La iglesia

2 0 0
                                    

Cuando llegó el turno de la señora que cargaba a Aran compro su pan, caminó y dio la vuelta en la esquina. Ahí estaba una iglesia que se podía ver era muy vieja y sin alguna renovación además de estar vacía. La mujer entro junto con su hija al lugar, dentro, había lo que encontrarías en una iglesia, pinturas, bancas viejas, símbolos, etc. Todo dentro de lo normal. Al seguir caminando la mujer se encontró a una sacerdotisa que llevaba algún tipo de uniforme verde con dorado.

- ¡OH! Buena tarde Sacerdotisa... Que Dios este con usted... - Dijo mientras agachaba la cabeza en signo de humildad.

- OH, Rosa, un gusto verte por aquí. Hace meses que no vienes a rezar. ¿Qué ha pasado?

- Bueno, he estado ocupada y estos días parece que Dios se ha olvidado de mí. Pero bueno, hoy no vengo por eso, sino vine porque hace un rato mi hija encontró en el jardín de la vuelta a un bebé recién nacido.

- ¡OH DIOS!

- Si... pero Sacerdotisa, yo no soy capaz de cuidarlo, no tengo como, con dificultad me alcanza para darle a mi familia. ¿Puede usted cuidarlo aquí en la iglesia como a los demás niños?

- Rosa, recuerda que esto no es un orfanato, estos niños vienen aquí a estudiar las palabras de Dios debido a que sus padres los mandan por su mal comportamiento. Son niños problema, no huérfanos.

- Sacerdotisa, ve en tu corazón, no puedes dejar a este niño solo...

- Rosita, Rosita... Me pones en una situación difícil, no es mi responsabilidad cuidarlo. Dios no me ha pedido hacerlo... Pero como eres tú, lo cuidaremos entre todos los miembros de la iglesia.

- Gracias... Te lo dejo... Que Dios este contigo.

Así, más por insistencia que por ganas de ayudar, la sacerdotisa recibió al bebé, cuando lo cargo no sintió amor, tampoco compasión y menos pena por Aran, solo una sensación de incomodidad y cierto repudio por no tener completamente la opción de negarse, pues se supone que es la chica buena del lugar.

Una vez se fueron Rosa y su hija comento lo que había en su corazón. Esa sensación insoportable la estaba matando.

- AHJJ que señora tan incomoda. ¿Por qué rayos tengo que hacer esto yo? Maldita sea... ¡¡QUE LO CUIDE ELLA!! ¡¡PARA QUE LO RECOGIO SI ME LO IBA A DEJAR A MI!! Maldito mocoso de mierda, me viene a arruinar la vida. Justo cuando el sacerdote del otro pueblo viene.

Ya con el bebé en brazos, se dirigió al interior de la iglesia, dentro, abrió una puerta que daba a un pasillo largo lleno de cuartos con puertas negras en todo lo largo, al final del pasillo había una puerta blanca, al abrirla se pudo ver que tenía cualquier cantidad de lujos imaginables. Dejó al bebé en la cama, sacó leche del mini-refrigerador, lleno una jeringa de 25 ml y se la dio de tomar a Aran.

- Monja Ruri. Tome a este niño, límpielo y llévelo a un cuarto.

- Pero Sacerdotisa, ya no hay cuartos disponibles en toda la iglesia.

- Mmm... Llevalo al sótano. ¿No hay bichos ahí cierto?

- Creo que no.

- No es como que realmente importe

- A su servicio

La monja Ruri tomo al niño en brazos y por un momento al ver su rostro pequeño e inocente sintió lastima. Sin embargo, eso duro poco más de 1 segundo. Tenía cosas más importantes que hacer. Llego a un área de la iglesia que se encontraba alejada de los cuartos de las monjas y la sacerdotisa. Abrió la puerta pintada de verde y bajo por los escalones viejos que daban hacia el centro del cuarto. Ahí había una cama, un escritorio, un estante con libros viejos y algunas cajas que habían quedado para la posteridad. Dejo al bebé recostado en la cama y salió de ahí. Eran las 7:00 pm y estaba bajando el sol.

¿Qué eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora