ―escuché mientras que se encendía la luz―. Me pone una mujer que esta indefensa y sin que pueda hacer nada para que le toquen.
Balbuceé para levantarme, pero me di cuenta que me tenía los pies atados a la cama.
―No lo intentes nena. Me he asegurado de que no vuelvas a levantarte de esa cama y así seguirá siendo.
Él se acercó y en segundos se puso encima de mí.
Me moví para que se quitara de encima, pero él me sujetó enseguida y me dijo descaradamente:
―Cálmate. Por qué cuanto más forcejeas más me pones cachondo.
Paré de moverme y entonces me relajé.
Axel me quitó la mordaza y tragué saliva, mientras que el cogía aquella botella de agua.
Después me dio de beber y lo hice con demasiada ansia. Tanto que pude notar mi estómago agradeciéndolo.
Él cerró la botella del agua y mientras que la ponía en la mesita de noche, le pregunté:
―¿Por qué no me dejas en paz Axel? Siempre has querido vengarte, pero es malo hacerlo.
―Tú no sabes lo que es bueno y lo que es malo Mellie ―me dijo―. Me has metido en la cárcel dos veces y en una de ella he tenido que escapar para ser libre. ¡Y te preguntas por que no te dejo en paz! Creo que tienes la respuesta.
Hicimos una breve pausa y no le dije nada.
―¿Por qué lo hiciste Mellie? ―me preguntó.
―¿El qué?
―Denunciarme y después irte con Óscar traicionándome.
―Jamás te he traicionado. Te dejé porque me maltratabas. Y cuando no era a solas era delante de tus amigos. Si decidí darme a los pocos meses una oportunidad con Óscar fue porque él hizo más que tú por mí. Y él me respetó en esa relación como yo a él. Hasta que lo nuestro se acabó.
―Y conociste a Giuliani. Con el que has estado después y has mantenido una vida estable. Algo que no puedo permitir sabiendo que tú puedes ser feliz y yo no.
No le dije nada. Tenía miedo de como actuaria y que me hiciera algo.
―Hubiera cambiado Mellea ―me dijo―. Si me hubieras dado la oportunidad lo hubiera hecho sin mirar hacia atrás.
―Jamás ibas a cambiar Axel. Por eso tuve que denunciarte. Para ver si la cárcel te cambiaba. Pero no lo hiciste. Sigues teniendo el patrón de tu padre. Él pegaba a tu madre para satisfacerse y tú lo hacías conmigo.
―Cállate.
―No me voy a callar. Porque sabes que todo es verdad.
Entonces enfurecido, Axel me pegó una bofetada que me dejó sin aliento y sin saber cómo reaccionar.
Después, volvió a ponerme la mordaza en la boca y se levantó de la cama. Donde no tardó en caminar hacia la salida de la habitación.
En breve, se giró y volvió a decirme:
―Vendré para darte de comer algo. No querrás que tu bastardo se muera.
Me quedé helada. ¿Como había sabido Axel que estaba embarazada?
Balbuceé para que me dijera como sabia lo de mi embarazo. Sin embargo, Axel se marchó de la habitación. Dejándome a solas y forcejeando.

Adriel.

―Me parece increíble que estemos aquí de nuevo ―me dijo Óscar mientras que se sentaba ante la pantalla del ordenador―. Buscando al mismo ratón en una madriguera desconocida.
Me senté a su lado sin saber que decir. Solo le entregué a Óscar, un café. Lo único que pensaba era en la manera de encontrar a Mellie y traerla de regreso a casa. Y una vez a salvo, no permitiría que le hiciera daño.
―¿Recuerdas algo que pasara últimamente entre los dos para que os separaseis?
―Nos separamos por una mentira ―le dije―. Pero ahora que recuerdo, nos encontramos a alguien parecido a Axel. Decía llamarse Milos Adames.
―¡Milos está en la ciudad! ―exclamó extraño―. Hacía muchos años que el hermano gemelo de Axel no venía por aquí. Desde que sus padres murieron por la sentencia que le dieron a él.
―Sí. Nos lo encontramos hace unos días en la puerta de la empresa del padre de Mellie.
Hice una breve pausa y caí en algo.
―Óscar, ¿puede que Milos tenga alguna propiedad en registro aquí en la ciudad?
―No lo sé. Pero le dire a Jude que mire los registros de propiedad cuanto antes y podamos obtener una pista para saber si Axel y Milos tienen a Mellie.
―Gracias.
Él llamó por teléfono a su informática de la policía y tras hablar con ella, colgó con un suspiro abrumador. Algo que me decía que le preocupaba.
―¿Que ocurre Óscar? Acaso la informática no puede darte la información.
―No es nada de eso.
Después, él me miró muy fijamente y me preguntó de nuevo como si yo tuviera la respuesta a ello:
―¿Como es posible que te hayas ganado en tan poco tiempo el corazón de Mellie? Yo necesité un año tras el juicio y mi relación con ella solo duró cinco años tras ello.
―Supongo que el destino es maldito y nos ha querido juntar cuanto antes. Yo para darle una lección de amor y ella para enseñarme que no siempre hay que obtener a la fuerza lo que se quiere. Que hay que ganárselo.
―Eres un tío con suerte Giuliani ―me dijo―. No sé de dónde la has sacado, pero te llevas a una joya de mujer.
―No me llevo una joya. Me llevo a la mujer que ha estado destinada a estar conmigo. La mujer que lleva consigo el mismo hilo rojo del amor en que los asiáticos creen.
De pronto, se hizo de nuevo el silencio entre nosotros. Ya que vimos entrar a los padres de Mellie en la casa.
Me acerqué de nuevo a su padre, porque fue él quien me llamó con lo que había pasado y le calmé de nuevo. Le dije que Óscar y yo estábamos haciendo todo lo posible para encontrar a su hija y el señor Campbell no me dijo nada.
Me percaté que la señora Campbell estaba hablando con Óscar. Al parecer ambos no se habían vuelto a ver desde que Mellie y él se dejaron y ahora se estaban poniendo al día con todo. Incluso con lo que le estaba pasando a su hija.
Llevé al señor Campbell al despacho y ahí, le ofrecí una copa de whisky para sobre llevar la situación. Donde hablamos de algunas cosas que nos convenia a los dos. Algo sobre el matrimonio programado que teníamos Mellie y yo.

Mellie.

Las siguientes horas estuve intentando de desatarme para poder escapar antes de que Axel cumpliera con su propósito. Más ahora que sabía lo de mi embarazo.
Aun me sigo preguntando como es que ha sabido sobre ello. ¿Tendría un topo en el hospital donde Rafael y yo fuimos? Sin embargo, tenía que escapar de ahí para evitar que le hiciera algo al hijo que estaba esperando. No permitiría que lo matase después de todo.
La puerta de aquella habitación se abrió de pronto y vi aparecer a Axel de nuevo. Donde ni siquiera forcejeé. Solo mantuve la calma y respiré mientras que la mordaza está en mis labios postrada.
―He venido a buscarte para que comas algo.
Después, me desató los pies de la cama y me sentó en ella en pocos segundos.
Axel me puso en pie y después me cogió en su hombro como si fuera una niña pequeña. Llevándome hacia la salida de aquella habitación.
Cuando llegamos al salón en pocos segundos, él me puso encima de una silla de madera ante la mesa y me percaté que había hecho algo para comer. Algo que olía muy bien.
―No te emociones. Ya sabes que no se cocinar.
Balbuceé un poco y después me quitó la mordaza de la boca.
―Se que Milos hace la comida Axel ―le dije tragando saliva.
Pero él no me dijo nada.
―¿Como has sabido que estoy embarazada Axel? ―le pregunté.
Él se sentó a mi lado y después comenzó a cortar con el cuchillo, aquella carne con espinacas.
―Lo supe por el enfermero que te atendió antes que el médico ―me respondió―. Le pagué una buena cantidad si me decía a mí los resultados de las pruebas antes que al médico. Y así lo hizo.
Hicimos una breve pausa y después me maldije por haber ido a ese hospital.
―Fue una casualidad que estuviera yo allí porque fui a ver como estaba un amigo de la cárcel. Me había enterado que estaba muriéndose y quise verle antes de fallecer.
Él pinchó con el tenedor la carne y después volvió a decirme:
―Si te mantengo con vida es por ese bebé. Pero también es un estorbo para mis planes. No pienso permitir que cuando te borremos la memoria en el extranjero todo cambie porque des a luz a ese niño.
―¡Qué! ―exclamé y forcejeé―. No pienso permitir que me hagas nada de eso. No puedo olvidarme de mi familia y de Adriel.
―Pues eso haré. Estuve pensando mientras que dormías después de intentar escapar y esa era la mejor opción para que pudiéramos tener una vida nueva.
―Te odio.
Después, me entregó el bocado y comencé a masticar.
Axel volvió a pinchar con el tenedor y volvió a darme el bocado. Donde lo recibí porque tenía un poco de hambre.
Cuando terminó de darme de comer, volvió a cogerme en brazos y me llevó hasta la habitación.
Ahí, me volvió a poner en la cama. Donde comenzó a atarme los pies a la cama. Fue cuando puede descansar.
Pero antes de que se marchase, le dije:
―Jamás vas a cambiar, aunque me borres la memoria.
―No sabes lo que dices ―me dijo.
―Eres un hijo de puta. No pienso permitir que nos hagas nada.
―Eso lo veremos.
Hicimos una breve pausa.
―Mañana vendré a buscarte ―dijo de nuevo.
Después, terminó de marcharse de la habitación y yo me relajé para que no le pasara nada a mi hijo. Pues sabía lo que podía ocurrirle si estaba alterada.
Me dio por pensar en si mi padre le había dicho a Adriel que me habían secuestrado de nuevo. Pero estaba segura que mi prometido y el padre de mi hijo, no sabía quién me había secuestrado y donde me tenían.
Sin embargo, tenía la esperanza de que pronto me encontrasen y pudiera salir de este infierno antes de que me llevaran lejos y me borrasen la memoria.
En pocos segundos, cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño. Al menos esa noche no estaría pensando en nada de lo que estaba pasando.

Completamente Tuya (Pasos de Acero #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora