𝟎𝟎, 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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↳ ❝ [YOUNGBLOOD] ¡! ❞
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Dragones, era lo único por lo que los Targaryen podían reinar. Ninguna casa se atrevería a hacer un golpe de estado contra tan peligrosas criaturas.

Eran seres muy importantes para los Targaryen. Se veían a sí mismos en los dragones creando un vínculo majestuoso.

En el caso de Vrinerys, su dragón no había hemergido durante su edad de infante. Según su padre el dragón fue visto el mismo día que ella se mudo a la fortaleza roja por petición de su tío, el rey Viserys.

Era un ejemplar único, la gracia de una serpiente y con el doble de estatus. Tenía dos cabezas, cada miembro con un uso en específico.

Una cabeza expulsaba gas y la otra creaba chispas, de modo que cuando ambas habilidades de hacían al mismo tiempo producía un gran desastre.

Cuando la rubia lo reclamo fue igual de respetada que Leana Velaryon cuando obtuvo a Vhagar.

—Es muy hermosa, prima.—Aemond acariciaba las escamas del hosico de Hydra.—Una belleza única, digna de su jinete.

Vrinerys solo sintió como el color subía a sus mejillas, no era la primera vez que su primo le hacia esa clase de cumplidos, pero no podía evitar sonrojarse.

—Esto...—La niña recogió un mechón de su cabello y lo acomodo detrás de su oreja.—Gracias, dragón.

Pasaron el rato cuidando y dándole atención a la dragona. Jugando, como cualquier niño normal haría.

Hasta que un caballero de la guardia real se acercó.

—Príncipe, se requiere su presencia en la arena de combate. Princesa, la princesa Helaena pidió verla.— ambos menores asintieron y Aemond se fue con el hombre, no sin antes despedirse de Vrinerys.

La niña llevó a su criatura a su cueva para que descansará y después tomó camino a los aposentos de su prima.

Entro a el castillo y paso por el salón del trono, dándole curiosidad y entrando a la vacía habitación.
Ahí estaba, el imponente trono hecho de espadas de miles de caídos. Camino entre las almas caídas que poseía el objeto y al llegar a el asiento del rey, la puerta se abrió abruptamente dejándola congelada en el lugar.

—Princesa, ¿Que esta haciendo aquí?—Esa era la voz de la reina Alicent. No hace falta decir que no era santo de su devoción gracias a su padre.

—Mi reina.—La rubia hizo una devida reverencia y se alejó del trono.— Solo me distraje de camino, iba a ver a Helaena.

—Esta bien, pero sabes que no debes entrar aquí tu sola.—En el tono de su voz se oía un gesto de superioridad.— Mi hija debe de estar esperando, puedes retirarte.

𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 • hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora