PROMESAS

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El día lleno de sorpresas no tan agradables para algunos estaba llegando a su fin. Anty y Nina se encontraban en la ventana observando a Rosa, la monja que estaba llorando hace unos momentos, platicar con su pequeño Shura. La verdad es que más que observarla solo por hacerlo la estaban vigilando, no querían que su niño sufriera algún tipo de maltrato. Bueno, un maltrato más allá del que ya le daban claro está.

<<No creo que maltrate al bebé. ¿Verdad?>> Aseguro dudosamente Nina mientras enredaba ansiosamente en su dedo un mechón de cabello verde.

<<No, e incluso si lo hacen no sabrán que los observamos porque no pueden vernos. Eso nos dará ventaja al vengarnos>> Dijo Anty recargado en la barda de la ventana relajadamente.

Dentro del cuarto, Rosa miraba fijamente al bebé sin creer aún el milagro que había ocurrido, aunque, siendo honesta con ella misma eso no le importaba realmente porque el problema estaba resuelto, el cómo se resolvió no era necesario saberlo.

-Bebé... Gracias por aparecer, me has salvado. De ahora en adelante intentaré cuidarte mejor. Se que no he sido buena persona y me disculpo. Puede que no pueda ser una buena persona en el futuro pero daré lo mejor de mi- Dijo con restos de lágrimas en sus ojos *Intentaré enmendar mis pecados* pensó por último la monja.

<<Supongo que no es tan mala persona, aunque eso no le quita lo culpable y la negligencia con Aran. ¿No crees Anty?>>

<<Por supuesto...>>

Rosa no sabía que desde ese día ella sería vigilada de cerca por unos seres que jamás podría creer que existen y además estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por su hijo adoptivo. Aquellos seres que observaban con atención cada palabra, acción o movimiento que hacía.

Afuera de ese cuarto oscuro y mohoso dos personajes imponentes que las personas normales eran incapaces de ver platicaban tranquilamente hasta que algo les llamó la atención.

-Ahora que me doy cuenta. Tú no tienes nombre... ¿Qué deberíamos hacer? Supongo que le diré a la Sacerdotisa que te de uno. Si yo lo hago me puede ir mal

<<¡NO! Nina hagamos algo. Si ella o la loca Sacerdotisa le da un nombre  los humanos lo llamaran diferente. >>

<<... Tengo una idea. ¿Y si susurramos con magia el nombre? Los humanos normalmente no pueden vernos ni sentirnos, para ellos somos como fantasmas. Si lo hacemos con magia podría pensar que se le ocurrió a ella la idea. >>

Una vez que lo peor había pasado la monja avisó a las demás que el bebé estaba en el cuarto y que siempre había estado ahí, el problema se resolvió como si nada hubiera pasado.

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La mañana llegó con un día soleado y lleno de cosas que hacer, más para aquellos seres que debían seguir a todos lados a una monja que en cualquier momento le propondría a la sacerdotisa la gran idea de un nombre para el bebé.

<< Nina, esto no está funcionando, deberíamos separarnos, yo sigo a la monja y tu cuidas a Shura.>>

<<Bueno, me parece bien>>

Anty siguió a Rosa a cada lugar que iba, Rosa subía, Rosa bajaba... Hasta que lo esperado sucedió, La monja estaba fuera de la puerta de la Sacerdotisa. Inesperadamente Anty estaba muy nervioso, si no lograba mantener el nombre de Aran Shura sería el fin.

-Mi señora... Vengo porque esta monja tiene algo importante que anunciar.

-Habla.

-Señora, el bebé que cuidamos no tiene nombre. Me preguntaba si es que usted podría ponerle uno.

- Mmmm, es verdad, no tiene nombre creo que deberíamos llamarlo...

En ese instante Anty comenzó a repetir el nombre "Aran Shura" mientras de su boca salían palabras en lenguaje humano. Las palabras llenaban el cuarto y desaparecían después de un instante, como si de una hoja quemándose se tratara. Las palabras que salían contenían poder mágico que hacía que resonaran en la mente humana como si de un susurro o pensamiento propio se tratase. La voz que percibía la Sacerdotisa la hizo pensar que era Dios.

-¿Escuchaste eso?

-No mi señora. ¿Qué es?

El silencio reinó por unos minutos hasta que la señora se decidió.

-Se llamará Aran Shura.- *Supongo que es un mensaje de Dios diciéndome que puedo escucharlo y soy especial.*

<<Vaya, quien diría que funcionaría>>

Dentro del cuarto de aquella malvada persona Anty había tenido éxito. Ahora su bebé tendría el nombre que querían. Esta era una mañana muy deslumbrante y hermosa.

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En el cuarto del ahora oficialmente Aran, Nina cantaba y desprendía hermosa magia a pesar de saber que no podía escuchar. Aventaba al bebé en el aire, daba vueltas con él, en fin, se divertían jugando. Si alguien observara esa escena no podría creer lo que sus ojos veían, en realidad es como si el bebé estuviera flotando en el aire.

<<Mi amor, te voy a cambiar el pañal. Esta vez te traje un pañalito hecho con la tela de las hadas. Son muy cuidadosas en eso, hacen cosas hermosas. Igual que tú.>>

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