Final

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Las recompensas y la gloria estaban cerca de los sobrevivientes, el rey se los iba a dar en bandeja de plata debido al inmenso sacrificio que ellos hicieron al participar en la guerra, tan solo era cuestión de aceptarlo, pero por alguna razón todos lo rechazaron de manera absoluta. No lo habían ni pensado, y aun que les insistieron, ellos siguieron necios en rechazar el gran sustento de vida que iban a tener.

El rey se extrañó por ello, no era normal que muchos abandonaran una jugosa riqueza después de haber sufrido mucho.

— Lo sentimos nuestro Rey, nosotros no merecemos esa recompensa — Expresó Ruth mientras bajaba su mirada en nuestra de decline, los demás que le acompañan hicieron lo mismo pues esas palabras eran realmente de todos. — Los que en verdad necesitan ser recompensados son las familias de los caídos, aparte, esta guerra todavía no termina... Todavía falta resolver el problema con el reino de los hombres bestia.

Ruth tenía razón, además, todavía le explicó al rey las insuficiencias que tenía el reinado en sus múltiples aspectos sociales y militares basándose en todo lo que había ocurrido.

— Y por si no fuera poco, necesitan conseguir nuevo personal para la milicia y así, sustituir tanto a los caídos como a nosotros — Siguió comentando Ruth.

— ¿¡De qué diablos hablas Ruth!? — Exclamó Gala al oír eso. — ¡Ustedes son los más veteranos de nuestro ejército, lo mejor de lo mejor, no podemos desecharlo así por que sí!

— Dios... Por solo una vez, por favor aprende a callarte Gala — Respondió Ruth de manera sombría, incluso sus ojos habían dejado de emanar el brillo de esperanza que siempre tenían. — Tan sólo míranos, ¿En serio crees que podamos seguir luchando con esta condición?

Gala solo se quedó en silencio al no saber que decir. Por otra parte, Helen quién lloraba por haber escuchado el nombre de Abiodun en la larga lista de los "muertos en combate", terminó saliéndose de la gran sala real para intentar tomar algo de aire fresco.

Gala al verla correr, tuvo un pequeño conflicto interno entre quedarse para seguir discutiendo contra Ruth o ir a por Helen e intentar animarla, al final ella decidió irse para cuidar a su única amiga.

— Piénsalo Ruth, tu sabes perfectamente que el ejército no será lo mismo sin ustedes — Comentó Gala antes de ir a por Helen.

Él solo chasqueo sus labios mostrando disconformidad, y volteando su mirada ante un rey confundido por la situación, dijo:

— Aquí acabó nuestro servicio hacia usted mi rey, mucha suerte... y en verdad, muchas gracias.

Todo un excelente batallón perdido gracias a las consecuencias de la guerra, eso fue lo que obtuvo el rey a sus narices, sin embargo, para los sobrevivientes el desertar del ejército era la mayor recompensa de todas. O eso fue para muchos pues unos cuantos decidieron continuar con sus carreras armamentísticas, no obstante, al igual que los otros, estos declinaron de las riquezas que su rey les estaba obsequiando.

Volviendo con Gala y Helen, ellas yacían recargadas en un barandal contemplando el orfanato que Abiodun había abierto hace tiempo, era un lugar lleno de vida y felicidad para todas esas pobres almas que perdieron mucho en la guerra contra las sombras.

— Supongo que esto ya acabó en verdad — Comentó Helen mientras sus lágrimas se secaban por el frío viento que soplaba.

— No, todavía no... — Respondió Gala. — Es como dijo Ruth, todavía falta solucionar el problema con los hombres bestia que dejó la maldita corrupción. Creo que esto solo fue el inicio de algo más grande.

— Yo espero y no sea así — Contestó Helen en lo que respiraba hondo para tranquilizar sus emociones. — O todo esto habrá sido en vano.

— Pues por el momento los cielos auguran tranquilidad, veamos que tal nos va a futuro — Dijo Gala mientras ambas admiraban con grandeza el entorno.

Volviendo al pasado, justamente cuando la nave en la que se encontraba Abiodun y Trea comenzó a caer envuelta en llamas y electricidad, estos dos permanecieron abrazados enfrente de todo el caos antes de que los separa una fuerte explosión que se causó dentro de las bodegas.

— ¡Trea! — Gritó Abiodun al punto de desgarrarse la garganta mientras estiraba uno de sus brazos hacia Trea, no obstante, ella se perdería en medio de todo el fuego y humo que causó aquella explosión.

Sin quererlo o desearlo, Abiodun simplemente cayó hasta la infernal oscuridad que guardaba aquel mundo en sus profundidades; La luz que había del cielo poco a poco se iba difuminado en lo que caía más profundo.

Luego de un largo tiempo cayendo, cuando por fin impacto con lo que parecía ser una superficie firme, él despertó enterrado en medio de varios escombros.

Fuego y muchos cuerpos conquistados por la muerte le rodeaban como de antaño, e intentando liberarse de donde se encontraba sepultado terminó dándose cuenta de que poseía varios miembros de su cuerpo dislocados.

Y a pesar de tener toda imposibilitad para poder moverse, de alguna asombrosa manera logró liberarse del montón de ruinas que poseía encima; Sus uñas terminaron completamente rotas.

Para cuando se levantó de donde yacía postrado, no pudo soportar su mismo peso cayéndose nuevamente al suelo, lastimosamente ahí vería el mayor terror que él podría imaginar.

— Dios... No — Dijo Abiodun en voz baja antes de gritar con toda su desesperación posible. — ¡Ah, mierda!

De la nada, con sus manos cubiertas en sangre y lodo, comenzó a escarbar con esmero el lugar donde se había tropezado. Ahí, de manera lenta y suave saco el cuerpo inmóvil de Trea el cual permanecía cubierta por las sombras del lugar ocultando las atrocidades que le causó la explosión y la caída, Abiodun tan solo lloro en gritos de rabia en lo que golpeaba el suelo con su brazo dislocado. El dolor no se sentía a pesar de todo.

— Perdóname Abiodun, no sabía que esa maldita sombras de las pesadillas ocultaba un as bajo la manga, mucho menos de la manera en la que lo hizo — Escuchó Abiodun de manera débil en su mente, se trataba de la criatura oscura la cual al igual que Abiodun, estaba triste por la pérdida de Trea. — En verdad, lo siento...

— No te preocupes, ya paso — Respondió Abiodun para acción seguida levantarse mientras se acomodaba de manera dolorosa cada uno de sus huesos. — Simplemente hay que continuar con lo rudimentario...

Al pasar unas cuantas horas, Abiodun estaba inerte en medio de los escombros observando las tumbas que él mismo hizo para los cadáveres que encontró, en medio de todos se encontraba una pequeña flor la cual Trea siempre tenía puesta en una de sus orejas.

— ¿Que harás ahora? — Le preguntó la criatura a Abiodun, sin embargo, no habría respuesta. — Entonces te quedaras en silencio, ¿eh?

— No... Solo seguiré avanzando — Contestó Abiodun con firmeza, no había signo de emoción alguna. — Alguien necesita ser cazado otra vez.

En ello, el triste cielo naranja que había se volvería completamente oscuro dejando resaltar varios brillos azules allá arriba, no obstante, no habría algún tipo de luz allí abajo que sirviese para poder andar por ahí. Eso a Abiodun no le importo y con bastante decisión en sus pasos, se adentró a la más profunda oscuridad que tenía en frente mientras iba recogiendo su rifle.  


SUEÑOS  [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora