Sentimientos

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Llegué a casa con una sola valija arrastrada en mis brazos. De hecho sé que no la necesito. Mama jamás se desase de mi ropa y siempre espera por mi.

Mi plan era llegar por sorpresa pero pronto mis fans supieron donde iba a parar.

Fui a casa y la única sorpresa que lleve fue Oliv detrás de mí. Una chica un poco mas alta que yo, de ojos violeta claro. Todo el que viera aquellos ojos sabría que es una lerien.

Al principio me sentía confiada. Tenia la seguridad de que mama y papa la aceptarían pero fue todo lo contrario o eso parece ser ya que su expresión fue de temor. Un temor incómodo, casi inquietante. Me disculpe con Oliv cuando estuvimos a solas pero no bastó. Yo se que por dentro se sentía discriminada y realmente me sentí una completa idiota porque en cierto modo creía que todo esto era mi culpa.

Sin embargo, todo duró poco. A las pocas horas el hielo pronto se rompió y ya mamá había creado un vinculo con ella al charlar sobre música antigua. Supongo que se llevan bien por eso. Y luego papá . Creo que el sospecha de mi crush hacia ella.

— Liv —

Me acerqué a su lado en el patio de mi casa. Ella admiraba el jardín, los arboles y las plantas como si fuera cosa de otro mundo. Bueno, en realidad para ella lo es.

Volteó con una sonrisa y un vaso de jugo de naranja en mano. Probablemente mamá se lo dio.

— El jugo de naranja es lo más rico que hay — Su sonrisa era amplia y bonita.

— ¿ Te gusta ? Es natural.

— ¿ Existe naranja...innatural ? — me reí por su inocencia y justo cuando iba a burlarme de ella, escuché su risita.

— No soy tan ingenua, Mia. — negó y giró nuevamente a contemplar la vista.

— ¿Te gusta lo que ves? — mi hombro tocó el suyo a la par y me avergoncé.

Ella me miró.

— Si. — Contestó.

Mi rostro ardió rápidamente.

— Es increíble como aquí hay tanta fauna y flora. De donde yo vengo, los jardines como estos se ven en temporadas muy cortas.

— Ya veo.

Tomó de su jugo y continuó en silencio.

— ¿ Quieres ver mi habitación ? — Pregunté con ambas manos detrás de mi espalda. Ella sonrió y asintió tomando todo el resto de liquido en su vaso. Soltó un resoplo, tal y como si aquello tuviese gas.

Caminamos hasta aquel lugar que era mi cuarto. Ella observó con delicadeza cada rincón de el. Sus dedos trazaban el papel tapiz de mi pared, con formas de flores.

— Que ingenioso decorar con dibujos de flores.

Asentí y me senté en la cama. Tomo mi guitarra.

— ¿ Te gustó como cantante, Oliv ? — toqué las cuerdas en un sol.

Ella caminó hasta a mi y se quedó parada allí. Esperando mi invitación.

— Siéntate, tonta —

Lo hizo. Apoyo ambas manos en sus muslos. Sentada con la espada recta. Me miraba. Luego a la guitarra. Mis dedos. Expectante. Sus ojos tenían ese reflejo encantador cuando se limitaba a quedar callada y tan solo mirar. Creo que ya no resisto este sentimiento dentro de mi.

— Me gustas mucho, sí — Tragué saliva y miré mis dedos sobre el diapasón, ahora posicionando en un re mayor pero sin hacer sonar las cuerdas. Ella no comprende el pesar que tienen sus palabras en mí

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