Sorpresas Siniestras Segunda Parte

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Kaede despertó en medio de los restos del helicóptero, su cuerpo dolorido y sus sentidos todavía nublados por el caos. El pandemónium había consumido por completo la ciudad, ahora una ruina infestado de horror. Sin perder tiempo, comenzó a buscar a Kouta entre las sombras y la destrucción, la desesperación palpitando en su pecho. Cada paso resonaba entre los edificios derruidos, sus ecos cargados de la inevitable confrontación.

Al llegar a los departamentos, la recibió una visión desgarradora. Yuka, irreconocible, estaba consumida por la infección del virus Beyond. Su rostro, deformado y monstruoso, conservaba solo un atisbo de la mujer que alguna vez fue. Sin palabras, Yuka atacó con una furia bestial, y Kaede, a duras penas, logró defenderse. El forcejeo entre ambas fue brutal, sus fuerzas igualadas en una danza de muerte, hasta que una grotesca mutación comenzó a apoderarse de Yuka, retorciéndola aún más.

Kouta y los demás llegaron justo a tiempo para presenciar el horror, viendo cómo la Yuka que conocían se debatía entre la monstruosidad y la humanidad que le quedaba. Pero antes de que pudieran actuar, Yuka, en una lucha interna por no sucumbir, huyó hacia las sombras, dejando tras de sí el eco de sus propios demonios.

—¡Joder, pensaba que habíamos sobrevivido a esto! —exclamó Kouta, su respiración agitada.

En ese momento, Nate irrumpió por el intercomunicador, su voz teñida de pánico.

—¡Vienen más! Un grupo de mutantes está tras ustedes. Tienen que moverse rápido.

El grupo corrió hacia el vehículo, pero mientras cruzaban uno de los puentes de la ciudad, un helicóptero enemigo apareció en el horizonte. Las luces amenazantes del arma comenzaron a brillar.

—¡Un misil! —gritó Kouta, sus ojos fijos en el proyectil que se dirigía hacia ellos.

Mayu y Nozomi cerraron los ojos, preparándose para el impacto. Sin embargo, antes de que el misil llegara a su objetivo, un potente disparo resonó en el aire, y el proyectil explotó a escasos metros del helicóptero, enviándolo en llamas hacia el mar.

—¿De dónde demonios vino eso? —preguntó Kaede, aún en shock.

—¡Del puente! —respondió Kouta, acelerando. Al pasar bajo el puente, Kaede vislumbró a dos figuras femeninas, sus rostros vagamente familiares en la distancia.

—¿Esas no son...?

—¡Vienen más! —interrumpió Nozomi.

En lo alto del puente, Fei y Naomi observaban al grupo desaparecer por la carretera. Recogieron sus armas con frialdad y continuaron su misión.

—Tienen suerte de que estábamos cerca —murmuró Fei, sin apartar la mirada del camino.

—¿No deberíamos ayudarlos? —preguntó Naomi, su voz teñida de preocupación.

—Ya les despejamos el camino. Nuestra misión es encontrar el laboratorio. Si no lo hacemos, ya sabes lo que pasará con nuestro jefe —respondió Fei con determinación.

Mientras tanto, Kaede y su grupo continuaban su huida a través de una ciudad en ruinas. El camino estaba bloqueado por escombros y vehículos abandonados. Kouta maldijo entre dientes.

—¡Maldita sea, hay demasiados obstáculos!

Pero en un destello de rabia contenida, los vectores de Kaede se activaron. La Diclonius no había sentido su poder con tal intensidad en años.

—Mayu, sigue disparando. Usaré mis vectores para despejar el camino —ordenó Kaede con una voz afilada como una cuchilla.

Sin dudar, Mayu continuó disparando, mientras Kaede utilizaba sus vectores para lanzar autos y destrozar estructuras. Kouta miró la escena con incredulidad, acelerando hacia lo que parecía ser una rampa improvisada.

Elfen Lied Beyond Kamakura's Fall: Memorias de la Ciudad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora