capítulo 6

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Emma al escuchar el timbre sonar se dirigió con velocidad a la puerta para abrirla, aunque se preguntaba quién podría ser ya que, según ella no tenían visitas o algo por el estilo… Sin más, observó por la mirilla de la puerta y pudo reconocer a un chico alto de cabellos rubios, Draken. Sonrió mientras que también se extrañaba, no entendía el por qué de su visita si ya había estado allí por la mañana, no tenía mucho sentido para ella.
 
Con una cara de sorpresa abrió la puerta y miró al chico de arriba a abajo…
 
-Hola… ¿Necesitas algo? Es extraño verte por acá a esta hora.
 
Dijo la rubia, realmente no sabía qué decir o cómo actuar, sentía un poco de nervios de verle allí en frente de ella.
 
-Bueno, he venido a dejarle esto a Mikey… Quería saber si estaba bien ya que no lo he visto en todo el día.
 
Dijo mientras le mostraba los dorayakis, unos zumos de manzana y leche de fresa. Luego de eso se dispuso a hablar nuevamente.
 
-¿Puedo pasar a verlo?
 
Preguntó con algo de emoción mientras arqueaba una de sus cejas esperando respuesta por parte de la chica.
 
-¿Pasar a ver a quién?
 
Mencionó con cierta incertidumbre y desconcierto la chica de cabellos rubios. A lo que el chico la vio sin saber qué decir, ¿acaso no era obvio? ¿Para quién más podrían ser todas las cosas que compró? Claramente para Mikey. Además que ya había mencionado al menor así que no entendía por qué la chica de un momento a otro se volvió tan despistada.
 
-Pues a Mikey, claramente.
 
La chica algo apenada sonrió mientras lo dejaba pasar, no sabía ni lo que decía, claro que era obvio a quién quería ver.
 
-Pasa, pero por alguna razón no ha salido de su habitación en todo el día, no sé si él estará despierto; en la tarde me dijo que se sentía mal.
 
Dijo cerrando la puerta detrás de ella y yendo hacia otro lado volvió a hablar.
 
-Probablemente esté dormido, no lo sé. Buenas noches, Ken.
 
La chica se fue del lugar dirigiéndose a su habitación. Mientras tanto, el trenzado se dirigió a la habitación de Manjiro, ya sabía el camino de memoria así que no tendría problemas con perderse o equivocarse de habitación.
 
Al cabo de unos minutos llegó a su destino, la habitación de Mikey, ya estando fuera de la puerta comenzó a tocarla con algo de suavidad tratando de no hacer mucho ruido al tocar. Esperó unos cuantos minutos fuera de la habitación esperando profundamente que el menor no estuviese dormido.
 
*Con Manjiro*
 
Al apagarse su celular intentó dormir, sus ojos hinchados le permitieron hacerlo con tranquilidad; dormía hasta que su sueño fue interrumpido de la nada. Pudo escuchar a su mejor amigo, o al menos así era, decir: ´´oye Mikey´’, aquellos llamados le hicieron despertar de su super y para nada extraño sueño.
 
Estuvo a punto de responderle al contrario, pero se abstuvo de hacerlo, no podía verlo, no ahora. Se sentía vulnerable y probablemente si lo veía rompería en llanto. Sin mencionar el hecho de que Manjiro se sentía tan idiota por sentirse así, pensaba que era exagerado, pero no podía evitarlo, deseaba dejar de sentir todo eso que le atormentaba y sólo le hacía sentir débil.
 
Estaba dispuesto a no responderle, ya lo había decidido, seguiría durmiendo; esperaba poder regresar a su sueño para así poder saber si el ajolote multicolor pudo encontrar su videojuego de cerditos luchadores que además volaban. Sin más, cubrió nuevamente la mayor parte de su cuerpo con la sábana e ignoró al rubio.
 
*Con Ken*

Después de tocar y tocar, llegó a la conclusión de que Mikey estaba dormido. También decidió que al menos sólo entraría a la habitación para dejar todo lo que había comprado como regalo para Manjiro. Claro, puede ser que no haya sido la mejor idea, pero, no vio inconvenientes, no creía que al menor le molestase.
 
Entró a la habitación con cierta delicadeza para no despertar al rubio y se escabulló en la habitación llegando al lado de la cama donde estaba la mesa de noche. Dejó las cosas en la misma y apagó la televisión para que esta no molestara el sueño ajeno. 
 
Estaba a punto de irse cuando le invadió la idea y de cierta forma necesidad de darle un beso en la frente al menor. En realidad solía hacer esto de vez en cuando, claro, sin que Manjiro lo supiera, de por si el chico siempre se quedaba dormido sin importar qué, así que, Ken trataba de ser cauteloso con eso. Después de unos segundos se acercó a el rubio para plantar un beso en la parte ya mencionada.
 
Al dar el beso sonrió mientras observaba el tranquilo semblante del ajeno. Luego de unos segundos comenzó a caminar hacia la salida de la habitación; luego salió de la misma para acto seguido retirarse de la residencia Sano yendo a su hogar con más tranquilidad tras haber visitado a Mikey… Aunque tenía algo de preocupación por lo que Emma le había dicho; que Manjiro se sentía mal, ¿qué podría tener? No lo sabía, pero quería saberlo, sin dudas mañana regresaría para verlo.
 
*Con Mikey*
 
Claramente se dio cuenta que Ken había entrado en su habitación, por lo cual, decidió fingir que dormía, no tenía otra opción así que en cuanto el mayor entró se cubrió nuevamente con la sábana y fingió dormir. Observó de reojo los movimientos del rubio tratando de que él no se diese cuenta de que no dormía. Al ver que se acercaba cerró sus ojos y se acomodó en la cama tratando de no reír.
 
Por alguna razón siempre que Mikey fingía dormir no podía evitar reír. Por suerte Ken apagó la televisión así que no estaba en tanto riesgo de reír o que él notase que no dormía. A duras penas pudo ver como Draken acomodaba todo. Al momento de que Ken-chin terminó de acomodar y hacer lo que venía a hacer, suspiró bajo, su presencia de cierta forma lo estaba matando.
 
Cerró sus ojos para esta vez si poder seguir con su sueño, cuando sintió la piel de los labios ajenos sorprendiéndose de inmediato (sin llegar a ser tan obvio). No entendía lo que estaba pasando, ¿sonaba exagerado? Tal vez, pero viniendo del rubio era extraño ese tipo de muestras de afecto.
 
Claramente le fue imposible no sonrojarse y sentir un leve calor en los pómulos gracias a aquel rojo carmesí que se tornó en ellos. Al momento de que Ken salió de la habitación, se levantó levemente de la cama y hundió su rostro en la almohada gritando sobre la misma para que no se notara mucho el nerviosismo y el ruido que estaba causando en ése momento.
 
Se quedó así un buen rato hasta que cayó en cuenta sobre lo que había pasado. Era normal, ¿no? A eso se refería cuando sentía que ellos eran destinados, Ken-chin lo confundía, su Ken-chin no era claro, era tan extraño saber qué sentía o qué no, o quizá era fácil saberlo pero probablemente para un tonto enamorado como él era difícil verlo… O quizá, sí sabía que sentía, nada más allá de una pura amistad, claro, aunque él no besaba a sus amigos mientras dormían pero no se lo explicaba. Aquella agridulce visita solamente le había confundido más; no dudaba de sus sentimientos pero dudaba si estaban bien o mal.
 
Luego de estar unos minutos pensando y recordando agridulcemente el beso, se durmió sin que siquiera él mismo se diese cuenta. Ahora, al fin podría saber el desenlace de su sueño.
 
*A la mañana siguiente*
 
Ya eran las diez de la mañana y Mikey apenas iba despertando. Frotó sus ojos para soltar un quejido por el hecho de haberse levantado. Suspiró mientras caía como papa a su cama nuevamente sin dejar de quejarse, era algo “normal” en él, pero qué podía hacer.
 
Después de una gran batalla con él mismo logró levantarse de su cama para ir a lavar su rostro con agua y jabón para despabilar un poco.

Mientras se estiraba y bostezaba se puso a pensar… De nuevo, pensar y pensar, odiaba eso, hubiese querido ser del tipo de personas que no pensaban de más las cosas y seguían el oscuro camino que el futuro les preparaba pero simplemente él no podía

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Mientras se estiraba y bostezaba se puso a pensar… De nuevo, pensar y pensar, odiaba eso, hubiese querido ser del tipo de personas que no pensaban de más las cosas y seguían el oscuro camino que el futuro les preparaba pero simplemente él no podía.
 
¿Sobre el beso?; sólo pudo aceptar que él estaba haciendo demasiado por un simple beso en la frente, quizá ni el mismo Ken le ponía tanta atención a ese “insignificante” detalle así que, él no debería hacerlo, ¿o si? No lo sabía, simplemente lo dejaría pasar como si nada.
 
Aunque quizá por hoy ya era momento de dejar su tan embarazoso él enamorado. Sin dudas no le gustaba para nada el sufrir de desamores y tantas penas.  ¿Pena el hecho de que se sintiera frustrado por amar a alguien como no debía? Así es, lastimosamente era tan sentimental que eso era lo que pensaba, un tonto exagerado sin más.
 
Luego de “concluir” con sus pensamientos, se fue a lavar el rostro y se alistó como siempre lo hacía. No tenía que ser tan obvio y estar así por más de un día. Al terminar, fue a la mesa de noche, al final no pudo saber qué fue lo que Ken-chin le había llevado; observó y sonrió al ver lo que era, eran sus cosas favoritas, y claro, ¿cómo no? Draken lo conocía bastante, el cumplir sus caprichos siempre no sería en vano.
 
Salió de su habitación con un dorayaki en su mano, comenzó a bajar las escaleras. Ya estando allí fue a la cocina y tomó un vaso para servir su leche de fresa con tranquilidad, ese sería su desayuno; no era costumbre ver a Manjiro desayunar. Ya sentándose en la mesa con su celular en mano, un dorayaki en su boca y el vaso en la otra mano… Observó en un lindo florero, nuevo al parecer, las flores en medio de la mesa. Suspiró con cierta molestia y puede que celos, pero nada más, prefirió ir a la sala y comer allí.
 
Estando ya sentado escuchó el timbre sonar, ¿quién carajos está a esta hora de la mañana afuera? Observó el reloj y supo que no eran las 7:00 a.m. si no que, las 11:20 a.m.    Suspiró y fue a abrir, no acostumbraba a usar la mirilla (niños, háganlo).
 
-¡Hola!
 
Saludó, (con la boca llena de dorayaki), a Ken-chin que estaba parado frente a él.
 
-¿Cuántas veces te he dicho que no debes hablar con la boca llena, mmh?
 
Dijo Ken con una leve  sonrisa mientras llevaba su mano a los cabellos ajenos para así despeinarlos aún más.
 
-Hey, ¿y yo cuántas veces debo de decirte que no me despeines?
 
Rió suspirando y haciéndose a un lado para dejar pasar al más alto. El chico pasó a la casa y se sentó en uno de los sillones observando a su alrededor. Su vista fue hacia el comedor y pudo ver los tulipanes que había llevado. Sonrió y se dispuso a hablar.
 
-Eh, ya están las flores en el florero que traje.
 
Sonrió contento por alguna razón mientras que Mikey trataba de no hacer un mal gesto o demostrar desagrado, cosa que, no pudo evitar. ¿Por qué carajos lo mencionaba? ¿Le pediría consejos para cortejar a su hermana?
 
-¿Eh? Ah, sí, allí están.
 
Dijo mientras levantaba los hombros y se sentaba para continuar comiendo mostrando desinterés en el tema.
 
-¿Te desagradan las flores?
 
Preguntó el chico del tatuaje mientras se sentía “mal”, por así decirlo. No esperaba esa reacción de Mikey, o al menos, esperaba todas las reacciones posibles; menos una de desagrado.
 
-Mmh… No lo sé, da igual.
 
Dijo terminando su dorayaki y suspirando, su desayuno había terminado así que estaba preparado para ver qué le esperaba el terrible destino el día de hoy.
 
-Bueno… Venía a verte, Emma me dijo que te sentías enfermo.
 
El mayor mató el silencio con aquella oración.
 
-¿Si? ¿Te dijo? Pues bueno, ya estoy bien… Era algo sin importancia creo.
 
Respondió mientras formaba con una de sus manos el símbolo del “pulgar arriba” y sonreía tratando de convercerle. 
 
-Vale, bien, me preocupé porque no te ví. ¿Hoy si saldremos como todos los días? Teníamos planeado ir a la playa con Baji, Chifuyu, Hakkai y Mitsuya, ¿recuerdas?
 
Comentó Draken mientras se levantaba del sillón y suspiraba.
 
-Oh, claro que lo recuerdo, ¿cómo podría olvidarlo?
 
Dijo con una sonrisa y Draken rio, a lo cuál, Manjiro arqueó una ceja, ¿acaso Draken había descubierto que mintió?
 
-No mientas, Mikey, claramente mientes.  No pasa nada, tu alistate y nos vemos donde siempre.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2022 ⏰

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