RED FLAGS (PARTE II)

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V

Alex echó a correr hacia la salida en cuanto se hubo separado de sus amigos. Pero en cuanto se acercó a la puerta y vio una mano cercenada junto al pomo, ahogó un grito y se alejó de allí, imaginándose las muertes más terribles y violentas. Él solo había entrado en esa casa porque Luca lo había dicho. Le encantaba pasar tiempo con él. Con Max también, por supuesto, pero con ella era diferente. Eran amigos. ¿Pero Luca? Lo que sentía por Luca iba mucho más allá. Y solo deseaba que se diera cuenta en algún momento.

–Vale, Alex. Estás solo en esto. Solo tienes que aguantar hasta las 12. Venga, puedes hacerlo. –En ese momento escuchó un grito lejano y pegó tal bote que se tropezó con algo y cayó con fuerza al suelo –. ¿A quién pretendo engañar? ¡No puedo hacerlo! –gimoteó.

La luz roja dejó de parpadear e inundó todo el salón con un color sangre apagado que ponía los pelos de punta. Ruidos, respiraciones, pasos, gritos... esa era la banda sonora que escuchaba Alex sin descanso. Y, tras unos segundos, recuperó la compostura y fue a levantarse. Pero al apoyar la mano en el suelo, se dio cuenta de lo que le había hecho tropezar: una pila de cadáveres, amontonados junto a él, como si alguien los hubiera colocado allí. –¡No! No, no, no. Esto no puede estar pasando. ¡No! –chilló sin parar, cuando unos engranajes metálicos empezaron a raspar la quietud del ambiente. ¿Qué era ese sonido? ¿De dónde venía?

Trató de ponerse en pie pero fue demasiado tarde. El suelo se abrió bajo sus pies y cayó al vacío junto con una telaraña de brazos, cabezas, vísceras y sangre.

VI

Luca estuvo haciéndose el muerto durante varios minutos. Cuando el Lobo pasó a su lado, ni siquiera le miró. Seguramente pensó que habría muerto en una de las trampas. Pero siguió andando por el pasillo. ¿Significaba eso que había alguna forma de desactivar las trampas? ¿El Lobo tenía alguna forma de desconectarlas?

Cuando dejó de escuchar sus pisadas, Luca decidió abrir los ojos y volver a respirar, absorbiendo todo el aire del que fue capaz. Ahora su siguiente plan era encontrar a sus amigos Alex y Max. No podían andar muy lejos. Así que volvería sobre sus pasos y saldría al salón, a ver si tenía suerte y les encontraba allí. Lo que no supo es que, cuando se puso de pie, tras él estaba el Lobo, a poca distancia, esperándolo. No se había ido. Había dejado de caminar, esperando a su presa. Y Luca había caído en la trampa.

A cada paso que daba Luca, el Lobo daba otro tras él, tratando de ocultar sus pisadas para que no las escuchara. Luca iba lento, temeroso, pisando con cuidado de no activar ninguna trampa que no hubiera visto, totalmente ajeno a su perseguidor, que cada vez se encontraba más y más cerca. El pasillo era cada vez más largo. No lo recordaba así. Estaba repleto de cuadros colgados en las paredes. Arte abstracto. Pinturas que Luca no entendía, pero que consideraba que él pintaría mejor. Aunque gracias a una de ellas, pudo ver el monstruo que le acechaba. En el reflejo de uno de los marcos pudo ver la máscara de lobo blanca a escasos metros de él. Girando sobre sí mismo, estuvo a tiempo de esquivar un hachazo que impactó violentamente contra la pared, abriendo un agujero enorme, y eso podría haber sido su estómago.

Echó a correr mientras el Lobo le pisaba los talones, blandiendo su hacha dispuesto a cazarle. No tenía escapatoria. No tenía salida. ¿Por qué quería matarle? ¡Él no había hecho nada! ¡Si ni siquiera había visto a Jon Izaguirre en persona hasta esa noche!

–¡Eh! ¿Qué haces aquí? –dijo un chico con la capa de Ghostface.

Luca no se lo pensó dos veces y se ocultó tras él a toda velocidad. El Lobo, sin hacer preguntas, levantó el hacha y lo hundió en la cabeza de Ghostface, abriéndole el cráneo hasta la altura de la boca. Al sacarla de nuevo, giró las muñecas e impactó el filo en el costado de su víctima, provocando una cascada de sangre que empapó a Luca. El problema es que la sangre no era solo de Ghostface... sino suya también. El hacha se había clavado bajo su brazo, a la altura de las costillas. Y el dolor fue tan intenso que se desmayó al momento.

Historias de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora