Por la noche no hubo problemas con Kaiko, para alivio de todos. Después de desempaquetar todo, los futuros héroes cenaron tranquilos en el salón de su nueva casa.
Taiyo y Eri reían y hablaban mientras comían en el suelo cuando tres chicas se acercaron con sus platos de soba. La de la izquierda tenía el pelo blanco como la nieve, la del medio lo tenía castaño y la de la derecha lo tenía azul. Todas tenían los ojos violetas
- Hola, Eri, hola Taiyo- comenzó la del medio con y una sonrisa que le producían hoyuelos.
-Hola... ¿Quiénes sois? ¿Cuáles son vuestros dones?- interrogó la pelicaoba con su identificable curiosidad.
-Mi nombre es Tena y puedo controlar el gas-dijo la peliblanca.
-Yo soy Tesa y controlo el líquido-continuó la peliazul.
-Y yo me llamo Tean y controlo lo sólido-finalizó la del pelo castaño
-Mola-dijeron las sentadas al unísono.
-¿Podemos?-preguntó Tean señalando un sitio entre ambas.
-Pues claro- respondió Eri con entusiasmo. Nunca hubiera creído que hacer amigos sería tan sencillo.
Las tres nuevas se sentaron y empezaron a comer su plato.
-Fue alucinante cómo respondiste a Kaiko cuando se burló de ti está mañana. Se metió con nosotras también; nos llamó lluvia de inútiles- aportó la que controlaba el sólido.
-¿Y qué hicisteis?-preguntó Eri.
-Tesa y yo juntamos los dones y le empapamos con una lluvia-respondió Tena riendo.
-Es un idiota-añadió la que contralaba el líquido.
Después de cenar, Kota se dirigió a su habitación para dormir. Tenía mucho sueño por el día y no quería parecer un zombie malhumorado al día siguiente delante de toda la clase.
Miró a su cuarto. No era nada del otro mundo. Había puesto figuritas de Deku en la cómoda y había colgado un póster de este encima de la cama. Le hacía sentir protegido.
Nada más tocar las sábanas, el adolescente se quedó profundamente dormido.
Eran aproximadamente las tres de la mañana cuando el muchacho se despertó con la garganta seca y decidió ir a la cocina a por un vaso de agua. Cuando salió de la habitación vio que la puerta del cuarto de enfrente estaba entreabierta y un viento fresco le acariciaba la cara. Entró para ver si su vecina se encontraba correctamente; al entrar vio a Eri mirando la luna mientras su pelo ondeaba con belleza, Kota se quedó mirando su figura, su pelo y lo que le sobresalía del cuerno y sonrió. Era tan bonito; tan relajante. Al ver que estaba bien intentó irse sin hacer ruido, pero sin querer golpeó la puerta haciendo que la adolescente se girara.¡
Al chico le pareció ver terror en su mirada. Solo un segundo, pero un terror...
-¿Kota? ¿Qué haces aquí?- preguntó la muchacha.
-Em... Iba a ir a por un vaso de agua, vi tu puerta entreabierta y quise ver si te encontrabas bien- Eri sonrió con calidez; aún no estaba acostumbrada a que la gente se preocupara tanto por ella.
-Perdona, se me habrá olvidado cerrarla- resolvió la chica riéndose de su torpeza. El otro optaba por irse cuando vio que sobre la cabecera de la cama había tres pósters: uno de Deku, otro de Lemillion y el último de su padre; Eraserhead. El chico se quedó mirando al del pelo verde; sonriente y dando paz y seguridad con su simple presencia. Eri se dio cuenta-¿Te gusta Deku?
-Es mi héroe- contestó, aún mirando con admiración el póster. Recordó su primer encuentro con el héroe, en ese momento le parecía una persona a la que solo le importaba la fama y que nunca ayudaría a nadie. Mira cómo acabó todo. Miró a la del cuerno- ¿Son tus héroes?
-Son más que eso. Cuando dicen la palabra esperanza ellos..., son la imagen que me aparece en la cabeza- la muchacha recordó cuando Mirio la salvó de los brazos de Chrono y la defendió hasta el último momento. Recordó cuando Deku la cogió en sus brazos y no la soltó aún pudiendo morir. Recordó los momentos que su padre pasó educándola y queriéndola.
Por un rato ambos se quedaron así; Mirando los pósters, en silencio, ensimismados en tiempos pasados, sonriendo con nostalgia. Hasta que Kota recordó algo.
-¿Por qué estabas despierta?- preguntó.
-Ah, sí, pesadillas- contestó como si fuera lo más normal del mundo- No te preocupes, las tengo todas las noches, estoy acostumbrada.
El chico no estaba del todo convencido pero tenía mucha sed, así que se fue a por el agua. Cuando volvía a su habitación con el vaso vio la puerta de su vecina cerrada y se preguntó cómo era posible tener tantas pesadillas y aun así seguir con esa sonrisa. Con estos pensamientos se quedó dormido.
Unas pocas horas después sonó el ruido de una cacerola golpeada por toda la casa.
-Venga, gandules! ¡Es hora de despertarse!- la voz de la tutora resonó, despertando a los que aún seguían dormidos.- Vestíos con el uniforme, desayunad, y al colegio en una hora.
Eri se levantó farfullando e hizo lo que la profesora le pedía. Cuando terminó de cambiarse se miró el pelo y suspiró; lo tenía hecho un Cristo. Nunca había aprendido a peinarlo del todo. Tenía una cabellera que le llegaba hasta el principio de los muslos y se la cuidaba como oro en paño en paño. Pero lo de peinarlo se le daba demasiado mal. Miró el reloj y decidió bajar a desayunar, aunque su pelo pareciera una selva tropical. Gracias a Dios; el universo estaba de su parte; justo cuando iba a abrir la puerta del comedor apareció Taiyo y se fijó en su desastre de cabello. Ambas se miraron y la del pelo corto observó a la otra de arriba a abajo.
-Y una mierda que te dejo ir con ese pelo- dijo agarrando a la del cuerno por la muñeca y llevándola en volandas a su cuarto. Entraron y la invitada escudriñó la habitación como hizo el día anterior; por todo el cuarto había un montón de pósters de cantantes y grupos de música como Rot Stewart, Dover, Bon Jovi, Billie Eilish... Una combinación rara si la preguntaban; pero también había pósters de sus héroes favoritos: Red Riot, Pinky, All Might, Shoto y Deku.
Taiyo hizo a su amiga sentarse en una silla delante del espejo, después sacó un montón de lazos, gomas y más artilugios de ese tipo.
-¿De dónde has sacado todo eso?- preguntó Eri, mientras su amiga decidía qué cepillo utilizar.
-Mi hermana pequeña tiene un pelo que parece Rapunzel, adora que le peine e insistió en que me trajera esto- explicó- Si no consigo ser heroína, voy a ser peluquera, puedo calentar mis manos para rizar o alisar el pelo. Y se me da bien manejarlo.
Eri se puso a pensar. Nunca se había planteado que sería si no conseguía su sueño. Suponía que sería enfermera o médico. Su don podía servir mucho para sanar. Eso quedó claro el día anterior.
-Ya está- finalizó la peluquera tras un rato de tirones. Le había peinado el pelo y después lo recogió en una simple pero bonita trenza- ¿Cómo se te ha ocurrido salir así? Si no sabes peinarte vienes aquí y yo te lo arregló
-Vale, perdona- se disculpó arrepentida. Taiyo se enterneció. Parecía una niña pequeña.
-No pasa nada. Anda, a desayunar.
Ambas chicas bajaron al comedor donde se encontraron con las trillizas y se sirvieron lo que iban a comer. Tena, Tesa y Tean cogieron huevos revueltos con bacon y zumo de manzana. Taiyo cogió galletas de chocolate con un Colacao caliente y Eri optó por leche fría con cereales.
Veinte minutos después todos se encontraban sentados en sus pupitres listos para comenzar a aprender a ser grandes héroes como sus ídolos.
Perdón por tardar tanto en actualizar, en compensación subiré otro capítulo y aquí os dejo un meme de snk:
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La chica del cuerno y el chico de la gorra rara.
FanfictionEri y Kota entran a la UA donde hacen amigos. Pero esa paz no durará mucho, un enemigo acecha desde las sombras. ¿Conseguirán nuestros protagonistas convertirse en los héroes que desean ser?