Capítulo 1

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Capítulo 1

Yo estaba en mi habitación, leyendo un libro que amo, lo leía, lo terminaba y lo volvía a leer, nunca me aburriría de leerlo y cada vez más concentrada, detalle por detalle, palabra por palabra.

En mi opinión un libro es sagrado y cuándo alguien me los tocaba, le pedía el mayor cuidado. Aquella persona que doblara una esquinita lo mataba. Obvio, en tono irónico.

Siempre me juzgaban porque nunca salía de noche a bailar, con diecisiete años de edad tenía otros intereses,  yo lo único que hacía era leer, y a los recreos no salía sólo para adelantar capítulos y saber que iba a pasar. También nadie podía creer que nunca me haya gustado nadie de ''carne y hueso'' sino que me enamoraba de los personajes de los libros.

Mi mejor amiga se llama Carla y ella es la única que me entiende, bueno si eso se llama ''entender'', ella me entiende pero no del todo, siempre me pregunta que por qué no salgo, que por qué esto, por qué aquello, pero de todas maneras ella me comprende, aunque sea que por un lado no.

De repente sonó el celular.

-¿Sí? Hola, ¿quién habla? – dije curiosa.

-¡Hola! Soy Ana, Emilia, ¿te acuerdas de mí?

Me quedé pensando por un segundo, hasta que supe quién era... Era una amiga de danza, que hacía mucho que no la veía.

-¿Ana? ¿Ana Alsen?- tenía los ojos muy abiertos

-¡Sí! ¡La misma! Te extraño tanto... ¿Cómo estás?

-Yo igual, te extraño mucho. ¡Bien!- tomé una silla y me senté-. ¿Estás dentro de la provincia?

- ¡Sí! Ando por estos lados... Tengo tanto que hablar contigo... - dijo suspirando

-Por supuesto, ¡te espero!- estaba muy ansiosa de saber que estaba pasando-. ¿Quieres venirte esta tarde?, estaré sola, mi madre se irá.

-¡Dale!, a las cinco estoy por allá.

- Chau, ¡te espero! – su tono de voz no era el de siempre, sabía que algo malo estaba pasando.

La llamada se finalizó.

La verdad, no podía creer que era ella. Ana era compañera mía de danza, pero se había ido a bailar al exterior, allá por Francia, sí, imposible de creer, pero sí. Formaba parte de un ballet muy importante. Y no sabía por qué había vuelto, le estaba yendo muy bien allá...

 Eran las tres, las tres y media, las cuatro... ¡No llegaba más! Y teníamos tanto que hablar...

Daba vueltas alrededor de la mesa, pensando que podría haber pasado. ¿Qué en realidad no iban a bailar, sino que las secuestraban?, ¡¿Las prostituían?!

¡NO! ¡Ya era demasiado! Sólo tenía que aprender a esperar...

Me torturaba la cabeza pensando... hasta que ¡al fin! Eran las cinco de la tarde, y yo esperando al lado de la puerta...

El timbre sonó.

Pegué un salto y fui. Abrí y era ella, estaba tan rara, con el pelo corto, un poco arriba de los hombros, y más gordita. En fin estaba muchísima más linda, antes era muy correcta con su cuerpo, me refiero a que casi no comía, y estaba muy flaca. Era una morocha preciosa con unos ojos negros que eran enormes. Era dos años mayor que yo.

Por un momento no la reconocí.

Ella apenas me vio lo único que hizo fue abrazarme, no dijo nada, sólo me abrazó.

Yo me quedé boquiabierta al verla, sentí que no la veía hacía, más o menos, un siglo...

Entramos al living y tomamos té, ella me contaba que había vuelto por un problema que había ocurrido.

Noches EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora