Día 1

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Caminó el sendero que llegaba hasta la estación de autobuses más cercana y tomo el primero que pasaba hasta el pueblo más cercano. El viaje duro alrededor de 2 horas, cuando llego se encontró con un lugar pobre, pero con color, la gente se veía honesta y amable. Las casas eran grandes y rusticas a pesar de estar en la edad tecnológica, sin embargo, la calidez con la que habían sido hechas era visible.

Yuujin se hospedo en la posada más cercana., después de bañarse, cambiarse y comer atendió a Aran. El ser humano de 1 día de nacido tenía cabello oscuro y un lindo rostro que te hacia querer pellizcar sus mejillas. Se encontraba envuelto con una playera de su madre y la única cobija que la misma había podido comprar. La enfermera malhumorada e hipócrita no dejaba de pensar en cómo resolver su problema.

- Bueno, no es mi hijo, yo no lo tuve así que no es mi responsabilidad... Da igual, solo necesito regresar al hospital, pedí permiso para 2 días, no 3.

Dentro del cuarto de la posada la vida de Aran sería decidida y después de pensar tanto la única que le concedería una buena o mala vida concluyo que le daba igual la vida de Aran. Había decidido abandonarlo en ese mismo pueblo. Salió de la posada y caminó por media hora dando vueltas por todo el pueblo hasta dar con un jardín en medio de un parque abandonado. Reviso que nadie la viera o anduviera cerca, después de confirmarlo dejo al bebe en medio de unos tomates silvestres que crecían en el jardín, se dio la media vuelta y se fue. No miro atrás, no sentía remordimiento ni algún tipo de responsabilidad. No era su hijo, ¿Por qué iba a ayudar al hijo de la persona que más odiaba? Nunca...

De alguna manera por dar tantas vueltas por todos lados perdió el sentido de la orientación por un rato hasta que por fin dio con la estación del tren, compró un boleto a Trani, la ciudad en la que ella trabajaba. El tren pasaba a las 4:00 pm, eran las 3:00 pm, durante la hora completa que esperó fue como si su cerebro se hubiera reiniciado, se olvidó por completo del bebé y mientras veía videos cortos se le salía una que otra risilla. Una vez llego el tren puso su mochila en su espalda y subió a él para nunca más volver a ese pueblo cuyo nombre ni siquiera sabía. Ni siquiera se había tomado la molestia de leer a donde había llegado.

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Aran de 1 día de nacido se encontraba rodeado de tomates rojos silvestres, envuelto en una playera de su madre y la colcha que ella le había comprado. Aunque pareciera extraño el bebé no lloraba, lo que hacía más difícil que alguien lo escuchara. A la vuelta del parque donde estaba aquel jardín, había una panadería, eran las 5:00 pm, el pan estaba saliendo del horno y la gente hacia fila para comprar.

- ¡Mamá! Quiero pasar al parque... Por favor. - Suplico la niña de menos de 7 años

- ¡YA TE DIJE QUE NO!

- Pero...

- Que insistente te has vuelto... ve en lo que compro el pan

La niña corrió con toda su energía como si su vida dependiera de eso. Se dirigió a los columpios oxidados, después a la resbaladilla peligrosa y luego a un tubo con una tabla encima a 2.5 metros de altura. Pero, como no pudo subirse ahí por su baja estatura se rindió y camino por todo el parque hasta que llego al jardín. Primero observo las rosas que crecían ahí, después las cebollas que seguramente alguien había sembrado. Finalmente, cuando observo más detenidamente se dio cuenta que entre los tomates había un bebé chiquito con los ojos cerrados e inmediatamente salió corriendo a donde su madre.

- ¡Mamá, encontré un bebé en el jardín! ¡¡MAMÁ!! – Gritaba mientras corría de regreso a la fila donde su madre estaba.

- Ma... En-encontré u-un bebé...

- ¿Qué encontraste qué?

- Un bebé en el jardín, es muy pequeño y se le subió una hormiga.

- No me mientas.

- NO MIENTO, te juro que hay un bebé tirado mami

La señora a regañadientes tuvo que creerle a su hija pues no era común que mintiera, menos para llamar la atención por lo que la siguió todo el camino a donde su hija decía. Cuando llego al lugar con se sorprendió al ver un bebé dormido que se veía incluso un poco blanquito por no haber sido bien limpiado. Con cuidado, lo movió un poco con su mano para ver si seguía vivo y para su sorpresa el bebé hizo muecas, unas como si le incomodara que le molestaran la siesta.

- ... ¿Por qué alguien dejaría un bebé recién nacido aquí?... hace mucho sol. En serio, en un jardín...

- ¿Mamá?... Lo vamos a llevar a casa, ¿Verdad?

- No mi niña, apenas y tenemos para comer, ¿Qué ayuda le haríamos al pequeñín? Mejor lo llevaremos a la iglesia de la vuelta, ¿Si amor?

- Pero mami... ¿Y si ahí lo tratan mal, o si no hace amigos?

- No voy a discutir...

La señora recogió al niño y se volvió a formar en la fila para el pan pues ese día estaba barato y no se iba a dar el lujo de perder el lugar por un niño que no era suyo ni conocía... incluso si era un bebé.

- Vecina, ¿Y ese bebé?

- Mi hija se lo encontró en el jardín del parque... - Dijo sin mucha importancia

- Oh, bueno.

A nadie le importaba y tampoco pretenderían hacer como que sí. Todos voltearon, pero nadie ayudo, tenían sus propios problemas por resolver. En general los humanos somos seres egocéntricos y en aquel pueblo colorido en la fila para el pan que estaba en barata se demostró que el egoísmo humano no tiene límites. Los susurros iniciaron por toda la fila, poco a poco las personas discutían que "alguien debía quedarse al pobre bebé" pero ninguno ayudaba, era obvio que alguien más lo haría.

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