Insanity [Bbangnyu]

A

Ahí estabas, parado como siempre, mirando al mismo café de siempre. ¿Qué tendrá ese lugar de especial, para que siempre lo estés observando? Algún día tendré que probarlo, me han dicho que los desayunos son buenos allí.

Con ojos tristes paso a su lado, mirando de reojo, pero sin atreverse a mirarlo directamente.

Me quede embobado mirando hacia ti, pero tú no te diste cuenta de que estaba ahí parado, en la acera de enfrente. Y cuando he visto a esa mujer, la misma de siempre, arrastrarte hacia el interior del local, me he vuelto loco. He sentido enfado, pues veía tú sufrimiento en los ojos.

Eres fuerte mi amor. No dejes que nadie destruya esa pureza que portas. Algún día conseguirás salir de ahí y brillar como la estrella que eres.

Lágrimas corrían por sus mejillas, imparables. La tristeza se apoderó de él y sin pensarlo mucho, corrió hacia él.
Como un impulso, dejó a sus piernas actuar de forma libre y a su brazos agarrarlo. Le agarró fuerte, como si alguien pudiera arrebatárselo y alejarlo de su lado.

Y así fue.

— Aléjese de él, ya le hemos dicho que no puede venir aquí más niño. — sin darle muchas más importancia, la mujer se dio la vuelta y con la mano le indicó que se fuera. — Ese demente otra vez. — oyó que decía en respuesta a otra mujer, que no parecía reconocerlo. Pero el si sabía quién era. Sabía quienes eran todos, conocía al dedillo el círculo de personas que a diario rodeaban a su amado.

Cayó la noche y en cuanto el reloj dio las 3:00 de la mañana, salió sigilosamente de su casa. A paso rápido llegó hasta su destino, con una piedra en una mano y una bolsa de plástico en la otra.
Se paró frente al cristal y con fuerza lo rompió de una pedrada.
Las alarmas no tardaron en sonar, oyéndose a lo largo de toda la calle.

Con gran agilidad, Younghoon se adentró al lugar y con cuidado lo agarró. Salió por donde había entrado y corrió con el hasta la puerta de su casa.
Entro por el patio trasero e intentando recuperar el aliento, lo observó. Hermoso bajo la luna.

Empezó a moverse en círculos, como si estuvieran bailando un vals, él era quien dirigía. Todo sin apartar la mirada del blanquecino y delicado rostro.

Tarareaba suave, los pasos eran lentos y el clima ni frío, ni caluroso.

Todo era perfecto, mágico.

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Semana 4

Espero que os esté gustando 😊
Iba a decir que cada vez queda menos, pero realmente esto es la mitad de la historia (sin contar los extras), así que todavía queda jeje.