El acecho

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Nos paramos en el centro del campo; todo estaba iluminado. De repente, empezamos a notar un calor corporal que no teníamos antes. Cada una miró hacia un lateral, y mi amiga vio al vecino entrar. Iba con una máscara de plástico de payaso, un cuchillo en la mano y un traje azul con manos ensangrentadas.

Se nos acercaba poco a poco. Cuando estaba a tan solo un metro de nosotras, salimos corriendo hacia nuestra casa, cansándonos poco a poco, porque estaba en lo alto del pueblo. Nos relajamos un poco y lo vimos acercarse a nosotras.

Empezamos a correr de nuevo y, por fin, llegamos a casa, exhaustas. Cerramos todas las persianas, puertas, ventanas y cortinas. Apagamos todas las luces y nos fuimos a mi habitación, con una pequeña vela encendida.

Pasó una hora, abrimos la persiana de mi habitación y lo vimos en su jardín, mirándonos.

En cuanto lo vimos, cerré la persiana y la cortina y subimos a la parte más alta de la casa, porque habíamos notado el ruido de una escalera.

No consiguió entrar. Estábamos cansadas, así que nos dormimos un poco. Nos despertamos a las 5 de la mañana; ella se fue a su casa, y cada una se quedó dormida, ella en la suya y yo en la mía.

Me desperté el sábado 2 de octubre. Todo había sido una terrible pesadilla de Halloween; espero que no vuelva a pasar.

Entre la realidad y la pesadilla: el misterio de octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora