Lucifer, quien había propuesto un nuevo reino, ahora lo dirigía. Se había puesto en duda la trinidad de Dios, ya que no se ha visto tal cosa, en cambio, el nuevo orden de Lucifer sería sin duda el más grande. Bastantes ángeles defensores de Dios tuvieron que emplear toda la energía de su voluntad para no dejarse arrastrar hacia la luz que ofrecía Luzbel. Aún así, ambos luchaban por una libertad; el bando de los ángeles luchaba por defender a Dios y a los cielos, buscaban proteger la dignidad angelical, pero su foco su libertad era en base a la comodidad, claramente era difícil para ciertos ángeles desprenderse de una vida adoctrinada y guiada por normas angelicales establecidas por Dios, además, la ciega adoración por su creador los había llevado a ser simples siervos obedientes y no precisamente seres pensantes y razonables, por ende, los ángeles se limitarían a seguir un camino de sacrificio, sumisión, y renuncia, es decir, los ángeles se desprenderían de su propio ser si así Dios lo deseara. Los rebeldes en cambio, buscaban una especie de libertinaje (que a este punto, ya lo habían conseguido). Su adoración era hacia Lucifer, pero ésta alabanza no se basaba en servir, sino en reinar. Cada ángel rebelde tenía su opinión e ideología y poseía el derecho a exponerla. Eran libres de pensar y razonar, no tenían casi ningún tipo de limitaciones, era impensable para un rebelde renunciar a sí mismo porque una deidad simplemente lo pidiera. El ángel rebelde se sacrificaría por sus propios deseos y metas, seguiría su camino y atravesaría obstáculos para conseguir lo que deseara, no existiría el acto de renunciar ante la primera rémora que se presentara, no existiría sumisión sino dominancia ante lo ajeno, ya que lo importante era respetarse a uno mismo en lugar de entregarse al servicio divino.
Los ángeles no pensaban responder con el mismo lenguaje hacia los rebeldes, sería un modo de convertirse en el mismo Belcebú. Algunos en la defensa del bien se habían dejado llevar por sus emociones, por eso también algunos defensores de La Esfera mancharon sus espíritus inmaculados. El pecado era mucho más pegajoso de lo que habían pensado, se ramificaba, se extendía como un virus y se aferraba a los corazones de aquellos más propensos a la duda y el deseo. Muchas grandes entidades se habían manchado, había grupos de entidades que lo único que le echaban en cara a Dios, era que quizás fuera débil, santo, pero débil.
Una tercera parte de los ángeles cayó. La sensación de derrota se enseñoreó de los ángeles defensores de Dios, El Príncipe era demasiado fuerte, el deseo de libertad superaba a los mandamientos de Dios, era el momento más oscuro de la eternidad desde que el primer rayo llevó luz al universo, y en el medio del triunfo Luciferino, estaba el silencio de Dios. Dos terceras partes de los ángeles se mantenían fieles, algunos seguían luchando contra los libertadores, pero muchos otros se arrastraban hacia la luz divina en busca de sus deseos más profundos. Sus rayos de luz eran bellísimos e invencibles. Muchos ángeles afirmaban que Dios se quedaría en silencio hasta que todo esté destruido, mientras que los rebeldes disfrutaban de su reinado y gozaban el silencio de Dios tomándolo como una rendición.
Los ángeles tenían derecho a decidir, a pensar, a hablar, a blasfemar, al amor propio, al goce de las libertades, al disfrute de los deseos, e incluso a pedir más de lo que ya tenían. En ese entonces, era verdad que lo que sea que un ángel pudiese imaginar, lo tendría en sus manos (metafóricamente). Ahora los rebeldes reinaban y los ángeles Luciferinos se embriagaban en un mar de conocimiento y sabiduría, una habilidad que solo poseía Lucifer en su máximo potencial, y ahora había optado por compartirlo. Era como observar un espectáculo angelical, habían coros, antorchas imperiales divinas, y reuniones. Los ángeles hacían lo que querían, conocieron y saborearon por completo la libertad por la que Lucifer luchó. En medio del caos transformado en orden, allí se hallaba, El Portador de Luz, la estrella de la mañana, sentado en su trono angelical, contemplando su obra, mientras el creador de los cielos permanecía callado. Al final, la libertad, la independencia, la autonomía de las mentes, triunfa."El intelecto también puede tener mucha fuerza", dijo Tamiel.
En el silencio del triunfo, una interrupción solemne se hacía escuchar:
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El Portador De Luz
Исторические романыLa verdadera historia desde la percepción del ángel más bello, el portador de luz. - Darien Herder