MERCADO

1 0 0
                                    

<<El hada mayor dice que pueden pasar>> Anunció el hada grosera con una mueca de asco en su rostro.

<<Qué hada tan mas grosera eres. ¿Qué te cuesta ser amable? Este bebé no te ha hecho nada.>> Dijo Nina enojado

<<No seré amable con ser humano así sea grande o chiquito. Además, les advierto una cosa, en caso de que ocurra algún incidente con su pequeña asquerosidad me encargaré de ustedes por mí misma.>>

<<Es mejor que cierres esa boca sucia que tienes pequeña. No te servirá de nada, sobre todo, no amenaces, llévalo a cabo, quiero ver cómo te revelas contra tu matriarca y las consecuencias que tendrá eso.>> Dijo Anty con tranquilidad mientras observaba detenidamente al hada como si la estuviera criticando.

Después de un intercambio de groserías y amenazas el hada dirigió a los 3 hacia el mercado que estaba ese día. En una calle concurrida había vendedores de todo tipo y cosas que no encontrarías en el mundo humano. Los puestos tenían de todo, desde ropa hasta armas e incluso comida espiritual especial para seres míticos.

Mientras caminaban por el mercado encontraron un puesto que vendía cosas para espíritus recién nacidos, sin embargo, eran cosas parecidas a las que un pequeño niño necesitaría, definitivamente no un bebé. En medio del gentío que se reunía en aquella calle de mercaderes dos espíritus adultos no sabían que hacer, sus respuestas se estaban acabando.

A la vuelta de la esquina del final de la calle, un hada con alas rotas se encontraba sentado frente a una mesa con prendas de vestir hermosas. Increíblemente, en los estándares de las hadas su artesanía no era suficientemente buena, le faltaba gracia y nobleza. La tristeza de aquel hombre que no había vendido nada era notable, sus alas rotas faltantes de brillo lo demostraban, a sus ojos poco le faltaban para correr en un mar de lágrimas.

Era extraño cómo funcionaba la sociedad de las hadas pues a pesar de su repudio a los humanos ellos se habían desarrollado de manera muy similar a ellos, sino fuera por las obvias características físicas y el amor de las hadas hacia la naturaleza eran prácticamente lo mismo. Hipócritamente no se daban cuenta de eso.

<<¡ANTY! Ese hombre vende telas y ropa, veamos que tiene, se ve adecuado para Aran.>>

Caminando a paso rápido iba Nina como si pensara que de repente toda la mercancía desaparecería. Anty iba atrás de Nina con Aran en brazos y a paso más lento para no dañas al niño.

<<Señor, buen día, ¿Qué tipo de prendas tiene? >>

Con ojos brillosos al borde de las lágrimas el hada se levantó y con una sonrisa les respondió.

<<Oh, buena tarde, son telas suaves hechas de pelo de unicornio, esta humilde casa los domestica y les quita el pelo sin daño alguno. Hay ropa también, ¿Algo que les interese?

<<Si, en realidad queremos algo como telas largas como sabanas y algo como un cojín en el que quepa nuestro hijo.>>

A pesar de que el hada estaba muy sorprendida por la visita de aquellos espíritus con un bebé humano en brazos. ¿Quién era el para juzgar? Ni siquiera su propia raza le había comprado, menos dado una oportunidad de probar sus artículos. No podía juzgar a aquel que era su primera compra en toda la semana.

<<Claro señor, podemos hacerlo, lo podemos tener listo en 2 días>>

<< Bien, no hay problema, gracias.>>

Aunque los planes de tenerlo en su cabaña habían desaparecido Anty y Nina aun así pasearon a Aran por todos los lugares del bosque. Cuando bajó el sol, lo llevaron de vuelta al cuarto oscuro.

Dos días después Anty y Nina fueron por lo acordado con el hada, cuando recibieron lo encargado sus ojos no podían creerlo, era el cojín y sabana más hermosos que habían visto, sin duda eso haría parecer de otro mundo a Aran.

<<Woow, que bonito esta todo. ¿Cómo le pagamos?>>

<<Con piedras de luna>>

Las piedras de luna eran simplemente unas piedras blancas brillosas con poder mágico que eran preciadas por las hadas, simplemente por su belleza.

La transacción fue exitosa y ambos se fueron, cuando llegaron a la cabaña acomodaron todo, lo gracioso era que la vista era tan simple como un espacio vacío con un cojín blandito y una sábana.

Ese día fue un parteaguas para ellos porque desde entonces comenzaron a llenar la cabaña de cosas que Aran podría necesitar, era como un verdadero cuarto de bebé. Solo una parte no tenía sentido, pues la mayoría de las cosas tenían poder mágico o no le servirían a un humano común pues no lo podrían, ver, sentir y por lo tanto usar.

Poco a poco la cabaña se convirtió en el verdadero hogar de Aran, lamentablemente aún era muy pequeño para saberlo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 20, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Qué eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora