Doce

166 29 1
                                    

—Es

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Es... —murmuró Off cuando miró al cachorro en brazos de Gun, el Omega se encogió, sollozando. El alfa se acercó y sintió que todo el peso de su cuerpo se volvía ligero cuando notó los ojitos de la criatura. Eran distintos, eran extraños, misteriosos, su ojo derecho estaba bañado del azul más bonito, más majestuoso, sin embargo, su ojo izquierdo... Era negro, completamente negro. Miró a Gun y este sollozaba, besando la manito pequeña del bebé, cuando Off se volvió al cachorro de la cuna sus brazos buscaron levantarlo, era más grande, seguramente de un año y medio. Pero su anatomía era distinta, más frágil, pequeña, supuso que así serían las crías de Alfas y Omegas, sus ojos esmeraldas se volvieron a Gun, él también era pequeño—. Son cachorros... Muy hermosos, Gun.

El Omega asintió, llorando con más fuerza. Abrazó al bebé y estiró el brazo para tomar al otro, Off lo ayudó a cargarlo y la pequeña criatura los sostuvo a ambos con los brazos. Tenían el cabello del Omega, un rubio tan iluminado, tan... Majestuoso, el alfa de Off se removió cuando los ojos ajenos lo miraron, Gun tenía la mirada cansada, bañada en lágrimas, su cuello tenía cicatrices, marcas, sus brazos, muñecas. Todo. No pensó... No se le ocurrió crueldad más grande que la que hacía su padre. Off bajó la mirada, dentro de sus venas corría la sangre de aquel hombre, dentro de las venas de Gun, de esos cachorros.

—Salgamos de aquí —murmuró. Ya no tenía mucho en esas tierras, ya no. Porque su futuro estaba ahí, en esa mirada destruida, en esa alma abandonada, en aquellos cachorros. Porque Off supo al tomar la mano de Gun que ya nada más podía retroceder el tiempo, que su madre no volvería, que su padre jamás lo amaría porque sus deseos y obsesiones eran más grandes que toda moral impuesta. Porque Off había perdido a sus padres, había ganado dos hermanos... Y una familia pequeña, imperfecta y destruida que debía arreglar y cuidar con amor. Y a pesar de saber todo eso sus manos temblaron—. Vamos.

Cargó al cachorro más grande y cubrió a Gun con una gran capa de tela gruesa, era marrón, lo suficientemente grande para cubrir el suelo, le colocó la capucha y el cabello desordenado de Gun se cubrió del mundo, el cachorro más chiquito fue cubierto.

—Escucha —murmuró cuando abrió la puerta apenas, observó el panorama afuera, había cerca de cuatro guardias, el cambio había pasado hace varios minutos, supuso, el hombre que lo había escoltado no estaba—. Hay una carreta esperándonos afuera, tomarás a los cachorros y caminarás hasta ella. No levantes la mirada a nadie, nada, yo me encargaré de los guardias.

Gun asintió, con su brazo libre tomó al cachorrito que Off tenía en los brazos, el pequeño se acurrucó en el cálido pecho maternal y siguió chupando su dedito. Gun lo miró por unos segundos cuando Off lo cubrió con la capa.

—Vamos —murmuró y salió de la habitación, Gun se pegó a él y Off volvió su mirada a todos lados. Los sirvientes del castillo estaban cerca, lavando ropa, cortando carne y verduras a la intemperie, cerca de cuatro curiosos lo miraron y Off se quedó quieto, sintió que Gun se chocó contra él detrás suyo. Los orbes esmeraldas de Off se alteraron y rápidamente cubrieron a Gun cuando uno de los sirvientes hizo a un lado las mangas de su muñeca. El dolor y los nervios que sintió Off se aflojaron cuando notó el escudo de dragones tatuado en su muñeca, la mirada del alfa se clavó en él, se volvió rojiza y asintió cuando Off tragó saliva.

El reflejo de tu muerte - H.A #17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora