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Todo estaba planeado a la perfección. Muchos de los guardias conspiraban con los rebeldes.

Fue fácil acorralar al rubio en él salón del trono.

—Basta Katsuki, ¡estas rodeado!, no puedes ganar, deja de luchar y ríndete ante las masas. — Grito Momo Youyorozu, una de las antiguas sirvientas de Izuku.

Katsuki sonrió con amargura. —¿Rendirme ante las masas?... Si eso es lo que hice todos los malditos días de mi vida. Me regocije ante una sociedad que no quiere crecer, me arrodille ante las burlas y sobre todo... Las mentes cerradas de las masas, ya tuve suficiente. Es hora de que me escuchen a mí. — Gruño, almas en pena salían a las espaldas de Katsuki.

—¡NO CREES QUE HAS HECHO SUFICIENTE DAÑO! — Grito Uraraka, sentada llorando al lado del cuerpo sin vida de Todoroki.

—Nunca será suficiente si se trata de él, me quitaron a lo único que apreciaba en esta vida... Me arrebataron la luz al final del túnel, sé que no merezco vivir, pero si yo caigo en lo profundo del abismo, me asegurare de no caer solo en los brazos del infierno— Sonrió, una sonrisa más escalofriante que la del mismísimo lucifer.

Monoma ya cansado de la ridícula situación hablo —¿Que era?, ¿tu novio? — se rio burlón, sin saber qué cabo su propia tumba.

—Eres un maldito mocoso. — Katsuki miraba fijamente al otro rubio.

—¿Eh? — preguntó, nervioso por la fija mirada penetrante.

—Un infante, tu burla es así de infantil. — Cada palabra que decía el Bakugou. Era un paso más para seguir acercándose al pobre hombrecillo desafortunado que abrió la boca sin pensar. —Él no era mi novio. Ese hombre era para mí, más de lo que puedes imaginar. Era la luna cuando estaba perdido en la oscuridad, el calor cuando tiemblo de frio y su beso aun me emociona incluso después de un milenio— Cara a cara se enfrentaban ambos hombres. —Su corazón desbordaba una bondad del que este mundo no era digno. Amo a ese hombre más de lo que permite la razón. Él no era mi novio. — Katsuki apretaba el cuello del más bajo con rabia. —Él es todo y es más...— De las manos del rubio salieron unas explosiones que carbonizaron la garganta contraria, sintió el temblor y el miedo de las personas que lo rodeaban.

Y no era exactamente por la matanza que hizo él rubio, la causa de la impresión de la multitud era al ver a su antiguo rey fallecido... Frente a sus ojos.

—Ay Kacchan... Eres un romantico incurable. — El pecoso sonrió y se acercó a su amado.

Aizawa lo había logrado, pudo revivir a su antiguo señor, con un poco de magia negra y sacrificios de cuerpos de algunos de sus compañeros pudo hacer que el alma de Izuku Midoriya pisase la tierra de los vivos.

Logro hacer un conjuro para que el pecoso "volviera a la vida" por unos instantes, los minutos suficientes para poder distraer al cenizo y acabar con el infierno en tierra que planto.

Katsuki soltó el cuerpo sin vida, los ojos rubí se llenaban de lágrimas, su cuerpo musculoso temblaba como aguas turbulentas en pleno mar.

—Kacchan... Lo que hiciste no está bien. — regaño él peli verde, para tocar el cuerpo ensangrentado de Monoma y hacerlo desvanecer como polvo en él viento.

Él peli verde se acercaba al cuerpo rubio.

Cada paso se escuchaba como un ECO muy profundo, como si la sala no estuviera llena de gente con armas en las manos. Solo se escuchaban los pasos del espíritu.

—Kacchan... Es hora de irnos— Dijo Izuku, para ver como Aizawa enterraba una daga en el corazón de Katsuki. Él cuerpo de carne y hueso se desvaneció en él suelo de hierro.

Él espíritu de Katsuki veía como su propio cuerpo caía en un ruido sordo, poco le importo. Tomo la mano de su amado y se fue junto a él, en la sala pareció haber una gran luz cegadora, en la cual los dos muertos ya se iban para vivir felices...

Felices para siempre, dejando atrás las ruinas de su amor.

Debemos aprender a que no todos los finales van a ser felices.

Él camino que cada uno recorre nunca va a ser fácil.

Las luchas que uno trata mentalmente en silencio, sea consiente o no.

Si la tristeza esta maldita, ¿por qué vuelve y por qué ínsita?

Y por más de que tu insistas, siempre viene de visita.

¿Y quiénes somos para negarle su existencia?

Su presencia es insistente y su propósito es paciente.

Y paciente nos volvimos, cuando lo dejamos vivir en nosotros.

Fin.

Las Ruinas (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora