Capítulo Dieciséis

116 13 0
                                    

Comencé a despertar por que sentí unos ruidos que provenían desde fuera de la habitación. Algo que me asustó un poco.
La puerta de la habitación se abrió y me di cuenta que ya era de día. ¿Como había podido pasar el tiempo tan rápido?
Me percaté que quien había entrado en ella, era Axel. Y venia tambaleándose de lado a lado. ¿Qué es lo que le pasaba?
En breve, él me miró fijamente y me pude percatar que había odio en su mirada. Un odio para hacerme daño.
―Cuanto me pones así ―entonces me di cuenta que venía borracho.
―No te acerques a mi ―le dije asustada y con ganas de soltarme los pies para impedirle que se acercase a mí.
Axel se subió encima de la cama y me puso con la espalda hacia arriba. Donde nos miramos a los ojos.
Forcejee para que no me tocase, pero comenzó a frenarme. Y comencé a gritar para que Milos me escuchase. Pero no sabía si me escucharía. Ya que esa habitación estaba lejos de la suya.
En segundos, sentí la bofetada en mi cara. Eso me dejó sin reaccionar por unos segundos, hasta que sentí su mano subir por el muslo de la pierna.
Cuando noté que estaba metiendo su mano en pocos segundos por debajo de la tira de la camisa de fuerza, abrí los ojos de par en par porque sabía a donde se dirigía y dije mientras me encontraba un poco exhausta:
―Ayuda.
―Cállate ―me dijo mientras que me cogía por el cuello―. Llevo mucho tiempo sin follar. Y más con la mujer que fue mi novia.
―Axel mi ―no podía vocalizar porque me faltaba el aire. Pues había puesto su man en mi cuello y comenzó a apretar muy despacio.
―Debería de matar a ese bastardo. Es un estorbo para mis planes.
Entonces, sentí su mano en mi sexo y supe que no me quedaría de otra que darme por vencida.
De pronto, ya no noté más su mano en mi sexo y su cuerpo pesado encima de mí. Me sentía más aliviada y respirando un poco regular el aire que me había faltado en esos segundos que Axel me sostuvo el cuello.
Al incorporarme, vi a Axel en el suelo y a Milos en pie observando. Al parecer mi ex sangraba por la nariz.
―No voy a permitir que le hagas daño a esa mujer de esa manera ―le dijo Milos a Axel muy furioso.
―Ya te has puesto de su parte, hermano.
―No. Pero no pienso permitir que le hagas daño mientras que tu estés en ese estado. Como tampoco, que le hagas daño a una mujer.
Hicieron una breve pausa.
―Me presté a esto porque eres de mí misma sangre. Pero lo que no voy a permitir es que le hagas daño a una mujer.
Entonces, observé como Axel se levantaba con dificultad del suelo y en minutos se marchaba de la habitación.
Milos se acercó a mí y me desató los pies.
En breve, me sentó encima de la cama y me preguntó:
―¿Estás bien?
―Lo estoy ―le respondí―. Gracias Milos por quitarme a tu hermano de encima.
―No hay de que.
Después, cogió la botella de agua y me la entregó. Con la cual bebi con mucha ansia.
Terminé de beber a los poco segundos y volví a decirle de nuevo:
―Gracias.
―No tienes por qué dármelas.
―Tengo que dártelas. Me has salvado a mí y a mi bebé.
―¿Estás embarazada? ―me preguntó.
―Pensé que lo sabias ―le dije―. Que Axel te lo había dicho.
―Axel solo me cuenta lo que quiere. No me dijo nada de que estabas embarazada.
―Pues ya lo sabes.
―Prometo cuidarte para que no le pase nada a tu hijo.
―La única forma con la que puedes cuidarme, es dejarme marchar.
―No puedo hacer eso ―me dijo.
―¿Por qué?
―Porque Axel es mi hermano y no puedo traicionarle.
―Tu hermano es un delincuente y tu una persona de bien Milos ―le dije―. ¿Por qué te ibas a arruinar por él cuando podrías tener una mejor vida?
Entonces, él bajó la mirada y no supo que responder.
―Ves como tengo razón ―le dije―. Tú no eres como él, aunque llevéis la misma sangre.
―Eso es algo que tú no sabes Mellea.
Fue cuando bajé la mirada y después volví a decirle:
―Dame más agua por favor.
Él asintió.
Después, volvió a entrar el agua y bebí tranquilamente mientras que se hacia el silencio.
Tras varios minutos, Milos volvió a atar mis pies a la cama y en breve se marchó de la habitación.
Después, me relajé. Pero ahora más que nunca sabía que ahí no estaba a salvo. Ya que Axel me lo había mostrado todo con lo que estuvo a punto de hacerme. Y era un hombre lo bastante peligroso para mantenerme a su lado.

Me había quedado dormida. No sabía cómo. Pero supuse que fue de tanto pensar en lo que había ocurrido aquella mañana. En como Axel estaba borracho e intentó de violarme para lograr traumarme.
Comencé a escuchar murmullos detrás de la puerta de la habitación.
Solamente me dediqué a escuchar como Milos le decía a su hermano lo que había estado a punto de hacer conmigo y que nunca se lo permitiría.
Tras escuchar la discusión, la puerta de la habitación se abrió y vi entrar a Axel un poco enfadado. Supe que lo pagaría conmigo.
―Siento mucho lo que intenté hacerte esta mañana ―me dijo con la voz ronca.
―No pienso perdonarte por ello.
―Estaba borracho y drogado Mellie. Lo siento de verdad.
Pero no le dije nada.
Axel llegó hasta la cama y después se sentó a mi lado.
―Voy a llevarte a comer algo y después a que te dé un poco el aire fresco. Así por lo menos saldrás de estas cuatro paredes que según tú, te hacen mi prisionera.
Fue hasta mis tobillos y los desató. Cosa que me alivió bastante.
Después, Axel me sentó y me volvió a dar la botella de agua.
Bebí un poco y después la retiró de mi boca.
Axel puso la botella a un lado y en breve, me levantó de la cama. Donde comenzamos a caminar.
Llegamos al salón y comenzó a darme de comer en pocos minutos.
Estuvimos hablando largo y tendido sobre las cosas del pasado. Incluso de las cosas que le había pasado en la cárcel.
Cuando terminé de comer, lo estuvo haciendo él junto a Milos. Donde ellos hablaron de sus cosas. Incluso de los planes que tenían para mí.
Como me prometió, Axel me llevó a dar un largo paseo por la parte de atrás de la casa. Donde recibí un poco de aire.
Un poco más tarde, volvió a llevarme a la habitación. Donde me ató los pies de nuevo.
Axel se marchó en breve y yo cerré de nuevo mis ojos. Pues sabía que tenía que llevar como fuera a esa pesadilla en la cual estaba metida.

Adriel.

―Hijo, ¿cómo estás? ―me preguntó la madre de Mellie.
―Pensando. No sé qué es lo que haría si le pasara algo a su hija ―le respondí.
Vi como el sol comenzaba a salir poco a poco. Para mí, había sido una larga noche a pesar de que aún tenía la esperanza de encontrar a Mellie. Era la única mujer que me había hecho sentir en muchos años, lo que ninguna otra me había hecho sentir. Pasión, lujuria y deseo por una sola mujer. Una que me atraía como las abejas al polen.
―A mi hija no le pasará nada. Su padre hará todo lo posible para que Axel no esté más en libertad. Como también a su gemelo.
―Y yo no le permitiría que saliera el resto de su vida de la cárcel ―le dije.
Hicimos una breve pausa.
Fue entonces, cuando vi en la madre de Mellie a mi propia madre. Una que extrañaba cuando me daba consejos de vida y no me había percatado de ello, hasta ahora. Donde extrañaba a mi futura esposa.
―¿Discutisteis los días antes de su secuestro? ―me preguntó la señora Campbell.
―Hubo un mal entendido. Cosa que solucionaré cuando ella este de vuelta a nuestro lado.
―Solo te voy a dar un consejo hijo.
―Dígame señora Campbell.
―Para que vuestro matrimonio funcione, no presiones a Mellie. Fuera de la casa estaríais como dos desconocidos que no se conocen cuando estéis trabajando y dentro de la casa ya seréis esa pareja que se ama y se desea con locura. Así me ha funcionado a mí, mi matrimonio en estos años.
―Lo haré. Pero le pondré mucha protección. Mas de la que tenía que haberle tenido puesta. Así nadie le volverá a secuestrar y le hará daño.
―Como desees. Pero sin que...
―Perdón por interrumpir ―escuché la voz de Óscar. La cual nos interrumpió justamente cuando la señora Campbell iba a terminar de hablar―. La informática ha dado con una pequeña casa en el bosque, Adriel. Suponemos que Axel y su hermano están ahí con Mellie.
―Al fin ―dije.
―Ya le he pedido a mis hombres que nos sigan hasta allí cuando yo se los ordene.
―Gracias Óscar ―le dije.
―No hay de que ―me respondió.
Y viendo como amanecía en aquel nuevo día, vi la luz de aquel oscuro túnel de todo aquello que estaba ocurriendo.

Completamente Tuya (Pasos de Acero #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora