🔮ოaraviსსas: Un Mal Momento🔮

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La albiceleste se encontraba dentro de la peligrosa jungla a la que el ruso la había arrojado por enojo. Se encontraba totalmente inconsciente, se había dado muchos golpes a la cabeza e igualemente había sido una caída muy brusca.

Su máscara se había perdido por la jungla, estaba con su rostro al aire libre, donde toda persona y toda criatura podía verla de la nada. 

Rusia ya se había adentrado al oscuro lugar, todavía no encontraba a la albiceleste por ninguna parte. De lo lejos veía cómo un raro objeto brillaba, estaba emitiendo un color celestino. Al acercarse más y más notó que aquella cosa era la máscara de Argentina que se había perdido al caer.

Se dio entonces una esperanza de buscarla y lograr encontrarla, claro que con... golpes y demás... obvio no estaría bien físicamente, no después de lo que pasó.

Pues Rusia tuvo una muy mala suerte, ya habían pasado casi 4 horas desde que empezó a buscar a la albiceleste y aún no lograba encontrarla por ningún lado. El sol poco a poco se iba ocultando detrás de las grandes montañas, ya estaba oscureciendo y él lo sabía perfectamente, tenía que apresurarse lo más que podía para encontrar a la chica que le salvó la vida dos veces. Se sintió mal por arrojarla a un lugar como en el que estaba, ella le había salvado la vida sin pedir nada a cambio y, ¿él haciéndole esto? Comenzó a desesperarse por no encontrarla, así que decidió buscarla hacia lo más oscuro.

Mientras Rusia la buscaba preocupado, ella estaba plácidamente colgada de un árbol, se balanzeaba de un lado para el otro con los brazos, hace mucho que no lo hacía. Su cara tenía rasguños y de su frente caía sangre, los golpes y rasguños que tenía se le pasarían en tan solo cuestión de días, mientras que los golpes muy graves sanarían en meses. Luego de un largo rato  decidió también buscar al ruso.

Ya eran las 9 de la noche y Rusia aún no lograba encontrar a la albiceleste. Tan solo la tiró... ¿Cómo es posible que no pudiera hallarla? Ni que la hubiera transportado un animal hacia otro pueblo.
La buscaba de un lado para el otro sin éxito alguno, la buscaba hasta por las rocas más diminutas e igualmente no la encontraba.

Pasarón dos horas más y ninguno de los dos lograba encontrar la ubicación del otro. A Rusia ya se le acababan las fuerzas en las piernas para continúar con su búsqueda y Argentina ya se estaba cayendo del sueño que no podía dar más.

Algo que Rusia no notaba y no lo tenía en cuenta, era la bella luminosidad que la jungla poseía, era simplemente bello tan solo verlo, tenían variados colores lindos, las hojas verdes aparecían a la mañana y tarde, mientras que después de las 10 de la noche lo hermoso comenzaba a aparecer con sus muy variados colores, todos muy bellos. Los animales nocturos comenzaban a aparacerse, raramente estos también brillaban de acuerdo a la luz que los rodeaban, los bichitos como las luciernagas eran los más hermosos en los lugares donde no había abstante luminosidad, en dónde única y solamente ellos podían brillar.

Rusia al ver un pequeño río, se dirigió a él rápidamente y bebió abundante agua, aprovechó también de poder lavarse la cara y al hacerlo se percató de que el agua que había bebido brillaba de manera intensa, dentro del río habían pequeños peces de distintas formas, tamaños y colores e igualmente notó a su alrededor que casi todo brillaba.
De pronto escuchó un ruido que provenía detrás de él, con la máscara que a Argentina se le había caído la sostuvo fuertemente en modo de defensa, creyendo que un animal salvaje estaba detrás de las grandes ojas. Y antes de que pudiera hacer algo escuchó una voz femenina quejándose.

Rusia: ¿Eres tú, Argentina? preguntó aliviado, iba a ingresar hacia esas plantas que hacía que no pudiera verla, pero lo detuvo otra vez la voz de la albiceleste.

Argentina: ¡No te acerques! ¡Ni se te ocurra acercarte! podría decirse que gritó para que toda la jungla la escuche solo... ¡Solo pasame la maldita máscara y alejate lo más rápido posible el ruso obedeció y no pudo comprender el comportamiento "agresivo" por aquel objeto que ella ya poseía nuevamente.

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