El baño estaba cargado de un intenso vapor que empañaba el espejo y apenas podía ver a mi alrededor, el agua caliente caía sobre mi cuerpo quemando mi piel, poniéndola roja, sensible y adolorida, pero desde hace tiempo no me importaba sentir dolor.
Había llegado con la garganta adolorida de tanto tragarme el llanto que por fin pude dejar salir cuando el sonido de la ducha ahogó mis sollozos y el agua se llevó mis lágrimas.
Estuve un largo rato así hasta que reaccioné y pasé el jabón blanco y perfumado sobre mi piel, refregando con furia porque me sentía sucia. No estaba literalmente sucia, pero siempre me sentía así.
Me odiaba a mí misma, porque desde hace un tiempo había descubierto que estaba fallada...
¡Ay! Me dolía el pecho y de nuevo las lágrimas brotaban de mis ojos, de inmediato volví a meter la cara bajo el agua caliente.
Estaba enojada, frustrada y asustada. Y es que según mis padres yo estaba mal. ¡Muy mal! Muchas veces los había escuchado decir que las personas como yo estaban enfermas y que vivíamos en pecado.
Aunque ellos no sabían cómo era yo realmente. ¡No podían saberlo! ¡Sería un escándalo que lo supieran! Se enojarían muchísimo conmigo y me despreciarían como desprecian con tanto asco a la gente como yo.
Por eso tenía este secreto bien guardado desde hace mucho tiempo, siempre pensé que nadie iba a entenderme y cuando pensé que una persona me entendería, resultó no ser así. Por eso lloraba en la ducha.
Lloraba por algo que jamás iba a poder contarle a alguien. Porque quizás había canciones o famosos que me hacían sentir bien, que decían cosas sobre aceptación y que nada en mi forma de ser estaba mal. ¡Pero nunca había hablado con alguien que se sintiera como yo! Por eso pensé que había conectado con esta chica de esa forma, pero al parecer terminó por romperme el corazón antes de que se lo abriera.
Esa chica de cabello oscuro y ojos cafés había llamado mi atención desde el primer momento en que la vi en la casa de Thiago allá en febrero.
Me habían hablado de ella y de su pasado, en cuanto la vi me sentí cautivada y curiosa porque sospechaba que era como yo. Pero la noche anterior cundo la vi besando a ese chico me había dolido un montón... Porque hubiese querido que pasara conmigo.
¡Y lo había intentado! Pero Nacho fue quién robó su atención luego de darle esa jarra loca. Ella se bebió todo y se fue con él, dejándome como una tonta.
—Olvídate de Verónica. Olvídate de Verónica. Olvídate de Verónica —me dije a mí misma en voz baja apretando los ojos
Estaba confundida y molesta. Yo también he besado a chicos en el pasado y también me han gustado... Pero, también sentía algo por las chicas y era eso lo que me tenía tan molesta y asustada.
Traté de quitarme a Verónica de la mente. Ya no quería pensar en ella, por eso me concentré en lavar mi cabello y aplicar el enjuague que le daba esa suavidad que me encantaba que tuviera. Otra vez las lágrimas volvieron a salir porque había sido ella quién halagó la suavidad de este durante esa fiesta.
Odiaba mi pelo y me odiaba a mí misma. ¿Cómo pude pensar que esa chica se había fijado en mí? ¡Ella misma me había dicho que no le gustaba nadie!
Terminé de bañarme con esa agua hirviendo que dejó mi piel rosada y salí a vestirme tratando de no pensar. Afuera del baño, Caramelo se puso a tironear la bata de baño para que jugara con ella.
—¡No! —le dije cansada, pero sonreí ante su insistencia—. ¡Tengo que vestirme!
La perra siguió jugueteando y agradecí por tenerla, porque al menos me había sacado una leve sonrisa. Estaba tan amargada desde la noche anterior y es que ese beso que se habían dado Verónica y Nacho me había desilusionado un montón.
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Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...