En una conversación por Whatsapp que tuvimos hace muchos meses, hablamos del amor y del arte, me dijiste que en tu concepto del amor, dedicarle a uno o hacer de uno su arte era ni más ni menos que amar a esa persona.
Y tenías razón.
Aunque yo no sé si sentiste que yo podía ser objeto de tu arte, vos siempre sos el mío, te escribo en forma de poesía, de cartas y prosas que difícilmente algún día leas pero que están ahí, plasmadas en tecnología y en hojas con tinta que llevan gotas de agua salada entre sus páginas porque el arte no sólo es una forma de amor sino también de desamor.
Y con desamor no me refiero a que dejé de amarte. No.
Pero transito un duelo que difícilmente puedas entender porque no tengo forma de ponerte en mis pies y en mi cuerpo para que sientas lo que siento, o ponerte en mi mente para que veas cómo pienso cuando puedo controlar mis pensamientos y cuando no también. Soy un ser humano tan complejo como un rompecabezas de 51,300 piezas, tan complejo que cuando empezaste a armarme, cuando ya ibas por la mitad te rendiste y te fuiste. Y aunque quise culparte de eso, ¿Qué culpa podías tener? Ni vos sabías que yo iba a ser así ni yo tampoco pedí tener tantas piezas por unir.
Tal vez algún día me termine de armar y nos volvamos a encontrar. Tal vez algún día me puedas amar como yo te amé y te amo aún con la mitad de mis piezas perdidas.
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Todo Lo Que Nunca Dije
Non-fictie¿Alguna vez sentiste que te ahogabas mientras terminabas una relación? Si la respuesta es si, éste libro es para vos.