Capítulo 4.

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Abel.

Sentado junto a Claire, la escuchaba atentamente mientras trataba de consolarla. Cada palabra que pronunciaba me recordaba lo frágil que era su estado y lo mucho que necesitaba de alguien en quién confiar. Desde el momento en que la encontré, su vulnerabilidad me había conmovido de una manera que no había sentido en años.

Cuando Claire me pidió que la ayudara a ducharse, sentí una mezcla de sorpresa y preocupación. No quería que se sintiera incómoda, pero sabía que necesitaba mi ayuda.

-¿Podrías ayudarme a darme una ducha?

Asentí suavemente, intentando mostrarle que estaba allí para ella sin reservas.

Con una mano, tomé la solución amarilla y la puse en sus manos. Luego, con ambas, la sostuve entre mis brazos y caminé con ella hasta el baño. Al ponerla de pie, vi cómo su rostro se tornaba pálido y su cuerpo se tambaleaba.

-¿Abel?

-¿Sí?

Me giré rápidamente y la sostuve antes de que cayera.

-¿Estás bien?

-Sí, ya está pasando.

Sus manos se aferraban a mi cuello, y las mías se afianzaron alrededor de su cintura, sentí el calor de su cuerpo y el leve roce de su nariz contra la mía. Un torrente de emociones me invadió: preocupación, ternura, y algo más profundo que no quería admitir.

-¿Mejor? -Pregunté tratando de mantener mi voz estable.

Ella asintió. Aunque noté un destello de algo en sus ojos, algo que no puedo identificar del todo.

-Sí, ya puedo sola. -Me dijo.

Rato después, volví al baño con una toalla y artículos de aseo. Al abrir la puerta, me encontré con Claire cubriéndose, ya que se encontraba desnuda. Mis ojos recorrieron su cuerpo por unos segundos antes de que apartara la mirada, sintiéndome culpable por invadir su privacidad.

-Perdón -Balbuceo, sin atreverme a mirarla directamente.

Ella no dice nada, sólo continúa bañándose ahora que me encuentro de espalda.

-¿Te hizo bien el baño? -Pregunté minutos después, aún de espaldas a ella.

-Muy bien. -Respondió, su voz más tranquila ahora.

La tomé nuevamente y la llevé de regreso a la cama, sintiendo una mezcla de alivio y una creciente responsabilidad. Sabía que estaba involucrándome más de lo que debería, pero no podía evitarlo.

Una vez que la acomodé sobre las sábanas, me dirigí a la cómoda y saqué una de mis camisas. Me acerqué a ella y se la entregué con una pequeña sonrisa.

-No es lo mejor que puedas usar, pero toma.

Claire tomó la camisa y la sostuvo contra su pecho por un instante, sus ojos llenos de gratitud.

-Gracias -dijo, susurrando suavemente. Luego añadió, con una cálida sonrisa-, es perfecta.

Intenté devolverle la sonrisa, aunque sentía un nudo en la garganta. Verla tan vulnerable y, sin embargo, tan agradecida, me conmovió profundamente. Me levanté y me giré hacia la puerta para darle privacidad mientras se cambiaba.

Cuando estuve seguro de que había terminado, me di la vuelta y la vi acomodándose en la cama, su cuerpo finalmente relajándose un poco más.

-¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?

Cerró sus ojos negando con la cabeza.

-Ya has hecho demasiado.

-Buenas noches, Claire -murmuré tembloroso.

Después del primer amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora