1.- Preludio de guerra

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El gran Sacerdote miraba con impotencia e incrédulo a la Madam quien se le había impuesto en la parroquia. Se había armado un escando lo de grandes proporciones en la misa de la tarde y era hora de impartir el castigo Divino en la casa del Señor, sin embargo ella imponía bastante, al ser una zarigüeya de la alta clase, no era normal que entrara en ese pánico tan aterrador en medio del sermón. Muchos habían ofendido con desdén aquel acto y querían que se le corrigiera por blasfema, incluso que la inquisición actuara en ese momento y la quemaran por bruja. No era el mejor momento para ello y menos con todo lo que pasaba en el mundo, aun así las palabras de ella habían resonado con tal fuerza, que niños lloraron sin descanso, alguien salto para acallarla. Dos hombres lucharon a golpes en la casa del Señor, que acto tan deplorable y sucio, aunque los blasfemos. Aquellos que maldijeron y escupieron las palabras mas insanas, habían sido encerrados en el calabozo, en espera de su juicio y confesión, algunos si llegarían a la horca o ante la inquisición.


El búho de ya edad algo avanzada tomo su biblia y se armo de coraje para encarar la tras tenerla ahí durante tanto tiempo. Se sentó junto a ella y suspiro antes de acomodarse los ropajes. El Sacerdote encargado de ese lugar se encargaría de los demás, y el de la Madam. Espero un poco antes de articular las palabras que le parecieron mas correctas.


-No me creo del todo lo que dijo, pero también soy consciente que los tiempos son difíciles. Cada vez hay menos comida en la comunidad, aun así no es un motivo para alarmar a los demás con supuestas visiones de una guerra mas en este mundo.

-No me entiende. Yo no pedí ver el futuro...

-¿Como sabe que es el futuro? ¿Acaso el Diablo le ha hablado?

-Yo no se si fue Dios o el Diablo, solo se que mientras escuchaba el sermón, una voz me hablo. Una voz ajena a los presentes de esta tarde. Lo juro y como fiel creyente, lo juro por Dios. Me dijo que se avecina una tormenta en el campo de batalla, que debemos estar preparados y luego me mostró el supuesto campo de batalla. ¡Estaba ahí por Dios! Cadáveres por doquier, sangre manchando el suelo, los campos en llamas. Flechas, armaduras, espadas, por Dios, varias armas que jamas había visto de madera y acero. Un banderín negro y rojo, ondeando, se que había un símbolo, no lo reconocí, pero el blanco era de esta Iglesia ¡de nuestra fe!- se le escapaban las lagrimas de recordar esa visión y se gira bruscamente y sacude al gran Sacerdote -No estoy loca ¡Lo vi! Podía oler la sangre, la muerte y la desesperación de aquel lugar

-¡Tranquilícese!- como puede se separa de ella y se acomoda la ropa. No cabía duda que lo que había visto era real, al menos para ella, no había prueba de que fuera un mensaje del bien o del mal, pero ya le preocupaba aun mas. En sus años como fiel ciervo del Señor, había conocido a tantos que decían poder ver el futuro y al final habían sido purificados en alguna de las maquinas de tortura, sin embargo esta era la primera vez que escuchaba y presenciaba algo más genuino -Cuénteme lo que vio, no omita ningún detalle. Si esto que dice tiene alguna veracidad lo descubriré en el Vaticano

-No me entiende, esto no puede esperar. Lo que haya sido es una señal, algo esta por venir y debemos estar listos. Yo le vi a usted en el campo, yacía muerto, una lanza clavada por la espalda. Pude ver al ejercito de su Señor, nuestro Señor. El ejercito con armaduras negras parecía tener gente capacitada en las artes oscuras. Eran brujos seguramente. Otros eran realmente guerreros. La cruzada había dejado tantas vidas fuera de este plano, cobrándose tantas cosas. Gente inocente, campos, edificios, animales, no se cuantas cosas mas- se cubrió con su pañuelo y entre sollozos continuo -Se que pasara pronto. Tenemos poco tiempo, creo haber escuchado la fecha, pero estaba tan consternada que no le preste atención como es debido. Me hablo durante la visión y me mostró varios momentos de la batalla, creo haber visto a un murciélago luchando, lo hizo ferozmente, aunque no se de que bando era, no usaba señal distintiva, es mas, ni armadura llevaba, solo dos espadas. Una de oro y otra de plata...- la interrumpe el Gran Sacerdote

D'mirt: la maldición del híbridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora