El Vasto del Blanco

capítulo 67

Los vientos rugieron, vendavales como los que podrían engullir el mundo dos veces en su ferocidad causando caos.

Se escuchó un gemido ahogado en la brisa, pero al final importó poco cuando Shirou apretó con más fuerza el rostro de Yhwach y lo arrojó a lo lejos. La saliva voló, antes de que el ensordecedor estruendo de una explosión resonara.

Se había formado un solo cráter de varios pies de profundidad, y se extendía una gran distancia con grietas en espiral y fisuras negras.

Flotando en el aire, Shirou no tenía idea de que esto era todo lo que se necesitaría para derrotar a alguien como Yhwach.

En los confines de su propio mundo, Shirou debería haber tenido toda la confianza para frenar a cualquier enemigo y, sin embargo, el adversario ante él también podría ser considerado un Dios de su propio mundo.

Un pilar de luz espiritual estalló y arrojó la nube de escombros, extendiéndose hacia los cielos y estallando con una presión sofocante. Unos dedos perforaron la superficie del centro del cráter, buscando un punto de apoyo, y una vez que lo hicieron, tiraron.

Sacudiendo la cabeza para liberarse del polvo y la mugre que caían del cabello despeinado, Yhwach sonreía antes de ponerse de pie.

"Qué pintoresco. Qué maravilloso. Este mundo rebosa de potencial sin explotar", murmuró Yhwach, mirando a través de la inmensidad de lo que realmente se conocía como Unlimited Blade Works. "Busca suplantar las leyes de la realidad y reemplazarlas con las suyas propias. Este poder, este lugar, no se parece a ningún otro".

"La adulación no te lleva a ninguna parte", dijo Shirou mientras aterrizaba frente a Yhwach. Su único objetivo era mantener alejado a Yhwach, y pensó que este lugar era tan bueno como cualquier otro.

Yhwach se sacudió el polvo, los ojos ensombrecidos miraban fijamente a los de Shirou con una satisfacción nacida de probarse uno mismo contra un igual. "Oh, disculpas entonces. Parece que me siento un poco flojo ahora que todo está cayendo en su lugar. La promesa de mil años, toda la sangre derramada, todos los sacrificios, todo está llegando a un punto crítico. Tu los esfuerzos en mi contra son poco más que entretenimiento. Puedes controlar este mundo, pero mi fuerza como el Rey del Alma que preside todo supera incluso eso. Yo soy la ley ".

"Entonces soy un infractor de la ley. Esto no terminará como tú quieres".

"Oh", Yhwach entrecerró los ojos, canalizando energía espiritual a través de su cuerpo y dirigiéndola a sus manos. El arco tradicional de un Quincy formado, hecho de luz azul, se extendía una altura más alta que el mismo Yhwach. "¿Y qué te hace decir eso?"

"Porque estoy empezando a pensar que podemos ser más parecidos en algunos aspectos con los que no me siento muy cómodo".

En las propias manos de Shirou, un arco negro más alto que él se había formado a partir de energía espiritual, aparentemente reflejando el de Yhwach.

"En verdad, los hombres que alcanzan la grandeza tienen que ser similares en uno o dos sentidos", Yhwach sintió que las comisuras de sus labios se estiraban hacia arriba mientras sus acciones imitaban las de Shirou.

Las dos flechas con muescas se llenaron hasta el borde de poder, sus rasgos se endurecieron, los músculos se tensaron.

Su batalla no comenzó con una lluvia de acero y flechas, sino con la explosión del espacio distorsionado.

Saltando alto en el aire, Shirou disparó una andanada de flechas retorcidas para contrarrestar las de Yhwach, su mente dirigió una ráfaga de espadas esparcidas por su mundo interior para arrojar a Yhwach en sus puntos ciegos.