¡ONE!

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Changbin era un poco rencoroso.

O al menos, en aquel instante, mientras se aseguraba que su mayor estuviese duchándose, lo fue. la semana pasada, Seungmin había encontrado un pequeño postre, cherrie jubilee, presumiéndose sobre el escritorio que ambos compartían. Al principio, sólo mantuvo su embobada mirada, planteándose la situación y las consecuencias. Pero, ¿quién era él para negarse a un llamado tan provocativo? aquel dulce aperitivo parecía casi rogarle ser devorado. Asi que, sí, Seungmin se lo comió.

¿El problema?

Que era de Changbin. Y Changbin amaba ese postre.

En las pequeñas manos del rubio, se hallaba la pobre víctima de su venganza: PuppyM. Aún cuando la broma sólo duraría hasta el día siguiente, el muchacho de mayor edad no podía evitar meditárselo. ¿No sería pasarse un poco? tal vez, sin embargo, ¿Acaso Seungmin había sido considerado con su precioso cherrie jubilee? ¡claro que no! asi que, él tampoco tenía por qué serlo.

Su dongsaeng se había comportado mal, y Changbin sólo quería darle una pequeña lección. No más que eso.

Sin más, convencido de su idea, comenzó a bajar por las escaleras de aquella litera, lanzándose al estar ya con distancia prudente del suelo, se agachó rápidamente hasta debajo de la cama, deslizando su maleta de viaje hacia el exterior y abriéndola hábilmente con su diestra. sabía que el mayor no sería capaz de revisar en ese lugar, pues era más que respetuoso con sus cosas y espacio. Changbin lo agradecía gratamente.

Escuchó el chirrido de la ducha, volténdose alarmado, y apresuró sus acciones. Escondió al adorable peluche, con cuidado de no dañarlo o ensuciarlo, y tiró de la cremallera, volviendo a sellarla. Seungmin saldría justo por la puerta cuando el rubio se enderezaba, nervioso, y de espaldas. Simuló observar su celular con interés y volteó lentamente hacia él, bajo un indiferente aspecto. Sus ojos entrecerrados, su boca trazando una línea, y sus cejas alzadas con vagancia, saludando a su mayor.

—Changbin Hyung... ¿aún no llegó la comida? — preguntó con un fruncido ceño, extrañado. El mencionado le respondió con un negamiento de cabeza, y Seungmin asintió, encaminándose hacia el armario, en busca de la secadora.

Fue entonces que el más bajo se permitiría sonreír. Ya quería ver su reacción.

'♡'

Sentados sobre el extenso sillón, se hallaban ambos jóvenes. el rubio de rizadas mechas cruzado de piernas, totalmente cautivado por aquella película; y debajo, el castaño, recostando su cabeza en los muslos adversos, y siendo respondido con unas gentiles pero distraídas caricias en su cabellera. a decir verdad, Seungmin moría de aburrimiento, pues se la habría visto unas cincuenta veces, era la favorita de Changbin. El último mencionado simplemente no podía despegar sus oscuras orbes, sintiéndose tan emocionado como la primera vez que la reprodució. y eso le gustaba al menos, por eso, no chistaba; sólo se enfocaba en observar la entusiasmada mueca de su compañero, y de vez en cuando, al televisor.

Pese a eso, ya no pudo ocultar su hastío cuando, casi sin notarlo, se encontraba al borde de los brazos de morfeo y Changbin se percató. Pausó la cinta, y le dió pequeños pellizcos en la mejilla derecha al menor, con un puchero involuntario.

—Min, deberías dormir ya, ¿no crees? —Reclamó caprichoso, obteniendo un gruñido en respuesta. Pero al rubio no le importaba en lo más mínimo, y levantó la cabeza del azabache, quitándoselo de encima y alzándose sobre sus rodillas.— Vamos, no dejaré que te quedes.

Se cruzó de brazos, demandante. Fue así que Seungmin no tuvo opción, cediendo ante la orden del mayor, con el ceño fastidiado. Sus ojos estaban hinchados y borrosos, caminando con tambaleos y arrastrando la planta de sus pies. Changbin le seguía detrás, sólo para corroborar que en verdad durmiese. A veces el castaño se aprovechaba de la desatención del mayor y hacía cosas que no habían acordado.

Mientras el más alto subía los escalones a su cama, el mayor alzaba ligeramente las manos, para intentar levantarle o ayudarle en caso de resbalo. Entonces, y sólo entonces, Changbin recordó su plan y más que sentirse culpable, una fuerte punzada atacó su pecho, con emoción.

¡Seungmin lo merecía!

Fue cuestión de minutos hasta que oiría nuevamente la voz del castaño.

—Hyung... ¿has visto a PuppyM? —preguntó ronco, llevando su adormilada expresión hasta su mayor, con un aire de confusión.

—¿No está allí? —consultó, fingiendo genuina extrañeza.

Al recibir un negamiento de cabeza, simuló buscar en su propia cama, agachándose y moviendo vagamente su almohada o mantas. Luego se enderezó, apoyando las palmas de sus manos en el barandal de la litera superior, asomando sus ojitos y negándole también.

La expresión de Seungmin era un diamante en bruto: su entrecejo fruncido, sus adormecidos ojos desconcertados, su boca ligeramente torcida y aquellos rebeldes mechones, apuntando en diferentes direcciones. y cuando amagó a bajarse de la cama, Changbin se exaltó, interrumpiéndole.

—¡Buscaré por tí! ahora tienes que quedarte quieto, y tratar de conciliar el sueño, ¿Bien? ¿Puedes usar algún otro peluche? —su tono alarmado chocó al mayor, sin embargo se limitó a asentir, poco convencido.— ¡Bien! entonces, dulces sueños, Seung. Ya encontraré a PuppyM, no puede haber ido muy lejos. —Canturreó su nombre con una dulce sonrisa, reconfortando el preocupado corazón del castaño.

Sería divertido verle la siguiente mañana de mal humor, buscando aquel importante objeto con desesperación y tendría la satisfacción de, por lo menos, hacerle sentir el mismo, o hasta menor, dolor que él.

Nadie pensaba en su preciado postre.

Y por supuesto, concurrieron al menos unos cuarenta minutos, donde Changbin trató de finalizar la película. Hacía ya rato que no oía las quejas del mayor, por lo que se relajo pensando que probablemente ya había conciliado el sueño. Incluso se había hecho unas palomitas con caramelo.

Bueno, no iría a mentir, un ligero alivio recorrió el cuerpo del rubio; si bien estaba ejecutando una broma un tanto pesada, tampoco quería irrumpir en los horarios de sueño del chico. se habia vuelto un tanto curioso también, pues honestamente, no podía imaginarse la clase de reacción que el castaño pudiese tener. aunque enojaban seguido, jamás había comprobado la verdadera molestia del menor, y mucho menos si era particularmente a su persona.

A Changbin le encantaba pensar en Seungmin; en su personalidad, sus palabras, sus gestos, su calidez, su rostro, sus labi... bien, suficiente Changbin.

Incluso si las mejillas del mayor se encendían violentamente, regañándose por andar haciéndose ideas tan raras, Seungmin acabaría por hacer presencia con su voz: ronca, grave y suave. Estremeció hasta los vellos más pequeños del más bajo, volteándose aún con su rostro en llamas. Agradecía que estuviese oscuro a excepción de la pantalla encendida.

—Changbin... uhm, ¿puedes venir un momento? —preguntaba con pena en su voz. podías notar su estado somnoliento, sin embargo, el rubio se cuestionaba por qué no estaba descansando como correspondía.

En respuesta, soltó un pequeño "aham" de sus labios, alzándose sobre sus rodillas y rodeando el sillón, hasta retomar su posición, de pie a la litera. Apoyó sus antebrazos en el barandal, y miró al mayor con una inocente mueca, en espera de que hablase. Seungmin no entendía cómo aquel muchacho podía ser tan malditamente adorable y que, para peor, no fuese intencional.

—Creo que esta noche no podré dormir con PuppyM y... mis otros peluches son más pequeños, entonces, me preguntaba, —el muchacho se mantuvo en silencio durante unos escasos segundos, meditando cómo decirlo, sin hacerlo sonar raro.— ¿Podrías dormir conmigo? en verdad que yo- me siento muy incómodo sin abrazar algo.

De acuerdo, eso jamás fue parte de su plan.

¿Y ahora?

—Por supuesto, minnie. Dame un segundo que ordeno.

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