Prologo

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 En las galaxias, las estrellas brillan. Una fuerza incontenible comienza a iluminar los carteles del cielo nocturno que representan a los signos zodiacales. Las entidades allí retenidas, desde un tiempo sin curso, configuran, con sus rayos y haces de luces, la forma corpórea de sus guardianes: doce entes que tienen en sus manos el poder necesario para proteger a la humanidad de sus amenazas.

—¿Estás listo, hermano? —Dos entidades observan desde la punta de una estrella muerta.

—El proyecto de los 12 signos del zodiaco ha comenzado. Veremos si estos pueden dar equilibrio a la galaxia.

Un ser de apariencia femenina se acerca a la conversación. Su cabello color esmeralda se mueve como una intensa llama sobre su cabeza.

—Tiene que funcionar... es nuestra última esperanza. — La diosa de la vida, clava su mirada en el vacío del espacio

Una mano desde el centro de la galaxia chasquea sus dedos. Las constelaciones concentran su cosmos en estrellas fugaces y se desprenden como una luz blanca y destellante, para vagar por el espacio sideral en busca de un lugar seguro donde reposar, un hogar.

En la tierra...

En un amanecer nublado y gris, Liam se despierta exaltado en su pequeño departamento. El sonido del despertador lo arranca de un sueño intranquilo, y con un gesto de frustración, lanza el aparato al otro lado de la habitación.

—Odio, ese maldito despertador. —Se levanta con lentitud, arrastrando los pies mientras se prepara un café que apenas logra calmar sus nervios. Mirando por la ventana, contempla los copos de nieve resbalando por el cristal.

Finalmente, se prepara para salir y camina por las calles mojadas, esquivando los charcos con evasivas. Llega al pequeño consultorio de la Dra. Martínez, un sitio acogedor y tranquilo que contrasta con el caos que siente dentro de sí mismo. La psicóloga lo recibe con una sonrisa cálida y una mirada comprensiva, lo que lo hace sentir un poco más seguro.

20 minutos más tarde...

—¿Podrías explicar qué es lo que sientes? —dice la psicóloga, mientras enrosca el lápiz en sus dedos.

—Es que... quisiera saber qué me pasa, últimamente solo estoy triste y por más que intente no estarlo... —Liam fija su mirada en el suelo, por alguna extraña razón hay algo en hablar de sus sentimientos con otro, que no le permite ni siquiera afrontar la conversación.

—¿Crees que se deba a tu problema con la confrontación? Si mal no recuerdo, me dijiste que cuando eras niño te escapaste de 10 hogares de acogida.

La señora Martínez conoce a Liam hace poco tiempo, cuando llego hace algunos meses se encontró con un joven desahuciado, lamentablemente no cambio mucho.

Liam queda callado, y el silencio perpetúa la sala. Fija su atención en los pequeños detalles del consultorio; un aroma dulce a canela, tapices florales y suelos de madera barnizados. Entre esas cuatro paredes, prevalece la paz, una que lo deja solo con sus pensamientos

—Tengo algunas cosas que hacer, esta sesión supongo que será más corta —dice Liam, mientras toma su mochila y acomoda los cojines del sillón.

—Liam, no puedes escapar de todo. La dicotomía entre tus deseos y el deber está atormentando tu mente, pero lo único que haces es huir, o encomendar que alguien se encargue de tu vida. —La doctora intenta tomar la mano del chico, pero es rechazada con un gestofrívolo.

El joven se retira del recinto y deja el pago sobre la mesa de recepción. Al salir, toma una gran bocanada de aire frío mientras camina hacia el este. Manhattan se tiñe de blanco en estas fechas, los grandes edificios de ladrillo acumulan nieve y ramas; Liam disfruta de la hermosa vista, aunque sienta una deuda pendiente en su interior.

A lo lejos, al lado de la Fuente Pulitzer en Manhattan, se puede advertir una presencia que clava su mirada en el jovencito saliendo del consultorio.

Los Signos Del Zodiaco: El Sol #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora