RED FLAGS

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Sinopsis

Alex, Luca y Max se cuelan en la fiesta más exclusiva del pueblo: el 30º cumpleaños de Jon Izaguirre, el chico más rico (y excéntrico). Pero cuando empieza la fiesta, también empiezan las muertes...

Personajes

Alex, Luca, Max, Jon y el Lobo


I

–Os juro que es por aquí –dijo Luca totalmente entregado.

–Yo creo que tengo que irme a casa ya. Es tarde y mi madre me va a matar. Le dije que iba a tu casa pero que volvía antes de las once –replicó Alex, asustadizo como siempre.

–Tu madre ni siquiera habrá vuelto a casa de la fiesta de mis padres –añadió Max, con un tono de chula insoportable.

–Es que además, ¿estáis seguros de... de querer colarnos en su casa?

–Alex. Sabías el plan desde el principio. ¿Para qué has venido entonces? –insistió Max. Y, aunque el plan no había sido suyo, siempre hacía caso a todo lo que dijera Luca.

–No me llamo Alex. Me llamo Alejandro.

–Whatever. ¿Estás seguro de que es por aquí, Luca?

–Sí. Prometido –respondió Luca, haciendo una cruz en el pecho –. ¡Mira, ahí está!

Y después de todo, tenía razón. Porque en lo alto de una colina, rodeada de árboles, se veían las luces de la casa de los Izaguirre. La familia más rica del pueblo. O, al menos, lo eran cuando estaban vivos. Ahora solo quedaba el hijo pequeño, Jon. Aunque ya no era pequeño. Celebrar su 31º cumpleaños el 31 de octubre. Halloween.

–¡Eh! ¡Esperad! –gritó Alex y los tres se quedaron inmóviles.

–¿Qué pasa? –preguntó Luca, asustado.

–Creo que he visto algo detrás de esos árboles...

–¿No tendrás miedo del Lobo?

–¡No!

–Alex. El Lobo no existe –le dijo Luca con calma.

–Ya sé que no existe. Solo digo que he visto algo moviéndose en los árboles, ¿vale? No soy un bebé. Tengo doce años –dijo molesto.

–Vale, vale. Pero es que no hay nada –le explicó Luca, acercándose a los árboles y mirando tras ellos –. ¿Ves?

–¿Seguro?

–Seguro.

–¡Mierda, vamos ya! ¡Nos vamos a perder la fiesta! –gritó Max, apartando a los dos de un empujón –. ¡Venga, poneos las caretas!

Luca se colocó su máscara de lobo, Alex la suya de Batman y Max se bajó con cuidado la suya de Annabelle.

–Bien elegida –se burló Luca.

–¡Que sepas que solo soy dos centímetros más baja que tú, imbécil! –y, resoplando, se adelantó varios metros mientras Luca y Alex iban detrás, siguiendo sus órdenes.

La enorme mansión de los Izaguirre se alzaba imponente sobre la colina, y la estruendosa música se escuchaba a varios kilómetros a la redonda. Había un fiestón y estaba medio pueblo invitado. Alex, Luca y Max no. Pero les daba igual. No necesitaban invitación. Ya habían encontrado la manera de colarse.

–Yo por ahí no quepo –protestó Max al ver el minúsculo hueco en la valla que rodeaba el jardín.

–Claro que sí. Ya verás –dijo Luca a la vez que se se tiraba al suelo –. Sujetadlo bien, por favor.

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