894 124 160
                                    

dos días caminando fueron los suficientes como para que rodrigo se arrepintiera de todo. se había desacostumbrado a caminar excesivamente así.

iván iba regio, se cansaba pero estaba acostumbrado, no solía quedarse mucho en un mismo lugar, así que, muy rápido no se cansaba.

—¿me llevas a caballito?

—¿te pensas que te puedo llevar con las cosas encima? ni en pedo, flaco —dijo mirando al frente.— hace un rato ya paramos, aguantá un toque más

—me duelen las piernas y los pies, ya me cansé —rodrigo se quejó como un nenito.

—y mirá que falta una banda —se rió, viéndolo frustrarse más.— ¿querés agua?

—quiero una cama

—¿para qué?

—para garcharme a tu abuela muerta, ¿para qué va a ser? —dijo de mal humor.— tengo sueño, no dormí nada ayer ni hoy

—y yo tampoco pero no me estoy quejando... tampoco pretendas mucho si dormís a la intemperie, con el peligro de que en cualquier momento empiece a caer la nieve esa

—shh, te dije que no la nombres porque vos sos tan mufa que la vas a terminar llamando —lo cagó a pedo.— dios, no aguanto más, llevame o esperemos un rato —no tuvo respuesta, así que rodrigo se sentó.

—daa, rodrigo hace un rato descansaste

—fue hace como cuatro horas, gato —se defendió, acostándose en el suelo.— encima me cago de frío 

—callate wacho, puras quejas sos

—no me callo nada, me voy a quejar para que te arrepientas de haberme arrastrado con vos —sonrió.

estuvieron así entre discusiones tontas, quejas de parte de rodrigo y cagadas a pedo por parte de iván, hasta que los volvió a agarrar la noche. esta vez necesitaban un lugar seguro, cerrado y zafable como para dormir al menos, más de cuatro horas.

—¿vos decís? ¿no es mejor buscar otra cosa? —preguntó iván desconfiado de verlo a rodrigo revisar uno de los autos.

—me duele todo y no pienso seguir caminando hasta encontrar alguna casa o algo así... metete, total las puertas abren y cierran bien —solucionó cansado.— qué hijos de puta, le quitaron dos ruedas y el estéreo —se rió al notarlo.

—un olor a mugre y mueble viejo hay acá —se quejó iván una vez adentro del auto.— qué tufo, la concha de la lora

—¿por qué te pensas que no me metí y estoy con la puerta abierta todavía? —le preguntó riendo. iván le reveló un trozo de tela que había apoyado sobre el tablero, sonriendo.— da, eso está re mugriento

—todo está re mugriento... dale wacho, entra o cerrá que hace alto frío —pidió y rodrigo se acomodó, sentándose en la parte del piloto.

—dios, estará mugriento pero es re cómodo, boludo —dijo cuando recostó el asiento. iván hizo lo mismo y rodrigo le pasó una botellita de agua casi vacía.

—gracias —la agarró y lo quedó mirando un toque, poniéndolo nervioso.

—¿qué? —preguntó rodrigo, sonriendo apenas.

—nada, se te ven los ojos más oscuros —mencionó para tomar agua.— ¿querés? 

—ya tomé —miró hacia afuera, el auto daba hacia los pinos al estar en el costado de la ruta, mucha vista no había.— ¿te imaginas que salga alguien o algo de entre los pinos?

—¿y si cerras un poco el orto? —dijo escuchándolo reír.

—te juro que todavía no caigo que después de... no sé, tres años, volví a no tener nada —soltó de golpe, mirando a los árboles.

CalamityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora