capítulo 4

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Una tarde de cervezas.

El sábado en la tarde, Victoria Peterson se puso su abrigo café y caminó rápidamente por el pavimento cerca de la zona de urgencias del hospital, acababa de llevarle a su madre algunos archivos que había olvidado, y ahora debía regresar a casa.

Ella había llegado allí en taxi, pero tendría que caminar hasta la zona universitaria para encontrar transporte. Pues no podía conducir su propio auto (desde que su madre temía por su vida desde la explosión de esa noche), llamar a su padrastro resultaba arriesgado y ni hablar de llamar a alguno de sus amigos inexistentes. La única persona con la que podía contar era ella misma.

Girando a la izquierda y cruzándose en medio de una hilera de autos, llegó hasta a la malla de acero que protegía al hospital. Después de ignorar al portero, se encontró con la autopista que sería su camino durante los próximos 30 minutos de su día.

Se acercó al borde del camino, para alejar sus botines Gucci del lodo y la maleza, y comenzó a pavonearse con estilo mientras su mente se perdía en recuerdos como: la primera vez que utilizó esa autopista, hace más de un año, para mudarse; o la noche que había salido con su padrastro, Ricardo, a comer alitas de pollo en el Chick-Weekend Restaurant.

Afortunadamente las cosas habían cambiado. Victoria había pasado por muchos grupos; en noveno grado estuvo con Heather Johnson y Cristina Owens, las cosas no funcionaron y todo terminó; en las vacaciones de verano conoció a la fantástica Claire Martin, amiga de Jordan Parker, pero Victoria no tardó en arruinarlo; y entonces, después de la tragedia en la casa abandonada de Lie Town, todos huyeron de ella.

"solo me tengo a mi misma", se repitió mentalmente. Y era cierto, Victoria era bella y en el instituto los chicos siempre andaban persiguiéndola, pero nadie, nadie quería volver a ser su amigo. No después de lo que le había "hecho" a Claire.

Victoria metió un mechón de cabello castaño detrás de su oreja, miró al otro lado de la autopista, el hotel King's Flower tenía su cascada de pared encendida, uno de los postes de electricidad emitía un zumbido alarmante y unos niños gemelos jugaban a los puños de acero, sus padres hablaban con una mujer de cabello blanco, la madre de Heather. Victoria nunca llegó a ir lo suficiente a la casa de los Johnson como para que la mujer la reconociera, sin embargo, ella agitó su mano y Victoria respondió con una sonrisa.

La sensación de un auto que se acercaba por detrás, hizo que Victoria regresara al césped. Su suerte con los automóviles era ridícula; había sido atropellada meses atrás y también habían explotado su camioneta en mil pedazos.

El auto se detuvo junto a ella, era una Ford EcoSport vino tinto. El motor seguía en marcha cuando la ventana del copiloto se abrió.

Victoria paró en seco, frunció el ceño y  se inclinó para ver quién era. Desde el asiento del conductor, unos ojos color esmeralda brillaron con intensidad. Era William Martin, el hermano mayor de Claire.

—¿Victoria, cierto? — preguntó él y ella se sorprendió al saber que, a pesar de solo haberse visto un par de veces, él aun la recordaba.

—sí— ella respondió con timidez, al notar de nuevo lo atractivo que era. Will era rubio, tenía unos ojos llenos de brillo, unos labios delgados y color rosa, una fina nariz de silla de montar y un cuerpo trabajado.

—¿adonde vas? — preguntó él y después se mordió el labio inferior. Victoria no pudo resistir hacer lo mismo.

—Amm..., necesito llegar a mi casa— dijo ella, apartando un mechón de  cabello que el viento insistía en poner sobre su rostro.

Will sonrió y los ángulos de sus mejillas se marcaron haciéndolo lucir más irresistible. — yo te llevo.

—¡Gracias! — respondió Victoria demasiado pronto y abrió la puerta con fuerza. —el aire afuera está helado. — comentó ella cuando se fijó en la forma en la que Will la miraba. Seguramente, en ese momento creyó que ella se moría por estar con él, pero le dio igual.

Perfect White LieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora